Villaverde de Medina - Valladolid

El sistema espera que la gente se deprima y se quede en casa. Es la nueva trampa o la consecuencia de la trampa de la esperanza, por la que, mientras se mantienen los privilegios de la casta parasitaria, se ha venido entreteniendo a la gente mediante la generación de falsas expectativas: la crisis se solucionaría en el segundo semestre del año pasado, en el primer trimestre de éste, en marzo, en abril, ya se ven brotes verdes y cuestiones que están en la mente de todos, porque son mentiras bien cercanas.

El desánimo es consecuencia de la falta de expectativas, de la frustración ante las mentiras, pero también de la incomunicación de una sociedad que no se ve reflejada en los medios de comunicación y que ha perdido la costumbre de hablar, de comunicarse directamente.

Se pretende, por un lado, que la gente interiorice que sus problemas no son la causa de errores e injusticias del sistema, sino de sus propias carencias.

Por el otro, que se aísle, que no se vea representado, ni comprendido, que sea incapaz de entender porque, en el transcurso de los días, parece como si todo fuera normal, y no se enciende la protesta.

Entre nosotros, puede darse un desánimo añadido. El de los que esperan los cambios demasiado pronto, quizás porque los necesitan, porque los precisan con urgencia.

Puede extenderse, además, la impresión de que los males, muy profundos, no tienen solución, porque los partidos mayoritarios ofrecen diferentes dosis de la misma mala pócima. Y si tienen solución.

Nosotros hemos diagnosticado bien y con tiempo la crisis. Hemos sido los únicos y los únicos fuimos los que el 23 de noviembre levantamos la voz contra la expoliación de los contribuyentes para favorecer a bancos y cajas (que o bien son administrados por políticos o financian a los partidos). Somos los únicos que nos estamos movilizando y dando cauce a los anhelos de la sociedad civil. Somos los únicos que ofrecemos soluciones.

Nada se consigue sin constancia. El desánimo es la peor trampa del sistema. Es preciso, sin desatender ninguna de nuestras obligaciones, y situándolas como la primera prioridad, perseverar en el activismo. Tenemos ya un grupo de activistas sólido que sabrá liderar el descontento nacional. Es hora de sembrar. Ya llegará el tiempo de la cosecha, mientras alrededor se extiende el erial de la componenda, los silencios cómplices y la estricta expoliación perpetrada por las manos muertas.