Alginet - Valencia

«Me costó saltar por la ventana porque estaba muerto de miedo»
Un estudiante de Alginet relata desde Tokio cómo vivió el terremoto durante una conferencia en la que el público abandonó el edificio como pudo

Desamparo y caos para miles de refugiados . Sucesos PACO CERDÀ VALENCIA Testimonios valencianos.
La catástrofe natural que ayer azotó a Japón sorprendió a un centenar de valencianos en el país asiático, la gran mayoría en Tokio. Ninguno, según lo trascendido hasta el momento, sufrió daños. Eso sí: pasaron un mal trago. Miquel Espí, de Alginet, tuvo que saltar por una ventana de un edificio público de Tokio. A Carmen Grau, el suelo le parecía «arenas movedizas». La empleada de Lladró Patricia Bausá se quedó atrapada en una estación de metro. Seis monjas valencianas salieron ilesas. Y la judoca Ana Carrascosa, que dormía la siesta, tuvo que salir a la calle con lo puesto.

Miquel Espí, de Alginet, presenciaba ayer una conferencia en Tokio cuando el edificio se puso a temblar. «Al principio —relataba anoche a Levante-EMV—, como los japoneses están acostumbrados, nadie hizo nada. Pero luego siguió temblando más, y más, y más, y vi cómo algunas personas se levantaban y abrían puertas y ventanas. Aquello continuaba temblando más y vi a gente que salía por las ventanas. Yo también he saltado por la ventana. Era planta baja y no ha sido ninguna heroicidad, pero a mí no me pillaban dentro. De hecho, cuando he saltado por la ventana, notaba que las piernas no tenían fuerza… Bueno: no es que no tuvieran fuerza, sino que estaba tan muerto de miedo que las piernas no querían subir y me ha costado. Ha sido una reacción instantánea: he visto la ventana, pues por ahí».
Podría expresarse con más serenidad, pero sería menos real el testimonio de este informático valenciano de 30 años que está cursando el doctorado en la Universidad de Tokio y que ayer vivió el seísmo nipón.
Después de salir por la ventana, cuenta, se quedó en la calle y fue a un parque. «Todos llamaban por teléfono para hablar con la familia, pero las líneas estaban colapsadas. Aquello parecía Nochevieja…», dice. Luego fue a pie a casa. «Nunca he visto a tanta gente por la calle. ¡Una barbaridad de gente!», añade. Anoche, ya desde casa, expresaba su «preocupación» por las próximas réplicas.