Melgar de Arriba - Valladolid

Porque lo habíamos prometido. Porque lo prometido es deuda. Porque las deudas se deben cumplir y porque, además, las de gratitud, “religiosamente”: así lo acabamos de hacer.
Habíamos determinado que fuese el francés el que haríamos, aunque no podría ser ni entero ni a pie: solo disponíamos de una semana y eso nos condicionaba. De manera que nos reunimos en la plaza de San Martín de Frómista, pusimos pie en pedal, trasero en sillín, gritamos la palabra mágica de los peregrinos medievales “ultreia” e iniciamos la marcha en dirección a Compostela. No éramos nuevos en la aventura, todos lo habíamos hecho antes ya y sabíamos lo que se siente. Vamos a destacar tres momentos, los más intensos en sentimientos y emociones, que por lo demás ha sido muy especial en todo.

El primero fue al paso por una afamada localidad terracampina del Camino francés. Cuando nos aproximábamos al municipio, un tractor nos interceptó el paso. Dos hombres con traje de faena azul nos conminaron a subir al remolque, monturas y todo, y nos llevaron hasta las afueras del pueblo (no sabemos muy bien por qué pero esta situación no dejaba de recordarnos escenas no muy tranquilizadoras de épocas pasadas). Al llegar a una especie de plantío o alameda, divisamos el resplandor de una hoguera recién encendida. Nos hacen bajar del remolque y de repente… un grupo de amigos -ahora sí- acuden a recibirnos con abrazos y saludos cariñosos: ”¡Qué susto nos habéis dado, por Dios!”. Resulta que se habían enterado de que haríamos etapa allí y decidieron sorprendernos con una velada-barbacoa al aire libre: chuletillas churras facilitadas por un ganadero local, generosamente regadas con un prieto picudo –néctar y ambrosía exquisito de vida que liban con fruición los dioses del Olimpo y las ninfas que habitan los ríos y bosques de la región- obsequio de un bodeguero comarcal y queso tierno, también de la localidad. Y así, entre cantos, alguna jota castellana, risas y anécdotas varias, nos pasó como a Sabina: que nos dieron las diez… las once… las doce… ¡GRACIAS AMIGOS!, le dimos al Santo vuestro mensaje…

El segundo, cuando nuestra entrañable y traviesa Patricia, auténtica alma máter del grupo, “se subió al atril” –que diría un recordado forero- de la catedral de Santiago, llena de peregrinos y feligreses. ¡Qué callado te lo tenías, eh, princesa! Nos pusiste a todos un nudo en la garganta que todavía nos dura. Sin duda sacaste lo mejor de tus años en las Claretianas: Patri, cariño, ¡qué madre abadesa habrías hecho de no ser porque un día un inesperado remolino turbador se cruzó en tu vida…

Y por fin, el instante del abrazo. Optamos por quedarnos rezagados para tomárnoslo con calma. ¡Fueron tantas las cosas que nos pasaron por la cabeza… tantas! No sabemos con exactitud el tiempo que permanecimos abrazados al Santo… hasta que llegaron unos peregrinos belgas que no paraban de decir: “Allez, allez… Bueno, bueno… no empujen, que esto de agradecer lleva su tiempo, les decíamos nosotros.
Después, apacible paseo soleado por el casco histórico, tapitas espléndidas en “A Taberna do Bispo”, caldo galego con grelos y chourizo en casa de “María Castaña”, con apoteósica "queimada" final incluida, y por fin bajada hasta la estación. La vuelta, eso sí, más relajada y calentita que la ida.

Salud y buenos alimentos “Tierra de Sabor” a todos. Los “Galicia Calidade”: deliciosos como siempre.

Amador, Diana y demás compañeros mártires…

Lo de "hacer el frances" no esta nada mal (si te lo hacen)

Pero en qué estarás pensando con esa mente calienturienta ? Date amigo una ducha fria que te vendrá bién .

Si lo malo es lo de grecia...