Cambrils - Tarragona

Es complicado definir arte.
Prescindiendo del famoso chascarrillo donde un lumbreras le pregunta a otro ¿qué es el arte? y el fulano le espeta pues qué va a ser,morirte de frío... estoy más en la línea de Uno Más.
Sin despreciar a gente como Richard Avedon y su mirada a la América profunda,considero que el hecho que un tipo,en cueros,se coloque frente a una pared en Altamira y plasme unos bisontes simples como dreivación de sus sueños y esperanzas,eso,me parece sublime.El Hombre es un ser maravilloso cuando transmite con una parte de su cuerpo,en este caso las manos,aquello que cada uno de nosotros sueña o teme.Es la continuación de las dudas,de los sueños y de los miedos expresados en un lienzo o sacados de un bloque de mármol.Se puede considerar,por los puristas,que qué más da un pincel de determinado pelo o una digital zoom de quinta generación pero no es lo mismo.Desde que se inventó el bidet y la máquina de cortar embutido,las cosas no saben igual y sí,puedo admirar como el daguerrotipo plasma una secuencia determinada pero mi admiración sigue concentrada en la sala del Prado ante Las Meninas,los fusilamientos o el pequeño cuadro de Neptuno devorando a sus hijos.Admiro cuando un Hombre me enseña o me enfrenta,sobre un lienzo,a aquello que alguna vez hemos deseado,amado u odiado.
Soy más de aceites,acuarela y carboncillo que de precisión,grises contrastados y photoshop.
Y de vez en cuando viene bien,D. Félix,que alguien nos rescate de tanta farándula politiquera.Y desde luego,mis cascabeles siguen en algún sitio de Florencia,frente al Moisés de Miguel Angel,sus venas y su vida.Quise encontrarlos en la Capilla Sixtina y tampoco los encontré.En el Contemporáneo de Nueva York ni busqué.Pasé por el Louvre,ni rastro.Hasta que me dí cuenta que siempre habían estado en el Museo del Prado,donde soy capaz de estar ocho horas perdido entre sus salas.
El Tamboriler del Bruch.