Alboraya - Valencia

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Para la Huerta, pero sin los huertanos
La Generalitat contrata a especialistas en dinamización social para defender su plan de protección de la huerta de valencia,pero En las reuniones de los pueblos los dinamizadores cosechan el estupor, la desconfianza y el rechazo de los agricultores

El viejo adagio del despotismo ilustrado -"para el pueblo pero sin el pueblo"- vuelve a hacerse realidad. En este caso se trata de algo que en teoría es "para la Huerta de Valencia", pero que en la práctica se está planteando de manera que se ignoran los intereses y los derechos de quienes viven y trabajan en esa huerta, los agricultores. Es decir, "Para la Huerta, pero sin la Huerta", sin los huertanos.

Este es, al menos, el sentimiento que predomina entre la inmensa mayoría de agricultores con campos en la comarca de la Huerta, conforme se van enterando de los objetivos que pretende conseguir un plan de protección de la Generalitat que les afecta de lleno y que ven como una seria amenaza, porque implica a sus propiedades, a sus ocupaciones y a sus casas.

Los agricultores de la Huerta lamentan al mismo tiempo que no se les haya tenido en cuenta de antemano, al diseñar los fundamentos del plan de protección de la Huerta. Nadie les ha consultado directamente, cuando se está hablando de actuaciones públicas sobre unos campos que son suyos y un territorio en el que se desenvuelve su actividad económica y profesional.

Por el contrario, se les trata como al resto de los ciudadanos, como si todos hablaran de algo colectivo que no va directamente unido a la vida y al patrimonio de algunos de ellos.

¿Aceptaría cualquier otra persona que todos se pusieran a hablar y a trazar proyectos sobre el futuro de su casa o de su trabajo, sin dar preferencia a su propia opinión y a sus derechos?


Los contratados
La Generalitat ha puesto a rodar la fase preparatoria de su Plan de Acción Territorial de Protección de la Huerta de Valencia, elaborado por la Conselleria de Medio Ambiente en base al artículo 22 de la ley 4/2004 de Ordenación del Territorio y Protección del Paisaje.

Lo que ahora se está desplegando es el plan previo de Consulta y Participación Ciudadana. Un conjunto de reuniones que se están celebrando en diversas poblaciones de la Huerta y a través de las cuales se pretende captar el sentir de la población interesada en este espacio huertano, para después tratar de llegar a soluciones "de consenso" sobre qué hacer en este territorio.

Para llevar a cabo estos aspectos de la consulta y la participación ciudadana, la Conselleria de Medio Ambiente ha contratado a una empresa "de investigación social y proyectos", Lligam Recerca, cuyos integrantes se presentan en las reuniones que dirigen como especialistas en dinamización social.

En el currículum profesional de Lligam Recerca figura su participación en proyectos encargados por diversas instituciones públicas relacionadas con diversos aspectos de la salud, drogodependencias, necesidades de atención ligadas a las migraciones, investigación sobre la memoria oral (Museu de la Paraula), planes locales de educación permanente e investigación sobre la audiencia de TV3 "al País Valencià", según la denominación que utiliza la propia empresa.

En las reuniones se suceden situaciones de lo más peculiares. Los dinamizadores suelen empezar explicando lo que es la Huerta, sus cultivos, su milenaria red de acequias, los apreciables valores del paisaje huertano, el entramado de caminos y parcelas... Hablan a los asistentes de los recursos hidráulicos, de la historia, de lo que queda de huerta, de que conviene preservarlo y que así se ha decidido... y de lo que se podría hacer.

Los agricultores que asisten se miran, perplejos, entre ellos, preguntándose de qué va aquello, porque escuchan cosas archisabidas, pero su timidez les mantiene en la discreción. A ver qué pasa, se dicen.

Pero su inquietud va en aumento cuando escuchan que algunos participantes en la reunión, personas de corte urbano y miembros de grupos ecologistas, hablan de ecoturismo, de utilizar los caminos y las sendas para trazar rutas educativas, y los dinamizadores asienten complacidos. Están de acuerdo en buscar alternativas, en fomentar el uso lúdico de la Huerta; "un espacio para el ocio", les dicen, "el pulmón de Valencia y su área metropolitana", y los agricultores se sienten invadidos de repente por un ejército de cicloturistas y paseantes, porque les hablan de potenciar el uso público y recreativo de su territorio y de "implantar usos compatibles con la agricultura".

"¿De qué va esto?", preguntan, y comienza a caldearse el ambiente. "¡Esto es un circo!", exclaman algunos. Otros preguntan: "¿y de mis lechugas qué, por qué no se preocupan de que nos paguen precios dignos por nuestras cosechas?" Pero en eso ya habían pensado los planificadores y los dinamizadores sociales. "Promoveremos una figura de calidad", les responden, "fomentaremos la agricultura ecológica y estudios sobre cultivos alternativos". Y ahí estalla ya la marimorena.

Si al principio de las reuniones prevalecía lo bucólico y encantador, al final se adueña de la escena el carácter rudo de quienes ven amenazados sus intereses, porque les cuentan que quieren hacer cosas sobre sus campos que sirvan para todos, pero nadie les habla a estos agricultores de su rentabilidad, de precios, de futuro. Y por ahí no pasan.


"Vengan con dinero"
Cuando preguntan a los convocantes de la reunión por qué no se ha consultado antes con ellos, con los dueños de los campos de la Huerta, les vuelven a explicar la ley, la normativa, el consenso y la intención de congeniar todos los intereses. Pero los agricultores no han escuchado nada que les suene a ventajoso para ellos. Les han hablado de "analizar las amenazas y las oportunidades de la Huerta. Todo muy en plan moderno, pero la realidad es que no ven más que amenazas, las que les trae este plan que califican "como un circo".

Cuando arrinconan a preguntas y con visible enfado a los dinamizadores, estos acaban confesando que "nosotros no somos de la conselleria". Y entonces les replican: "¿Pues para qué han venido con estas monsergas? Si quieren nuestros campos, vengan a comprarlos con dinero suficiente". Pero de eso no hay nada, sólo les repiten lo del desarrollo sostenible y de un futuro ensoñador que los dueños de la Huerta rechazan, en medio del general estupor y la desconfianza. Y ahora, como se ha corrido la voz, cada día van más agricultores a las reuniones.