Almorox - Toledo

No estaria mal seguir el ejemplo, ademas es mas efectivo que las dietas milagrosas que muchos hacen por estas fechas...

Madrigueras, a tan sólo 32 kilómetros de la capital de la provincia, tiene al menos tantas bicicletas como habitantes y las mantiene como su forma predominante de transporte dentro de su casco urbano
Emilio Fernández
Madrigueras es un pequeño pueblo de 5.000 habitantes situado unos 32 kilómetros al norte de la ciudad de Albacete. Es un pueblo en el que un visitante atento puede descubrir contrastes muy curiosos entre la modernidad y la tradición.
Por ejemplo, en este pueblo se está desarrollando una moderna red wifi de comunicaciones inalámbricas. Pero, al mismo tiempo, en la fachada del Ayuntamiento, se pueden ver los pizarrones de toda la vida con los que los funcionarios municipales avisan a los vecinos de las novedades que se van produciendo. Los buses, los cursillos, los plazos de convocatorias... como siempre se ha hecho y, si funciona, ¿para qué quitarlo?.
Ese contraste y esta lógica también se extienden a otros ámbitos de su vida. Por ejemplo, en Madrigueras está una de las fábricas más importantes de la región de componentes para la industria eólica, o un fuerte núcleo de industria cuchillera. Y, sin embargo, los vecinos de Madrigueras han dedicado un esfuerzo ímprobo a mantener la fabricación artesanal de balanzas romanas que, antiguamente, fueron el distintivo del pueblo, como la navaja lo es de Albacete.
En su vida cotidiana, hay otro rasgo, otra tradición, que los vecinos de este pueblo han mantenido, llevados de esa misma sensatez: las bicicletas. Cuando el visitante llega a Madrigueras a ciertas horas del día, descubre que hay vecinos de todas las edades montados en bicis de todos los tipos, tamaños y colores.
Hay niños en bicis infantiles, señoras en bicis de paseo cargadas con las bolsas de la compra, madres que traen lon hijos del cole en bicis con sillín adaptado, abuelos con las veteranas bicis que les han acompañado toda la vida, y abuelos que se montan en máquinas modernas, con cambio semiautomático y suspensión, jóvenes que hacen deporte en máquinas de ruta o se meten por el campo en las mountain-bikes.

una costumbre más. Lo curioso es que, según reconoce la propia alcaldesa del pueblo, Caridad Valera, es que esta imagen no es el resultado de ninguna política premeditada de promoción del transporte limpio, no tiene nada que ver con las campañas para fomentar el uso de las dos ruedas que costean las grandes ciudades, ni con la creación de ningún carril-bici. Es, simplemente, una costrumbre de siempre que funciona. Y, si funciona, ¿para qué vamos a cambiarla?.
«La prueba es que el uso de la bici lo mantuvieron, sobre todo, los mayores -explica Valera- si uno se va al hogar del jubilado, siempre verá un estacionamiento abarrotado de bicicletas. Pero también se ven bicicletas a las puertas del supermercado o a la salida del colegiio».
Todos los años, a finales de mayo, el Ayuntamiento organiza una fiesta de la bici. Ese día, hay premios, competiciones, paseos, y todo el pueblo se inunda de estas máquinas. Lo curioso es que, si uno pregunta cuántas bicis hay en el pueblo, nadie sabe dar una respuesta cierta. Ni en el Ayuntamiento, ni en el resto del pueblo.
«No creo que lo sepa nadie -afirma Nuria García, la concejala de Deportes- pero bien seguro que hay, al menos, casi tantas bicis como habitantes; en mi casa, sin ir más lejos, hay siete. Todos tenemos una o varias bicis porque, claro, hay muchos que tienen la de paseo, la de diario, y luego tienen otra para hacer deporte».
«Por lo bajo, por lo bajo, yo le diría que mil -contestan tres jubilados en el parque- y lo cierto es que en esta época del año no se ven todas las que hay por el pueblo, porque es época de vendimia y hay mucha gente en el campo. Si no, al mediodía, lleno».
Estos tres veteranos no tienen inconveniente en posar para la cámara. Son tres ‘jóvenes’ cuyas edades van desde los 68 a los 90 ‘largos’. Uno de ellos, el más veterano, se lamenta, con resignación «porque como ya voy mayor, los nietos me han dicho que está bien de bicicleta» pero que, si por el fuese, seguía sin problemas.
«Si es que esto es llano -nos explican- así que en un lugar como éste, cómo no se va a usar la bicicleta, es lo suyo». Los noches no molestan mucho, explican «pero otra cosa son los jóvenes con las motos, ahí si que hay peligro cuando te cruzas con ellos».

de paseo y de carga. Más allá del parque, hacia la zona del economato, las señoras pasan a bordo de sus bicis de paseo o, más bien, de carga. Queda media hora para la salida del colegio, y hay que apurar con las últimas compras antes de que salgan los nenes. Van pasando, con bolsas en las cestas o colgando directamente del manillar, equilibradas entre sí.
A la una en punto, se acaban las clases en el colegio. Las madres y las abuelas llegan a dos ruedas y esperan. Cuando salen los ‘guachos’, montan a los más pequeños en las sillas adaptadas, mientras sus hermanos mayores cogen sus propias bicicletas para coger el camino de vuelta a casa.
Justo entonces, un problema de tráfico. «¡Pero adónde vas con el coche!» le dice una señora que ya ha montado al nene en la parte de atrás a otra que ha venido a buscar al suyo en un automóvil y que le corta el paso. Y es que aquí, el motor de explosión no siempre se sale con la suya.

querido paisano no ay que irse tan lejos aqui en consuegra ay muchiiiiisima gente vamos atodos lados con la bici yo la primera jijijjicualqier dia la ringo ala pobre con la compra.

hola almoroxana cuanto tiempo sin saber de ti. Aparte que apena te veo por el pueblo se te echa de menos a ver si te veo mas a menudo,besitos

yo pensaba que lo de Amsterdam iba más encaminado hacia los coffe shops y el barrio rojo... que desilusión