Versos - EL GORRIÓN DE MI TEJADO Ha sido esta primavera ya muy cerca del verano mientras esperaba en vano, pues era inútil la espera, cuando ya me he convencido que jamás volveré a verte, ni en mi tejado tenerte muy cerquita de tu nido. Ya no me despertarás rayando el amanecer, cuando el sol se empieza a ver dejando a la luna atrás. Aquellos revoloteos que con tu pareja dabas al par que la cortejabas, mezclados con tus gorjeos, ya serán sólo un recuerdo clavado en mi pensamiento, que al cansarme tal tormento quiero perder y no pierdo. Tuve suerte que escogiste anidar en mi tejado, pues alegría me has dado desde el día en que viniste. Recuerdo que aquella tarde que viniste a ser vecino, escudriñabas sin tino y piabas haciendo alarde. Y tu compañera fiel como si se diera cuenta, iba detrás tan contenta muy metida en su papel. Grandemente te animaba a buscar por todas partes usando todas sus artes, pues con regocijo piaba. Y ponías tanto empeño, que encontraste lo mejor y así aumentó vuestro amor y te sentiste su dueño. Pasaron algunos días entre grandes alharacas, tus mejores trinos sacas y eres quien más fuerte pías. Tal parece que tu orgullo crece y crece y va en aumento, pues barruntas el momento en que nacerá algo tuyo. La que era tu compañera ya no sale a por comida contigo y está metida en el nido y a la espera. Pero tú vas a buscarla y se la traes en el pico, rebuscando lo más rico tratando de agasajarla. Unas veces es cebada, otras parece ser trigo lo que trasportas contigo para ofrecerlo a tu amada. Te cuesta mucho marchar, mas la dicha de volver compensa, ya que has de ver a la gorriona empollar. Pasa el tiempo y un buen día se va abriendo un cascarón y muy pronto un gorrión saca la cabeza y pía. Cinco salen en total y lo hacen sin plumaje, pero ya tendrán su traje como tiene cada cual. Cuánta dicha, qué alegría, cinco bocas amarillas suenan como campanillas en inmensa algarabía. Los padres se van turnando en traerles el sustento sin descansar un momento, por todos lados buscando los manjares más sabrosos en dondequiera que estén, pues ellos saben muy bien cómo alimentar golosos. Los padres y los pequeños con mucha alegría viven, pues gracias a Dios, reciben cuanto piden en sus sueños. Los pequeños van creciendo y se asoman a la puerta de su nido, estando alerta la pareja, conteniendo los impulsos de volar de aquellos cinco insensatos, pues saben que algunos gatos andan por aquel lugar. Y si alguno cometiera tan tamaño desatino, no tardaría un felino en comerse al que cayera. Pero el tiempo va pasando creciendo más su plumaje y reciben el mensaje de que tienen que ir probando a volar ya por su cuenta, pues tienen todas las claves, porque para eso son aves, haciéndolo quien lo intenta. Y así los padres permiten que hagan sus primeros vuelos sin ocultar sus recelos, para que así les imiten. Pero hubo tan mala suerte en el intento primero, que al salir del agujero dos encontraron la muerte. Y es que un gato que acechaba de un zarpazo los tiró y después se los comió mientras el resto escapaba. Sobre un árbol se posaron a reponerse del susto que tan tremendo disgusto sin buscarlo se encontraron. Tan en mala hora salieron, que después de lo del gato sólo hubo pasado un rato y las desdichas siguieron, pues vieron un alcotán por el cielo planeando, seguro que vigilando a los pájaros que están recién salidos del nido, no sabiendo que al instante llega un peligro acuciante sin saber de dónde ha sido. De pronto se armó un revuelo y los pájaros que había por aquella cercanía con terror miran al cielo. El alcotán en picado se tira sobre una presa, pero ésta resulta ilesa, que por pelos se ha escapado. Pero insiste el predador, que cuando vuelve a la carga da una pasada muy larga llenándose de furor. Fija su torva mirada sobre la presa que elige y hacia ella se dirige de forma desaforada. A los pájaros del nido que hicieran en mi tejado, esta vez les ha tocado ser el bocado elegido. El padre que se da cuenta intenta una maniobra, aunque conoce de sobra que al final será sangrienta. Por eso, valientemente va a llamarle la atención, para que su fijación se pose en él solamente. El alcotán ya le ha visto, corrige su trayectoria, va a por él con mucha euforia creyendo que ya está listo para en sus garras caer, pero el pájaro le esquiva de manera decisiva que los suyos pueden ver. Logra ponerse a cubierto debajo de un cobertizo habiendo rizado el rizo cual un piloto harto experto. Una vez que ve salvada a su familia, el gorrión va a buscar la salvación antes de nueva pasada, pero ya se encuentra abanto y le abandona la suerte y el fantasma de la muerte le va a envolver con su manto. Fue tan fuerte la embestida que como trapo volteó y el alcotán le agarró cuando no tenía vida, pero sí pudo salvar a los suyos de la muerte y como no era el más fuerte bien se tuvo que inmolar. No peleó en buena lid, que fue lucha desigual y por ser tan abismal esta vez perdió David. Tu inmensa hazaña valoro y aunque fuiste un gorrión se me encoge el corazón cuando lo recuerdo… y lloro. Cristino Vidal Benavente.
|