Constantina - Sevilla

Interesante artículo hoy en ABC de Sevilla de Antonio García Barbeito:

Nunca faltan a un acto en el que tengan asegurado micrófono, cámara de vídeo municipal o cámara fotográfica. Son los políticos menores que nunca pensaron verse en una ocasión así, y cuando llegan al poder pequeño de una alcaldía se creen que han descubierto América y merecen que los inmortalice Velázquez sentados en su sillón. Los conozco entregados y discretos, es cierto, poco amigos de aparecer en todas partes, y que delegan, como es justo hacer muchas veces, en personas que están con ellos en el gobierno municipal, como concejales o como asesores en determinados proyectos. Pero estos políticos que digo no se hartan ni en un verde, digo que no se hartan de protagonismo. Y vayan a la inauguración de un edificio, vayan a una fiesta de jóvenes que tienen el detalle —aunque no venga a cuento el detalle— de invitar a la autoridad, a una romería en la que no pintan nada, a un acto de convivencia de mujeres mayores o a un día de mercadillo, allí están, con el fotógrafo cerca —eso hay que asegurarlo, si no, no vale—, y resulta que en seis meses esa autoridad tiene fotos y pie de fotos para editar dos revistas en las que aparezca como la omnipresencia. Tiene para editar dos revistas y las edita, encima. Una calle recién adoquinada, una plaza con una nueva fuente, dos nuevas aulas en un colegio, un día de campo de los jóvenes, un partido de fútbol benéfico, paseo por la feria visitando casetas, junto al cura el día de no sé qué procesión… Así hace también dos revistas el que tira los cohetes o el que vende melones en una furgoneta, basta con que tenga cerca a quien lo fotografíe.
Pero en esas revistas no están todas las fotos. Esas revistas es como si la muchacha que está cogiendo algodón enseña el álbum de cuando fue reina el día de la patrona. Esa autoridad tendría que estar en todas las imágenes del lugar en que gobierna. Pero no sale en las calles que están mal iluminadas o a oscuras y por las es bueno pasar del brazo de un traumatólogo. Ni en las calles donde las normas de tráfico no las cumple nadie. Ni en la soledad de muerte de las calles a las diez de la noche. Ni junto a la suciedad por abandono de algunos lugares que merecen cuido. Ni en el aburrimiento de niños, jóvenes y mayores que no saben, porque no tienen, a dónde ir darle sentido a un fin de semana. Ni ante las cerradas puertas de edificios que llaman culturales y parecen clausurados negocios de ruina. Una revista de fotos tendrían que editar los pueblos, preguntándose por qué la autoridad no sale retratada en esos sitios.