La Luisiana - Sevilla

Cuando muchos lusianeros, en los sesenta, subieron al tren con destino a Cataluña no lo hicieron por amor ni por capricho, sino porque aquí, en La Luisiana, sus brazos o su talento no tenían Tajos para salir adelante con cierta holgura.
Y Cataluña, que tenía Tajos en los que, entregándose, se le podía ver el fin a la miseria, abrió los brazos y eso significó, por un lado, la solución para miles de familias lusianeras, y por otro, el gran crecimiento de la industria catalana.
El resultado fue bueno, aunque doliera dejar la tierra propia y enfrentarse a un mundo que les llevaba un adelanto de medio siglo. Cuando, en las vacaciones, hablo con algunos de aquellos y les digo que si no echan de menos La Luisiana, los amigos, las tradiciones lusianeras, me dicen que no, que quienes están hechos, desde hace más de cuarenta años, a una convivencia distinta y mejor, ya no tienen más Patria que el salón de su casa y la semanal reunión con los amigos.
Hubo quien, a pesar de haber estado media vida en Cataluña, volvió a La Luisiana, y unos son felices en la vuelta y otros vagan como apátridas por estas calles lusianeras, ni de aquí ni de allí, pero casi todos vuelven con una pensión que les asegura, si no la felicidad, sí el pan de la vejez.
Volver. Volver a Vuestro Pueblo.
Volver porque La Luisiana seguira siempre siendo Vuestro Pueblo.