En el limbo La visión del despejado solar que ocupaba la casa-tienda de la tia Paula me refuerza la sensación que tengo,desde hace algunos años, de que este no es MI pueblo ,que me lo están cambiando. Las mejoras,reformas y contrareformas,la desaparición de edificios,las nuevas formas de vida y el encontrar cada vez más caras y casas nuevas me la han ido creando. También me trae recuerdos de niñez. Recuerdo el tiempo que pasábamos allí al lado en la replaceta-carasol,afanados,intentando darles la vuelta a cartetas,bufos y perras que terminaban bolladas por los tejos, las arandelas de hierro(Chavos les llamábamos)de la vía o de cualquier maquinaria; o en el juego de los pitones pronunciando a cada contacto las correspondientes palabras: chiva,enpazdechiva,pipalmo, me cabe, matute y gua.Y al tio Andaluz que al pasar nos provocaba diciendo que había puesto un telegrama para que nos mandaran por la zaica un barco lleno de pitones que atracaría en el pontón. Recuerdo también la emoción de lo prohibido,intentando abatir palomas con el tirador,allí en la sombría calle de detrás de la iglesia donde algún invierno se formaba un largo patinadero en el que engordábamos los sabañones. En el otro lado nos entreteníamos subiendo y bajando por las verdinosas,estrechas y resbaladizas escalerillas de cemento del monumento a los caídos hasta que alguna persona mayor,entre irritada y temerosa, nos gritaba: - ¡ Muchichos ! ¡ bajar diay!. Después, desde abajo, nos conformábamos con juntar letras en la lápida, como nos enseñaban Doña Pilar o Don David,y nos sorprendámos leyendo algunos de nuestros nombres o apellidos. Alguno ,como Iritía, se me ha quedado enredado en el subconsciente. NOTA: Que nadie entienda en estas palabras aquello de que " cualquier tiempo pasado fue mejor", ni mucho menos, si no que se lo digan a los convecinos mas adultos que, en aquellos tiempos, sobrevivían amorraos a los salitres del prao y a las pedrizas del monte.
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