Villanueva de San Juan - Sevilla

Dicen algunos que la patria de cada uno es su infancia, estoy bastante de acuerdo, cuanto más viejo soy más nostálgico me vuelvo de aquellos años de miseria feliz, que aunque parezca una contradicción no lo es, pues fui feliz en lo que visto desde ahora era una absoluta miseria. Quizás eso nos pase más a los que nos fuimos de nuestro pueblo ya con unos años, y pasamos en él la infancia y parte de la juventud, o quizás sea un problema de desarraigo en la ciudad donde uno se asentó, sea como fuere cuando empieza a acercarse la hora de cruzar a la otra orilla uno empieza a plantearse desde qué punto ha de cruzar el Aqueronte.
Cuando visito un cementerio de una gran ciudad lo veo (para otros no será así) como un lugar sin memoria, no asocio los nombres y apellidos de aquellas lapidas a personas o familias. Por contraste cuando voy al cementerio de mi pueblo, siempre que visito el pueblo lo hago, en cada lápida, en cada nombre y apellido escrito veo, o mejor dicho recuerdo, a una persona o familia. En muchos casos mi propia familia, y en todos los demás conocidos o amigos; digamos que, aunque sea irracional, me siento acompañado.
Acabo de hacer testamento vital, y he hecho hincapié en que, en caso de no morir en mi pueblo, lleven mis cenizas y las depositen en la tumba familiar. Quiero que cuando lean mi nombre tengan memoria, aunque sea amarga, de mí

Entiendo lo que comentas aunque lo veo de forma diferente. Yo en donde vivo, también lejos del pueblo, tengo ya enterrado a mis padres y es por tanto donde más recuerdos pueden traerme unas lápidas. No obstante y a pesar de que visito el cementerio algunas veces aunque no sean las fechas en las que todos suelen ir, lo que creo que realmente queda de nosotros no es lo que diga la lápida, las flores o adornos que esta tenga, para mí lo que queda es lo que fuimos, como nos comportemos con los demás y en definitiva que hicimos con respecto a los demás en nuestro paso por esta vida independientemente de donde y como acaben nuestros restos cuando llegue el final de nuestras vidas.

Hay un libro de Albert Camus, inacabado pues murió antes de terminarlo pero editado después, que se titula EL PRIMER HOMBRE. Hace referencia a los colonos que se instalaron en Argelia bajo el patrocinio del estado francés, el era descendiente. Su padre además quedó huérfano de padre y madre y perdió el contacto con el resto de sus familiares, quedó solo y sin raíces en una tierra y una cultura, que al menos en una parte era hostil, creo que el título hace referencia a eso.
La gente cuando emigra tiene diferentes actitudes con respecto al sitio donde recalan. Los hay que abrazan la nueva cultura y forma de hacer, haciendo tabla rasa con todo su pasado, algunos les molesta incluso que le pregunten donde nacieron. Otros se parapetan en sus tradiciones quedando desfasados incluso de sus poblaciones de origen, pues quedan como congelados en el tiempo. La mayoría evoluciona con la sociedad guardando memoria de su origen. Cada uno adopta la actitud que mejor le parece.
En cuanto a lo que queda de cada uno cuando morimos confieso que no tengo ni idea, en cuanto al cómo y dónde, me refiero a los restos, tengo mis preferencias. Nací y crecí en mi pueblo, y no tengo vocación de primer hombre, así que, si mi descendencia no lo impide, seré el último.