Una sonrisa diaria (infalibilidad humana) En una pequeña estación ferroviaria, el humorista francés Tristán Bernard discutía con el encargado de los equipajes. En un momento, el empleado, en el colmo de la excitación, le dijo: -¡Supongo, caballero, que no me tomará usted por im*cil! -¡No, de ninguna manera! -respondió Tristán Bernard-. Pero no soy infalible. Bien puedo equivocarme. Moraleja: Muchas veces al juzgar a los demás parecemos infalibles. Cuando juzgamos a alguien -y no es nuestra tarea- influyen poderosamente las simpatías y las antipatías. En resumen: en nuestros juicios pesan más las impresiones subjetivas que las realidades objetivas. No son fiables. Mil besos o más |