Villanueva de San Juan - Sevilla

Desguazadas su alma y sus velas tras años de tormentas y locuras, el viejo Ulises regresa a Ítaca.
Su nave se adentra en la bocana del puerto empujada por la brisa que exhalan tus labios.
Atrás quedaron las calamidades del viaje, y hacia el recuerdo de tus besos se dirige ahora para amarrar definitivamente su corto futuro.
Porqué, Penélope, dejó Ulises la segura ensenada de tu cuerpo y se abandonó a sus torpes quimeras.
Quizás, triste Penélope, en tu entrada edad, te preguntes si un hombre merece tanto tejer y destejer las fibras de tu amor, tantas dudas de tu carne huérfanas de caricias.
Tal vez, pobre Penélope, si la historia no te hubiese atrapado en ese reino de despropósitos humanos, tu juventud habría sido venturosa y llena de gozos. No esclava de locos dioses y de hombres con ínfulas de grandeza.

A mí no me espera Penélope tejiendo y destejiendo, ni Argos sobre el estiércol. No tengo casa ni palacio ni gobierno que reivindicar. No tengo argumentos para volver a Ítaca. Y sin embargo, mis vísceras me empujan, mis ojos reclaman sus paisajes, mis huesos, su tierra

A veces hago esfuerzos, por quitarme esta isla de la cabeza, por la sensatez. Me digo que Ítaca no es mejor que cualquier otra isla del jónico. Ni siquiera es mejor que cualquier otro lugar del mundo donde una persona pueda trabajar y ganarse la vida, es más, entiendo, sé, que ganarse la vida en Ítaca es muy duro, a veces imposible. Pero así como la tierra reclama la manzana del árbol, la fuerza gravitatoria de Ítaca, en la medida que pasan los años, va aumentando sobre mí. Al final, estoy seguro de ello, Ítaca vencerá.
No sé si mis recuerdos me traicionan, si el aire es tan limpio como creo, si la gente es tan amable y solidaria, si los hogares se encienden en invierno e impregnan el ambiente con el olor a leña quemada, si el verano huele a jazmín y dama de noche, si el invierno derrama aceite y pan el verano, si el silencio de la noche sigue existiendo. Me gustaría que fuera así. Si no fuera así me gustaría ser víctima, o quizás sería mejor decir beneficiario, de una conspiración, a ser posible cósmica, que me hiciera vivir en esa mentira; al fin y al cabo todos vivimos, creo, instalados en alguna mentira ya sea celestial o terrenal.
De cualquier forma, el viaje está decidido, regresaré a Ítaca donde espero pasar lo poco que queda de mi particular invierno.
Saludos a todos los itaquenses.