Almadén de la Plata - Sevilla

FABULA:

Una vez, en tiempos remotos,
un joven pero inexperto cachorro
de león, quiso dominar a los dos
lideres de la manada, quizás algo
viejos, pero expertos en todos
los avatares de la vida.

El león joven se aprovecho de
que el año había sido escaso de
lluvia, y por ello la comida escaseaba,
muchos miembros de la manada
pensaban ignorantemente que la culpa
de la escasez de alimentos la tenían
los dos lideres.

Alguien experimentado en el tema,
advirtió al joven león de que estaba
equivocado de enemigo, y que su
adversario no debía ser el segundo líder,
sino el primero pues era el que mandaba
en esos momentos.

También le izo saber que el segundo
líder era de su misma o parecida ideología,
por lo que en vez de luchar contra el,
debería de hacerlo a su lado, apoyándolo
cuando este lo precisara.

El león joven, en su loca carrera hacia
el poder, no escucho los buenos consejos
de los amigos, guiándose por otro viejo
semi-leon caduco y que en su día llevo a
la hecatombe al entonces su grupo.

MORALEJA:
El poder se consigue con paciencia,
demostrando que se vale con pruebas,
nunca con palabras si no están acompañadas
de echos.
<No escuches al que te haga reír,
escucha al que te hace llorar.>

Nota del autor:
No es copia y pega.

Saludos

La fábula de la envidia

Cuenta la leyenda que una vez una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga. Esta huía rápido con miedo de la feroz depredadora y la serpiente al mismo tiempo no desistía.


Huyó un día y ella la seguía, dos días y la seguía... Al tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga paró y le dijo a la serpiente:

“¿Puedo hacerte tres preguntas?”

“No acostumbro dar este precedente a nadie pero como te voy a devorar, puedes preguntar,” contestó la serpiente

“¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?”preguntó la luciérnaga

“No.”

“¿Yo te hice algún mal?”

“No.”

“Entonces, ¿por qué quieres acabar conmigo?”

La serpiente respondió, “Porque no soporto verte brillar...”

Moraleja

No dejemos de brillar. Continuemos siendo nosotros mismos, continuemos dando lo mejor de nosotros. Jamás permitamos que nos hieran, que nos lastimen. Sigamos brillando, sigamos manteniendo nuestra luz, sigamos conservando nuestra esencia. Quizás nuestra luz hiera los ojos de los que desean apagarnos. No lo permitamos.

Fuente: La Coctelera