Versos - Máximas 15 No eches la culpa al demonio si cometiste pecados y ve con ellos cargados, pues son de tu patrimonio. Gran paciencia has de tener cuando todo se te agrava, pues hasta la noche acaba llegando el amanecer. No caigas nunca en la trampa que te tienda el desespero; nos enseña el refranero que siempre que llueve, escampa. No hagas ningún desafío ni los admitas tampoco, eso sólo lo hace un loco por culpa del desvarío. Si no te dan de comer te buscarás la comida. Con frecuencia se le olvida al hombre y a la mujer. Cuando algunas cosas pierdes y no las puedes ganar, es un consuelo pensar como la zo..a: están verdes. Si vas lanzando diatribas en vez de razonamientos, no te que quejes de los cientos de desprecios que recibas. No emplees jamás la insidia si a otro tratas de vencer, pues todos van a creer que lo hiciste por envidia. No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy; un buen consejo te doy: regaña con tu galbana. Se ve que los mandamases son los que juegan más fuerte; no es porque tengan más suerte, es que son suyos los ases. Tienen mucha habilidad que la emplean con frecuencia; para esconder su carencia recurren a la obviedad Aquel hombre presumía de virtud; no es para tanto, que comete hasta el más santo siete pecados al día. La guerra que no se hizo es la que no se perdió, así es que nadie murió y a todos nos satisfizo. De joven, como no tienes odias al acomodado, odio que queda olvidado cuando te llenas de bienes. Si ves llegar a tu suegra ofreciéndote las paces es mejor no las rechaces, porque perderás la guerra. Eres sordo como tapia cuando no quieres oír y así vas a proseguir, pues para eso no hay terapia. Un camino hiciste ayer y hoy te vas hacia el contrario; verás que es el de un falsario tu modo de proceder. Como un palomo te inflas al comenzar tus discursos y al carecer de recursos, terminas como Cantinflas. Le va en la vida muy bien desde que pudo mandar y ahora no quiere soltar el rabo de la sartén. Cabreo, maldad, insidia, enfermedad, pesimismo, crueldad, locura y sadismo todo eso trae la envidia. Cristino Vidal Benavente. |