RELATO DE UNA VIDA PARALELA Jenaro Gibb: el butanero infeliz ultimamente la gente ha decidido contarme su vida y sus peripecias: desde NougatMán hasta Braulio, pasando por Adolf-Rubster Pérez o Mari Kon. Si tuviera acento argentino lo entendería pero como soy mudo, ni eso. El otro día estaba en el messenger y conocí a Jenaro Gibb quien, tras titubear, me hizo una gran confesión: él es el cuarto Bee Gee. Tiene el pelo cano como sus hermanos; tiene los ojos tristes como sus hermanos; y dice que la tiene larga y roja como… digo yo que como sus hermanos después de pillársela con la tapa del WC. Nació en el seno de la familia Gibb a mediados de los años cincuenta. Su padre era un bailarín cojo y su madre una cantante tartamuda: ambos se conocieron en un circo. Desde muy pequeños les enseñaron a superarse a ellos mismos, a no desfallecer y a no reírse cuando papá bailaba y mamá cantaba. Jenaro nunca entendió porque sus padres en lugar de llamarle Barry, Robin o Maurice (como sus hermanos) le llamaron Jenaro, como el butanero ejem ejem bajo, feo, gordo y desagradable que cada día les traía una botella de butano. Ya desde la infancia comenzaron las diferencias entre los hermanos: mientras Barry, Robin y Maurice pasaban el día cantando en sus habitaciones, Jenaro iba de aquí para allá con una botella de butano. Años después descubriría que en casa todo era eléctrico. Con el tiempo sus hermanos montaron un grupo de música. Al principio solo cantaban en bodas, bautizos, comuniones y velatorios. Pronto dejaron los velatorios. Se hacían llamar los “Gee” y su madre se enfadó mucho cuando descubrió que habían excluido a Jenaro del grupo; ellos argumentaron que era porque siempre iba con una botella de butano por ahí y que eso era muy peligroso. La madre les obligó a incluirle en el grupo y por eso cambiaron el nombre a “Bee Gee”: “Gee” por ellos y “Bee” por Jenaro, porque cantaba como un borrego. Discutían continuamente por las botellas de butano hasta que un día sucedió lo que tenía que suceder: Jenaro les pilló a todos las pelotas con dos botellas de butano. ¿Tragedia? No, para nada, a partir de entonces sus voces se tornaron más agudas y consiguieron el éxito que siempre se les había escapado. A Jenaro, con el tiempo, le cambió la voz y le echaron del grupo aunque, en su honor, y por el gran favor que les había hecho, mantuvieron el “Bee” en el nombre. Le dije a Jenaro que me gustaría hablar con él y él me dio el teléfono de Gas Natural. Un tipo curioso. Saludos Cordiales...
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