Alcorisa - Teruel

LA CRISIS ECONÓMICA

y las MU-CHACHAS




Crisis, protagonista de todas las tertulias y reuniones de amig@s y familiares, todo el mundo está hart@ de escuchar por los medios de comunicación que, efectivamente, estamos pasando una etapa de crisis económica. Pero, ¿cómo afecta esta crisis económica a las mujeres? ¿Los medios de comunicación y las instituciones competentes reflejan y analizan la crisis en la siempre precaria situación económico-social de las mujeres?

Sinceramente, creo que la tan mencionada crisis esconde tras de sí numerosas incógnitas, que cuanto menos, deben despertar nuestra intuición y motivarnos para utilizar las gafas lilas de la perspectiva de género.



A finales de diciembre de 2008 los datos del INEM no parecen ser de lo más positivos, se ha incrementado el número de beneficiarios de prestaciones contributivas y asistenciales en la provincia de Alicante, cebándose el paro principalmente con l@s trabajador@s con edades comprendidas entre 20 y 35 años.



¿Qué refleja un dato “objetivo” a simple vista como los que nos ofrece el INEM? Si los medios de comunicación, como acostumbran a hacer, no los desagregan por género, pues nada la verdad.



La crisis económica se está cebando principalmente con la mitad de la sociedad que previa crisis ya estaba en una situación precaria, o como mínimo desigualitaria. Las mujeres viudas, las adolescentes y las mujeres de la tercera edad, tanto en las prestaciones sociales, como en los sueldos, como en las pensiones, siguen igual o peor que antes de la crisis económica.



Aquellas muchachas ilusionadas por incorporarse al mundo laboral, se convierten hoy día en mu-chachas víctimas de los caprichos ilimitados de un mercado laboral siempre inestable y capitalista,



¿Cómo garantizar la igualdad plena entre mujeres y varones si la principal vía ofertada para ella, la independencia económica, depende constantemente de los vaivenes de un mercado laboral caprichoso?



En un contexto de crisis como en el que estamos, social además de económica, deberíamos recapacitar sobre si los medios y pilares ofertados para garantizar la igualdad son los adecuados.

Siguiendo con el paro y como repercute este a las mujeres, decir que en el mejor de los escenarios posibles la mujer no perderá el empleo, pero se verá doblemente explotada por las cargas doméstico-dependientes y por la ligazón que la unirá más aún a su “empleo exterior”, si quiere sacar a flote la economía familiar en tiempos de crisis. En el peor de los casos, se irá al paro cobrando prestaciones contributivas o asistenciales inferiores a la de los varones en la mayoría de los casos (baremos de la cotización), estando por tanto en situación de desventaja e incrementándose su ya generalizada existente, pobreza relativa.



¿Quién habla en tiempos de crisis de las amas de casas, las mujeres mayores de cuarenta años paradas y las ancianas?

¿Quién propone planes de inserción laboral para aquellas mujeres tachadas de “obsoletas” por el mercado laboral?

¿Quién garantiza el bienestar de las viudas y las jubiladas?



Parece ser que en vacas gordas nadie lee la letra pequeña, no se percataron las mujeres que las puertas de sus casas no se abrieron de par en par con la intención de insertarlas en el mundo laboral en igualdad de condiciones que los varones, no señor. Esas puertas siempre permanecieron medio abiertas, resultaron ser giratorias, la mujer debía tener un pie dentro y otro fuera, tenía que reproducir la vida doméstico-dependiente mientras demostraba ser una mujer bandera ante la familia, debía ser maleable y dinámica. Pero ahora las puertas se han oxidado de tanto vaivén, el mercado laboral parece ser que les da con ellas en las narices a muchas mujeres i-l(u/e)sionadas en dejar de ser mu-chachas.



Eran dependientes del hogar y resultaron también ser dependientes de los altibajos del mercado laboral. Éste no estando conforme con “invitarlas” a regresar a sus hogares, a semejanza de las campañas actuales de retorno de l@s inmigrantes, incrementa su precarización con prestaciones sociales que no garantizan la igualdad, por no decir una vida digna (que se lo digan a las jubiladas y viudas eternamente olvidadas por las instituciones político-administrativas).



Por lo tanto, muestro mi más profunda tristeza al ver que el contexto socio-laboral actual no favorece por lo visto a buena parte de la sociedad española, por no concretar diciendo que no favorece a las mujeres.



No debemos consentir que en tiempos de crisis se ponga en tela de juicio el derecho de las mujeres a un empleo digno. Más que nada porque, en ello se juega nuestro futuro como sociedad y ciudadanía comprometida con la igualdad entre varones y mujeres.



Mujeres, que no precaricen vuestras vidas, que no os conviertan en mu-chachas.



Ángel Manuel Amaro Quintas