Arahal - Sevilla

S. McCoy 15/11/2011 06:00h

Será mera coincidencia pero el hecho de que el renacer para la política nacional de Alberto Ruíz Gallardón coincida con la mayor quiebra municipal de Estados Unidos da como mal rollo, la verdad. No puede ser peor el augurio. En efecto, al mismo tiempo que defendía con la oratoria fácil que le caracteriza las posturas del Partido Popular en el debate a cinco montado con motivo del 20-N, el Condado de Jefferson en Alabama se declaraba en bancarrota gracias a una deuda de 3.136 millones de dólares. Paradojas del destino: la financiación de una nueva red de alcantarillado ha terminado por llevarse por el sumidero las arcas locales del ente estadounidense.

Entre las razones para su declaración voluntaria de bancarrota, la caída de los ingresos discrecionales, aquellos que en el caso español podían estar ligados al ladrillo, y la inelasticidad recaudatoria al aumento ad infinitum de las tasas y tributos locales. No sé si les suena. En un comunicado que recuerda bastante a un parte final de guerra, los actores de la decisión concluían: “tras tres años en busca de la estabilidad financiera, no queda otra alternativa. Cualquier retraso adicional hubiera comprometido seriamente el futuro de nuestra comunidad”.

¿Será ese el final que le espera a la capital de España? Las cifras son objetivamente abrumadoras. De acuerdo con el Banco de España, el ayuntamiento de la capital adeudaba a finales del segundo trimestre, y sin los maquillajes tan habituales al cierre del ejercicio, la módica cantidad de 6.819 millones de euros, exactamente el triple en billetes verdes del importe que ha llevado a la bancarrota a Jefferson County. El 46% del total de las capitales de provincia y cerca de la cuarta parte de lo debido por el conjunto de los consistorios nacionales. A años luz de Barcelona (1.091), Valencia (867), Zaragoza (77, Málaga (735) o Sevilla (482). Y sin cambio de gobierno que aflore facturas... (Boletín estadístico del BdE, Cuadro 14.

De la abundante información suministrada por la Consejería de Hacienda madrileña, se desprende que 4.700 millones corresponden a financiación suministrada al Ayuntamiento y que el resto se obtuvo para el proyecto de la Calle 30. Centrándonos en la primera, dos tercios son préstamos y el restante emisiones. El 26,5% de los créditos está en manos extranjeras, menos comprensivos con la realidad del país. Su vencimiento medio es de 6’24 años. 468 millones eran catalogados como de corto plazo, menos de 18 meses, en junio de 2011. Entre 2012 y 2015 vencen 2.292 millones, cerca del 55% del total restante, a razón de 573 de media anual. Si el mercado permaneciera cerrado, su amortización –intereses aparte- supondría un 15% de los ingresos ordinarios del municipio, 3.980 millones. Casi nada.

Con un problema adicional: el agujero no para de crecer. La liquidación final del presupuesto 2010 muestra unos ingresos totales de 4.700 millones para unos gastos de 5.132. Y la ejecución de este año no augura nada mejor cuando uno compara flujos de entrada y desembolsos. A ello hay que añadir las servidumbres derivadas del soterramiento de la circunvalación madrileña que incluye compromisos financieros hasta 30 años, ligados al contrato de mantenimiento de la vía, a un increíble margen, a día de hoy, de poco más de 40 puntos básicos en su tramo más caro (quitando la deuda subordinada), coste financiero más llevadero.

Los números cantan y las cuentas no cuadran. Especialmente si la situación económica de España mantiene la atonía de los últimos años. Gallardón deja la Botella medio vacía, sin recursos de los que tirar. No hay que olvidar que buena parte de las inversiones que condujeron a tan ingente nivel de endeudamiento en Madrid son “suntuarias”, generan retorno indirecto pero gasto corriente, derivado de su mantenimiento y conservación. Es la cara visión de un iluminado que, sin duda, pasará a la historia junto con otros regidores que han cambiado la morfología de la ciudad. Mal necesario probablemente al que esperemos se le recuerde por la gloria y no por la ruina. Sea como fuere, esperemos que Mariano aprenda la lección: a éste, carteras ministeriales las que quiera, pero sin un talonario dentro. No vaya a ser que se enteren en Bruselas...

P.S. En el artículo de ayer hubo una errata no intencionada sobre la dirección de la operativa con los CDS que anunciaba contraintuitiva, comprar lo que se vende y vender lo que se compra, pero que manifestaba de manera errónea. Dos días en la cama me han impedido la revisión del texto antes y después de la publicación. Siento la confusión que ha podido generar.

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