Burguillos - Sevilla

LOS EFECTOS DEL "TIJERETAZO"

El "haraquiri" de ZP hunde la moral del PSOE y desata el nerviosismo

Ana I. Martín

Caras largas -de funeral incluso- por los negros nubarrones que se les vienen encima, incluido el de los sindicatos. La maquinaria de Ferraz intenta frenar los golpes, una misión imposible.

13 de mayo de 2010

El drástico plan de Zapatero hizo cundir el desánimo y la preocupación entre las filas socialistas.

No hay lugar a dudas: la de este miércoles fue la jornada más dura que le ha tocado vivir a José Luis Rodríguez Zapatero en sus más de seis años en La Moncloa. Y, por extensión, a todo el socialismo. Ahogado en el mar de la desconfianza de los inversores y presionado por sus socios de la Unión Europea y hasta por Barack Obama, al presidente no le quedó más remedio que hacer jirones la bandera social con la que se había arropado hasta ahora y anunciar "el mayor recorte de derechos sociales de la democracia", como lo definió Mariano Rajoy, incluida la primera rebaja de sueldos para los funcionarios.

Es difícil enmudecer al hemiciclo. Zapatero lo consiguió a eso de las 9.20, cuando empezó a desgranar, con rostro serio y voz solemne, el tijeretazo. A partir de ese momento las caras largas se instalaron en la bancada socialista. Fue sintomático que varios diputados del PSOE -entre ellos el portavoz en la Comisión de Presupuestos, Francisco Fernández Marugán- se mantuvieran sentados en sus escaños cuando el presidente hubo terminado su primera intervención y los demás se levantaban a ovacionarle. Ni en su primer turno de réplica ni en el segundo abundaron los aplausos. El horno estaba para pocos bollos.

Caras de funeral también al término del debate. "Hoy ha sido un día muy duro, y esto no ha hecho más que empezar", se lamentaba un dirigente socialista lejos de los micrófonos". "La bandera que siempre hemos llevado, la social, hoy está de capa caída", decía otro. "El PP lleva dos años pidiendo una huelga general y al final la van a tener", añadía el de más allá. Porque además de derribar a cañonazos los cimientos de su repetitivo discurso, Zapatero se ha ganado el rechazo frontal de los sindicatos, los mismos que tantas castañas del fuego le han sacado en estos seis años. Él que siempre ha presumido de que a pesar de la crisis ha mantenido a raya la conflictividad social, ahora se enfrenta a más que probables protestas en la calle y a una posible huelga general, aunque tratará de evitar ese cáliz a toda costa. De hecho, este jueves ha convocado en La Moncloa a Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo.

La duda es, ¿será capaz de agotar su mandato si los sindicatos le convocan una huelga general o ello le haría adelantar las elecciones? Lo del anticipo electoral corría de boca en boca entre los dirigentes del PP en los pasillos, aunque Rajoy no fue tan lejos durante el debate. A muchos de sus compañeros de filas les habría gustado que diera ese golpe de efecto, pero él consideró que no era el momento. Sí lo hizo -la única- Rosa Díez al final de su intervención.

Los socialistas se debatían este miércoles entre el pesimismo y la preocupación. Pesimismo porque Zapatero no dio la imagen de un presidente responsable que hace lo que tiene que hacer sin importarle los votos, sino de uno que actúa a regañadientes y obligado desde fuera. Y eso es algo en lo que insistieron mucho todos los portavoces de la oposición: en que la solución habría sido menos drástica si hubiera cogido el toro por los cuernos antes y en que ha convertido a España en el último chico de la clase, ése que sólo hace los deberes bajo amenazas y cuando le vigilan de cerca. Europa, le recriminó Rajoy, no nos va a quitar el ojo de encima a partir de ahora.

Y preocupación, nerviosismo incluso, porque se avecinan semanas muy duras para el PSOE. Difícil -por no decir imposible- venta a la ciudadanía tiene el plan del Gobierno. La maquinaria de Ferraz reaccionó con rapidez. No había terminado el debate y los periodistas ya tenían en sus manos tres argumentarios de esos que los españoles oirán estos días hasta la saciedad por boca de los dirigentes del partido. Uno comenzaba: "No se tocarán los pilares del bienestar" (¿qué son las pensiones y los sueldos públicos entonces?). Otro rezaba: "Mientras mejoran todas las previsiones internacionales sobre nuestro país, el PP iguala España con Grecia. A Rajoy no le importa perjudicar a España si eso le permite gobernarla". Y el tercero llevaba por título: "Las propuestas del PP aumentarían el déficit en casi 15.000 millones de euros (1% del PIB)".

Ahora la más acuciante necesidad del PSOE es aleccionar a sus dirigentes para que nadie se salga del discurso oficial, el de que el líder del Ejecutivo ha actuado por responsabilidad y que éste y no antes era el momento adecuado. José Blanco y Leire Pajín convocaron a sus barones regionales a una comida en la sede nacional a la que se incorporó en el café Zapatero. Ya allí mismo, antes de entrar en el edificio, alguno tuvo un anticipo de lo que les espera. "¡Sois unos sinvergüenzas!", le recriminó -al hilo del recorte de sueldos a los funcionarios- una espontánea al aragonés Marcelino Iglesias cuando éste hablaba para los medios.

Después de los barones regionales fue el turno para los provinciales y, por último, la secretaria de Organización compareció en rueda de prensa para pedir "comprensión" y "sacrificio" a los sectores afectados y recordarles que en las vacas gordas el Gobierno socialista ha sido "profundamente solidario" con ellos. Amén del rosario de intervenciones que durante todo el día numerosos socialistas protagonizaron en los medios de comunicación, algunas de ellas pactadas ya la tarde antes.

Los cables que le faltaron a Zapatero en el hemiciclo se los echaron desde la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el parqué madrileño, pero ni eso levantó el ánimo de los socialistas. Hasta Pedro Solbes intentó aportar su granito de arena: "Son medidas imprescindibles porque la situación económica se ha ido erosionando y el contexto internacional nos lo exigía. Son medidas valientes, en la buena dirección, ayudarán a tranquilizar a los mercados y a mejorar la competitividad", declaró a El País.

Se le pasó por alto al antecesor de Elena Salgado añadir que son también medidas adoptadas en tres días y presentadas sin siquiera haberse cerrado. De hecho, los monclovitas contestaban encogiéndose de hombros cuando se les preguntaba, por ejemplo, qué porcentaje de reducción del sueldo tendrá cada tramo funcionarial. Lo único que se sabe hasta ahora es que la rebaja será "proporcional a los ingresos". En teoría, el plan terminará de pulirse en el Consejo de Ministros del viernes día 21 para su inmediata entrada en vigor. Su posterior debate en el Congreso se prevé espinoso, especialmente en lo que al PP respecta. Ya se lo advirtió Rajoy este miércoles: "No le vamos a dar un cheque en blanco de ninguna de las maneras".

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