Alcalá de Guadaíra - Sevilla

ANDALUCÍA IMPARABLE
El funcionario fascista

Andalucía es imparable a pesar de la quinta columna de esos funcionarios fascistas que prefieren la oposición elitista al enchufe democrático

FRANCISCO ROBLES / SEVILLA

Día 14/01/2011 - 20.49h

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El reloj despertador toca diana a las siete menos cuarto de la mañana. Un sonido de cornetín, militar por supuesto, lo saca de ese sueño profundo donde se le aparece una España grande y libre. En el cielo brillan los luceros. Bajo la ducha tararea, como siempre, el Cara al sol con la camiseta nueva que tú teñiste de naranja ayer. Se afeita cuidadosamente y se perfila el bigotillo recto antes de peinarse con la imprescindible gomina. Se coloca los correajes, que refulgen gracias al estado de revista en que se encuentran desde que los limpiara la noche anterior. Un café cortado en la cocina mientras en la televisión aparece el vídeo de cada mañana. Arias Navarro con la cara descompuesta y la voz quebrada: «Españoles, Franco ha muerto…»
Sale a la calle pisando fuerte. Impasible el ademán. Desfilando por la acera donde saluda, con el brazo en alto, a los camaradas funcionarios que también se dirigen hacia el puesto de trabajo. Para ellos, Andalucía es una unidad de destino en lo universal. La autonomía le causa urticaria. Repelús. Grima. A la hora de fichar extrae una tarjeta de su cartera, donde aparece el carné con el yugo y las flechas. Saluda al camarada guarda jurado con un sonoro taconazo a la vez que alza el brazo derecho y exclama el grito de rigor: ¡Viva España! ¡Arriba España!
Su mesa de trabajo está ante un inmenso cartel con la cara de aquel José Antonio al que nadie llamaba Pepe. Enfrente, su compañera de la Sección Femenina permanece sentada de forma rígida y marcial, atenta al momento en que deberán intervenir para desalojar a estos intrusos que sólo buscan la ruina de España. Tras la camarada, otro cartel imponente con la efigie del Caudillo a caballo. En los ordenadores, las páginas de los periódicos donde se recogen las declaraciones de Mario Jiménez, el portavoz del PSOE en el Parlamente de Andalucía. Este Jiménez, que no maneja la prosa poética como Juan Ramón aunque también sea de Moguer, llama fascistas a los funcionarios que se oponen a la reforma que pretende democratizar la Administración.
—Hay que hacer algo, porque esto no puede seguir así, están destruyendo España, que ya no es una sino diecisiete; que ya no es grande porque está troceada; y que no es libre porque nosotros no tenemos la libertad para gobernar a nuestro antojo…
Hay ruido de cuchillos en el bar a la hora del desayuno. No es el ruido de sables de las salas de banderas, pero el parecido es más que notorio. Los funcionarios fascistas untan sus tostadas con margarina o con tomate y aceite. Todo menos la manteca "colorá" que recuerda al rojerío gobernante. Han cambiado la camisa azul por la camiseta naranja pero siguen comportándose igual que sus ancestros del Movimiento. Persiguen a los luchadores de la causa obrera hasta los coches oficiales. Los esperan en la puerta del humilde restaurante de cuatro tenedores. O gritan consignas hirientes en los alrededores de los lugares donde cortan la cinta de los últimos cien metros de autovía o inauguran un contenedor ecológico de residuos sólidos urbanos.
Andalucía está llena de funcionarios fascistas que no creen en la democracia: les niegan la legitimidad a los compañeros que han sido nombrados por el dedo democrático del poder salido de esas urnas que quieren romper a machetazos. No creen en la dedocracia que tiene el refrendo de las elecciones, sino en el elitismo que se ampara en esas oposiciones donde se premia al más inteligente y al más estudioso en un ejercicio de desigualdad que clama al cielo. Salen cada mañana a los patios de las consejerías para cantar el Cara al sol aunque esté nublado. Y al presidente de la Junta no lo llaman Pepe porque para ellos el jefe siempre será José Antonio.
Tres avisos
Batasunos. Si Mario Jiménez dice que son unos fascistas, Pizarro los tilda de batasunos. ¿En qué quedamos? O una cosa o la otra. Está claro que los funcionarios han pisado el callo que más les duele a los jerarcas del Régimen, que no es la crisis sino la pérdida del poder.
Sindicalismo amarillo. Lo de UGT ha dejado de ser sindicalismo vertical para convertirse en un sindicato amarillo. Según Pastrana, los funcionarios se dedican a sus asuntos y olvidan a los ciudadanos. Y lo dice Pastrana, que no da un palo al agua desde que se bajó del arca de Noé.
El Cordobés. El diputado Rascón se lanzó al ruedo de la blogosfera como si fuera El Cordobés cuando era el espontáneo que saltaba la barrera para enfrentarse con el toro. Dijo que el PSOE, su partido, estaba en la ruina electoral. Tiempo le ha faltado para rectificar y echarle la culpa al mensajero. Valiente diputado…

https://ww.abcdesevilla.es/20110115/andalucia/sevi-funcionario-fascista-201101141907.html