Godelleta - Valencia

A lo largo del año podemos observar un fenómeno que llamamos estacionalidad, que ocasiona que determinadas especies cambien de hábitat en busca de unas condiciones más propicias para su supervivencia. Ello da lugar a lo que conocemos como migraciones, si bien algunas de esas migraciones, como la de nuestros jóvenes que marchan al extranjero a encontrar trabajo, no se deben a la estacionalidad sino a la huevalidad de un gobierno. Son famosas las migraciones de los ñus en Kenia, de las ballenas, y, por ponerlo en ámbito local, en determinadas fechas nos podemos encontrar en nuestro termino oropéndolas, abejarucos, golondrinas, etc. . No hace mucho nos pudimos regalar la vista con una peculiar migración en pleno centro de la plaza de España de nuestro pueblo: un enjambre de abejas acompañando a una nueva reina. Se marcó una zona de seguridad para los viandantes y se colocó una colmena para que la nueva colonia de abejas tuviera un hogar, igual que se hace todos los días con los desahuciados.
Lo que ya no podemos achacar a la estacionalidad es otro fenómeno del que, como consecuencia del cambio climático y de la mano del hombre, estamos siendo testigos. Se trata de la aparición de determinadas especies en habitats no habituales que conllevan, además, una alteración de los hábitos normales en esa especie. Es el caso del cangrejo de rio americano, el caracol manzana, el jacinto de agua, algunas cactáceas, el picudo, etc. . Los daños que ocasionan estas especies en esos hábitats son incalculables, pues los degradan a niveles muy peligrosos.
El jueves pasado, sin ir más lejos, pudimos observar como un grupo de gaviotas invadía la ya mencionada plaza de España de Godelleta a altas horas de la noche. La gaviota, como todos sabemos, es una ave voraz ya de por si en su propio hábitat, llega a comerse las puestas de otras parejas y hasta los polluelos ajenos. Normalmente se alimenta de peces, huevos y otras aves, pero suele tener costumbres diurnas, no es normal que se muevan por la noche. Como la mayoría de los láridos, familia a la que pertenecen, suelen ser monógamas de por vida, por lo que es de dudar que se tratara de un desarreglo hormonal lo que les llevo a prolongar el rito de emparejamiento hasta esas horas, y además se trataba de un grupo formado por una hembra y dos machos, aunque parece que más tarde se les unió algún macho más. Debe de ser consecuencia todo ello del cambio climático, qué duda cabe. Casualmente hace cuatro años se observó una invasión similar.
Este mismo fenómeno ha sido observado en diversos municipios, de la zona y de un poco más allá. En muchas ocasiones se ha dado una extraña simbiosis: las gaviotas se han asociado con los roedores, lo que ha dado lugar a la destrucción de montañas de papel. Es lo que ha pasado en Chiva, Madrid, diversas Consellerias en Valencia, etc.. El bicho resultante, el gaviorraton, muestra una voracidad tremenda, hasta el extremo de haberse convertido en coprófagos, grandes devoradores de mierda, con el riesgo que eso puede entrañar para la salud, propia y ajena.
Otro caso curioso se ha dado en Gandia. A las tres de la mañana un grupo de gaviotas exigía que se les facilitara el acceso al edificio consistorial para poder hacer un pis. Como todo sabemos, las aves no orinan, eliminan todos sus desechos en un solo acto de defecación a través del único conducto que poseen, la cloaca, y es por ello que toda la comunidad científica está muy interesada en estudiar esta mutación que ha dado lugar a la aparición de un nuevo órgano en la especie implicada. Vemos pues la importancia que tiene el cambio climático. Vemos los daños que ocasiona en algunas especies, esperemos que suponga un beneficio para los sufridos ciudadanos de a pie.