Almadén de la Plata - Sevilla

Del refranero español:
A cada cerdo le llega su San Martín.

cza

Creo que sería más acertado otro refrán menos dañino, quizás:
"Cada uno recoge lo que siembra".

Dicen que la vida, antes o después, pone a cada uno en su lugar, así que, si se hacen cosas malas durante la vida de uno, probablemente antes o después la vida sea mala con él. Si siempre hacemos daño o perjudicamos a los que nos rodean, el día que les necesitemos no harán nada por ayudarnos.


Si no nos dejan soñar, nosotros no les dejaremos dormir.

Por fin ha habido justicia; a pesar de haber querido hacer trampas el día antes de las elecciones el vigilante del entorno mandando por su PSOE.
Estos señores les veían las orejas al lobo y así ha sido. Demás sabían ellos que no es que lo estuvieran haciendo mal, sino peor aún.

Ahora tenemos al alcalde que nos merecemos los melojeros que vivimos en el pueblo y no aquellos que dicen ser melojeros sólo para las elecciones y durante todo el año ponen a parir al pueblo.

Cuando dije, al abrir esta conversación, que “a cada cerdo le llega su S. Martin” me vino esta expresión de forma espontánea, igual que cuando te clavas una aguja dices ¡Ay! sin tener que pensarlo. Pero a filósomelojero le pareció más adecuado y menos dañino decir que “cada uno recoge lo que siembra”.

Pero ahora que pienso la diferencia mientras escribo, creo que mi refrán, con todos mis respetos, es más adecuado y mejor elegido que el suyo, y os voy a dar mi razonamiento.

El acto de sembrar presupone un trabajo y un esfuerzo. No basta con echar las semillas. Después hay que regarlas, echarles abono, quitarle las hierbas, podarlas, etc. Requiere dedicación y cuidados. Y hasta diría que afecto y cariño, para al final sentir orgullo de ver crecer lo que uno ha sembrado y satisfacción de recoger los frutos. Por eso este refrán me sugiere la figura de un honrado labrador, un campesino honesto, un hombre bueno.

Mientras que el cerdo egoista de mi refrán sólo se dedica a comer y engordar, pero no lo que gana con su esfuerzo, sino las sobras que caen del árbol o el forraje que encuentra a su paso. Da igual lo que sea, mientras sea comida, pues no distingue la guinda de un pastel de las mondas de patatas. No se hizo la miel para la boca del cerdo. Come por el ansia de comer, comiendo lo que sea con la misma gula y desesperación. Y rebusca y escarba en la tierra buscando más y más comida.

No hay refranes dañinos, sino gente dañina y malvada. Y la recompensa que merece el ex-alcalde por sus mentiras su desprecio y su avaricia, encaja peor con la imagen del honrado campesino de tu ejemplo que con el cerdo del mío.

cza.