Alaquàs - Valencia

El PSOE de Alarte arranca el día 4 con datos más que preocupantes

Los socialistas valencianos celebran un comité extraordinario en Elche para dar inicio un curso político que puede ser el último de su secretario general. Hay ambiente de cisma.

A PUNTO DEL FRACASO

Jorge Alarte afronta el inicio del curso político, el de la cita con las urnas, con los peores datos posibles.

Con una semana de retraso con respecto al PPCV de Francisco Camps, quizás para emular gráficamente las políticas que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero viene aplicando con la Comunidad Valenciana, arrancan los socialistas valencianos un curso político que, para ellos, marcará un antes y un después. Su secretario general, Jorge Alarte, ha elegido Elche como ciudad anfitriona –la única gran capital en la que gobiernan- para dar inicio, mediante la celebración de un comité extraordinario, a los que muchos analistas políticos coinciden en señalar en "el principio de su fin". En la ciudad de las palmeras se citan unos socialistas que estarán más preocupados en buscar aliados para unas posibles primarias que en dar la imagen de unidad ansía su teórico líder.

Es verdad que Alarte se enfrenta al imbatible PP de Camps, pero no es menos cierto que el verdadero enemigo lo tiene en casa, en y en él mismo. Y es que cuando arranca el definitivo curso político –que se cierra con la cita autonómica y local con las urnas- arrecian los nubarrones sobre su futuro que lo empeoran las paupérrimas proyecciones electorales que le aportan encuestas propias y, sobre todo algo que muchos piensan que ya no tiene vuelta atrás, el nulo conocimiento que de la figura de Jorge Alarte (y en teoría del candidato del PSPV) tiene el electorado valenciano. Según las estimaciones más favorables a los socialistas, sólo el 50% de los ciudadanos de la Comunidad saben dar respuesta a quién es Jorge Alarte.

El secretario general del PSPV cree que con trabajo la cosa se puede revertir en 9 meses. El problema es que únicamente lo cree él. Por ello, los enemigos internos afilan los cuchillos mientras en su equipo crece por momentos la desolación. "Trabajo, trabajo, trabajo" es la consigna que una y otra vez repiten desde la dirección nacional del PSPV, en un mensaje que tiene toda la sensación de perderse o difuminarse en el camino antes de llegar a las distintas agrupaciones locales que, como digo, están más pendientes de alianzas estratégicas de cara a la confección de las listas que de apuntalar a su líder. Este es el gran drama de Alarte al que, para su desgracia, se une la pesada losa de lo que actualmente la marca Zapatero representa para unos ciudadanos valencianos que huyen de todo lo que huela a Gobierno central.

Problemas para Alarte pues en casi todos los frentes abiertos de la Comunidad Valenciana -pendiente de lo que haga Ximo Puig y si decide disputarle unas primarias o de las que seguro que sí se avecinan en plazas tan importantes como Alicante- y con un panorama no menos negro en Madrid, con una Leire Pajín que le "abandonado a su suerte" y con un Pepe Blanco que ahora le sostiene pero que está como loco por soltar el hilo del que pende la cabeza del secretario general del PSPV. En la formación, como ha ocurrido prácticamente desde el año 1995, hay ambiente de cisma en un escenario de guerra permanente.

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