Alcolea del Río - Sevilla

“SI NO TIENES DINERO, NO TIENES DERECHOS”, (o de cómo llevar a juicio a una compañía por cien pagando ciento cincuenta)
“¡Uno ya va a reventar con los impuestos! ¿A quién se despluma? ¿A los ricos? ¡Nosotros! Pague por la sal, pague por el vino. Pero, esperad, ya arreglaremos las cuentas” (La Conspiración de los Iguales, I. Ehrenburg)
Recientemente el Gobierno aprobaba la Ley de Tasas, impulsada por el Adelantado A Su Tiempo (1), otrora jefe de los Guerrilleros de Cristo Rey y hoy Ministro de (in)Justicia, A. Ruiz-Gallardón. Una ley tan burda y antisocial que nace con el rechazo de todos los grupos parlamentarios, que ha recibido informes negativos del Consejo de Estado, que planteaba un periodo transitorio para su aplicación, y que goza de la oposición del Presidente del Tribunal Supremo y del Consejo del Poder Judicial y del Presidente del Consejo General de la Abogacía Española.
Contra ella, pidiendo la dimisión del susodicho (además de recursos y medios) y planteando la posibilidad de una huelga, se concentraron el pasado 23 de noviembre jueces, fiscales, secretarios judiciales y trabajadores de la administración de justicia, cortando la calle San Bernardo durante media hora. La concentración era apoyada por la Comisión Interasociativa, integrada por las cuatro principales asociaciones de jueces y las tres de fiscales.
Con el pretexto de “disuadir a quienes abusan de los pleitos” esta ley busca dos objetivos: uno, confiscatorio; dos, dificultar el control por los ciudadanos de las administraciones públicas y de las grandes empresas de servicios: telecomunicación, energía, banca, seguros, etc., sujetas hasta la fecha, debido a su arbitrariedad, a gran número (in crescendo) de reclamaciones por consumidores y usuarios, reclamaciones de las que depende la subsistencia de no pocas familias.
Así, esta ley deja rienda suelta a los desmanes y arbitrariedades de las grandes compañías (los amos de los gestores de esta ley), privatiza la justicia y la hace privativa de una minoría social. Levanta un muro de impunidad para aquéllas. Un muro que impide el acceso a la justicia a aquellos que no disponen de dinero para pagarla, porque apenas tienen y el poco del que disponen es para hacerse cargo (si les llega) de la hipoteca y la comida; para sobrevivir. En la actual situación de aguda injusticia social, de polarización social, de empobrecimiento masivo de la población, es especialmente perversa. Queda marginada del derecho la mayoría social: asalariados, parados, jubilados, autónomos,…; aquellos que se manifestaron el 14N contra las políticas del Gobierno y que algunos medios de comunicación tildaban de chusma. Como tal nos trata el Gobierno y el señor Gallardón, porque la chusma no necesita del más elemental derecho a la justicia.
Nos despojan del trabajo, nos despojan de nuestras conquistas y derechos. Ahora de la básica apelación a la justicia. Ésta queda para ricos y acaudalados. El trabajador, además de desempleado, precarizado y golpeado, es condenado al ostracismo jurídico; el trabajador, cada vez más esclavo (y no en un sentido metafórico).
Los responsables de la crisis, principalmente los banqueros y aquellos políticos a su servicio, siguen, cinco años después, impunes, pero se echa de sus casas a familias que no pueden pagar la hipoteca. La justicia social es puramente nominal. No hay tal cuando unos buscan en los cubos de la basura y (porque) un puñado vive en la holganza y el lujo. La separación de poderes es una ilusión. La corrupción generalizada, hija de una democracia de cartón-piedra, no sólo no es combatida sino que penetra en los órganos del poder judicial. De ausencia la justicia brilla. Una institución cada vez más desprestigiada a los ojos de los ciudadanos. Con la “Transición” nació coja, anoréxica, prostituida. La Ley de Tasas es la guinda de un pastel que sólo produce repugnancia.
El derecho, la ley, la justicia a favor de un puñado de grandes empresas y de la administración de la Monarquía y en contra de la inmensa mayoría.