Alboraya - Valencia

alquiler los campos abandonados
El documento del Consell prevé que los agricultores reciban ingresos directos de promociones inmobiliarias

Mantener la huerta de Valencia y su área metropolitana activa es la cuadratura del círculo. Los cultivos de las pequeñas explotaciones son cada vez más menos rentables y el estilo de vida es muy duro, al ser la agricultura una profesión que requiere constantes sacrificios. Esa es la razón de que el Plan de Protección de la Huerta, presentado esta semana por el presidente del Consell, Francisco Camps, dedique un capítulo entero a esta cuestión.

¿Cómo se resuelve? En el caso de que los campos sean de propiedad pública, lo que ocurre en la menor parte de los casos, se propone ceder su gestión a agricultores profesionales, asociaciones que promuevan la conservación del medio ambiente e incluso los llamados huertos urbanos, pequeños campos que se ceden directamente a los particulares para evitar que se conviertan en solares abandonados. En el caso de Valencia, esta práctica no es oficial, aunque sí se ha podido ver estos años en los márgenes de la V-30 y de las líneas de Renfe, esto último en el barrio de San Marcelino.

Más complicada es la cuestión cuando las parcelas son de propiedad privada. Entonces hay dos caminos posibles, según el documento que se debatirá durante las próximas semanas. El primero es que sus dueños cedan las propiedades en alquiler a los Ayuntamientos, para que así formen parte del anterior sistema de gestión.

Debido a la falta del relevo generacional y los elevados costes de mantener los pequeños campos con cultivos, cada vez se registran más explotaciones abandonadas. El desarrollo urbanístico es también un factor determinante y una cifra singular que aparece en el estudio es que desde los años 50 a esta parte ha desaparecido un 30% de superficie cultivada.

La otra manera de favorecer el mantenimiento de la huerta es considerar este paisaje como un valor añadido de las ciudades, un beneficio que gozan los vecinos sin aportar nada a cambio. Para evitar esta situación, se habla de que sus propietarios reciban ingresos directos de los planes urbanísticos.

La legislación actual habla de una serie de cargas y cesiones urbanísticas que deben aportar los promotores inmobiliarios a las ciudades. ¿Por qué no reciben algo de esto los agricultores? En el informe se habla de que la huerta de Valencia es un paisaje único en España e iguala en categoría a otros cinco de Europa.

Entonces, lo lógico es pensar en que "todo desarrollo urbanístico en los 45 municipios del ámbito del Plan conllevará una aportación directa a la huerta." Aunque no se cita en este apartado, en otro capítulo se propone la creación de un ente gestor, metropolitano y tutelado por la Generalitat, para desarrollar toda la legislación de usos y actividades permitidas en la huerta.

Otras fuentes de financiación de las que se habla son la propia Administración autonómica, así como fundaciones privadas interesadas en la conservación del territorio. Cualquier fórmula se matizará en las próximas semanas y tiene varias alternativas, como la cesión en alquiler de los campos abandonados. En caso de que haya viviendas en la propiedad, estas podrían seguir en manos de los agricultores.

Precisamente estos inmuebles son otra vía de conseguir el dinero necesario que evite la desaparición de la huerta. Restaurantes y hoteles son dos de las opciones que comentó esta semana el conseller de Medio Ambiente, José Ramón García Antón, al hablar de las posibilidades de generar ingresos.

Esto último sería especialmente importante para la conservación del patrimonio arquitectónico. Siete de cada diez alquerías o barracas están abandonadas o en un mal estado de conservación. El informe no omite la preocupación que hay sobre el futuro de la huerta y asegura que la opción de no hacer nada supondría con seguridad la desaparición del paisaje tradicional valenciano.

En cuanto al ámbito del Plan, la superficie que se quiere proteger suma 12.000 hectáreas, repartida en 40 municipios. No obstante, se añaden cinco ayuntamientos más para perfilar también las conexiones del futuro parque de la Huerta con otros parajes naturales de la provincia, como es el caso del Turia y la Calderona.

Acerca del instrumento legal más adecuado, se habla de que su declaración como Patrimonio de la Humanidad o Reserva de la Biosfera constituiría "más una marca de calidad que una figura de protección, por lo que es necesario aplicar algunas de las existentes en la legislación actual".

El deterioro del paisaje visual es otro de los asuntos donde entra a fondo el informe. La expansión de las ciudades sin ningún control es el principal peligro, aunque también se cita la construcción de infraestructuras sobre la huerta, con taludes que pueden llegar a varios metros de altura, así como tendidos eléctricos y telefónicos, construcciones no tradicionales, carteles y anuncios publicitarios, junto con el abandono de los campos y las alquerías.

Todo esto debe verse, añaden con una visión "supramunicipal y metropolitana", lo que recuerda la figura del Consell Metropolità de l'Horta, disuelto en los años 90 con la llegada del Partido Popular al gobierno de la Generalitat.

No obstante, se habla de esta entidad como que tuvo un resultado de escaso éxito. En suma, en 2030 se prevé que haya medio millón más de habitantes en los 45 municipios que forman parte del Plan, lo que se transforma sobre el plano en la desaparición de cientos de hectáreas de huerta. La previsión de la Generalitat es aprobar el documento definitivo en marzo de 2009, tras estudiar las alegaciones y sugerencias que surjan en las próximas semanas, en reuniones y debates.


https://ww.lasprovincias.es/valencia/20080615/valencia/plan-proteccion-huerta-propone-20080615.html