Urones de Castroponce - Valladolid

Es incontestable que la arquitecuta de Urones está basada principalmente en el barro. La arcilla mezclada con paja y agua constituia la materia con la que se hacían los adobes, con la que se hacían los tapiales y con la que se hacía una masa que, finalmente, recubría toda la construcción.
Pero hoy quiero referirme a otro barro, que todos los mayores de 40 años e incluso más jovenes, recordamos como aquella materia viscosa, que cubría las calles de Urones, desde estas fechas hasta el mes de Mayo. Materia compuesta por arcilla, abono y agua. Materia más o menos removida por la continua ida y venida de rebaños de ovejas, de vacas y de mulas y machos con sus carros y otros aperos. Era todo un arte ir de casa en casa, o de casa al siempre obligatorio Rosario, sin llegar con el barro hasta la rodilla y conservar aquel calzado que, hasta que llegaron las "katiuskas", era de goma y tela o de esparto o, en el mejor de los casos, era solamente de cuero, con planchas más gordas en la suela, que se unían clavandolas con puntas. La impermeabilización se conseguía untandolo con grasa procedente del culo del marrano y sus aledaños. Usar otro tocino habría sido todo un desperdicio en esos años de penuria. Con las fuertes heladas el barro se compactaba y daba un respiro hasta la siguiente "blandura" y los muchachos aprovechabamos para resbalar por las zonas lisas, de agua helada, y pegarnos unos guantazos de órdago. También era tiempo de jugar al pincho y al aro, cazar pájaros, al anochecer, en los huecos de las paredes y pasar el tiempo vigilando las pajareras, cuidadosamente tapadas, con el trocito de pan traidor al aire. Y como último y cordial recuerdo, aquellas veladas al calorcillo de la gloria los más afortunados y el resto al de la lumbre de paja, haciendo mil perrerías al omnipresente y friolero gato, que casi siempre terminaba con el gato huyendo con alguna chispa pegada a su pelo y con el inevitable sopapo de unos de nuestros progenitores.
-Uronvil-