Amanece que no es poco. Floripepa de los Arcos pensaba a sus tiernos catorce años que su pecho estaba cambiando. Y así fue. Hoy por hoy, con cuarenta y cinco años, cuando la ven pasar los jóvenes exclaman con vulgaridad: "¡Cuántas tetas tiene!". Y están en lo cierto, pues Floripepa cuenta con nada menos que novecientos setenta y un pechos y tres pezones sueltos, todos ellos de un tamaño, digamos "estándar" y una turgencia envidiable por muchas. La conocí en un foro sobre política local (aplicada a la espectrografía de aceras, parques y jardines). Quedamos un día para tomar un café en el Lazarillo, pues ella vivía cerca, a unos doscientos setenta y siete metros. Cuando la vi la reconocí enseguida; ella llevaba un boletín en blanco y negro tal y como era su costumbre. Quise darle un abrazo, pero no hubo por dónde coger el tema, pues ese día carecía yo de brazos. Fue difícil no hablar de lo que resultaba evidente a la vista:Su botellín y sus ridículos argumentos del siglo pasado, y el hecho de que yo estaba en pelotas, con sólo unos calcetines del siglo pasado también. Nos despedimos efusiva y cálidamente con la mano desde lejos, ella se fue con sus novecientos setenta y un pechos y algún que otro botellín demás (del mahou claro), y yo acabé, tras diversas aventuras y comprar el periódico en el estanco, en el cuartelillo de la Policía Municipal donde conocí a un monosabio de las Ventas que me contó la próxima historia.... |