Pilas - Sevilla

"Expertos sociólogos al servicio del Gobierno de la nación y del partido político que lo sustenta opinan -y me figuro que en base a sesudos estudios y científicos sondeos- que una gran parte de la ciudadanía son, con perdón, gilipichis o, como diría el incontinente ex alcalde de Getafe, Pedro Castro, “tontos de los cojo....”.

¿Cómo, si no, puede entenderse que le den el visto bueno a la intervención de Mariano Rajoy en la Interparlamentaria del PP, reunida este lunes en Toledo, en la que manifiesta con rotundidad que “no vamos a cargar [el PP] con las culpas de nadie ni los platos rotos de otros [el PSOE] porque quien socavó nuestro Estado del bienestar no puede darnos lecciones de políticas sociales” y que, no contento con estas afirmaciones, las apostillara aseverando que este partido (el PSOE) “nos dejó un déficit de bancarrota, y aquí está buena parte de nuestros males, y dejó al borde del colapso los servicios sociales”?

Se supone que estos asesores de la Moncloa -expertos en la ciencia sociológica- disponen de todas las manifestaciones que ha realizado quien les manda y autoriza el pago de sus retribuciones y, sin lugar a dudas, habrán estudiado la conveniencia de que éste haga, ahora, estas aseveraciones a la luz de aquellas que pronunció hace un año, concretamente el día 19 de diciembre de 2011 en el que se celebró el debate de su investidura como presidente de la nación, cuando afirmó que la actuación gubernamental del nuevo Gobierno no haría hincapié en la herencia recibida del anterior. “En política, no existe la herencia a beneficio de inventario. Sabíamos lo que nos espera y sabíamos y sabemos que se nos juzgará por lo que consigamos y no por lo que intentemos o por cómo hayamos encontrado las cosas”, declaró literalmente en aquella ocasión Mariano Rajoy.

¿Cómo es posible que los sociólogos monclovitas asesoren a su presidente para que diga una cosa y, a su vez, la contraria? No se me ocurre una explicación distinta a la ya esbozada al principio de este escrito. Entre los destinatarios de tan contradictorios mensajes estos asesores han detectado la existencia de una porción nada desdeñable de personas que carecen de una capacidad mínima de discernimiento, están inhabilitadas para analizar con cierta racionalidad los eslóganes que se les hace llegar desde el poder o, directamente, tienen una minusvalía seria que les impide recordar aquello que haya podido acontecer en el corto espacio de tiempo que transcurre entre un programa y el siguiente que protagoniza la inefable Belén Esteban u otros personajes de similar calaña .

La prueba del nueve de que esta teoría debe ser la acertada la tenemos en la siguiente promesa que hizo el presidente de la nación en la misma sesión de investidura y que al parecer muchos no recuerdan o, al menos, no demandan su cumplimiento: “Responderé a un compromiso del que pretendo hacer bandera en mi Gobierno: decir siempre la verdad, aunque duela; decir la verdad sin adornos ni excusas; llamar al pan, pan y, al vino, vino”. ¡Sin comentarios!"