Ortigosa del Monte - Segovia

Y volví a Ortigosa.

Y volví a adentrarme de nuevo por la Avenida al amparo de aquellos árboles que plantamos los jóvenes del pueblo hace años cuando quizás reinaba más armonía y camaradería que ahora, y volvieron a mí los recuerdos de años anteriores y la ilusión por vivir nuevas experiencias veraniegas en el pueblo que sumar a las ya vividas, y volví a ver caras conocidas y caras menos conocidas que días después ya me resultaban familiares y amigables. Volví a respirar ese aire que trae consigo los aromas de la sierra y las praderas, a sentir el frescor del río en Las Pozas, a escuchar el rumor del agua en el Caño Viejo, a disfrutar de la belleza del Berrocal y de la fuerza de Peña el Campanario, a contemplar el pueblo con las casas inmersas en la densa arboleda desde la parte trasera del Rancho, a observar la modesta silueta de la Iglesia o a sumergirme en la tranquilidad de la noche, que todo fácilmente se olvida en poco tiempo por muy nítidamente que crea uno recordarlo.

Y volví a recorrer los lugares característicos del pueblo y a recordar aquellos que ya no existen, como aquel depósito de agua situado a media subida al apeadero que se ubicaba en frente de la reciente urbanización de las Erillas y que escondía un caño bajo una piedra del que manaba un agua tan pura que daba la vida a quien la bebía; no estaría mal que una fuente se levantara allí en su recuerdo. Volví a ir a sitios a los que hacia años que no iba como el Molino de Aburto y su peculiar y misteriosa puerta de salida hacia el camino, que en su día era adentrarse en un lugar recóndito del pueblo y que hoy se encuentra rodeado de construcciones pero conservando su encanto y su silencio.

Y volví a Ortigosa.

Volví a encontrarme y a juntarme con amigos de la niñez con los que faltó tiempo para recordar los años pasados, actualizar nuestras vidas y llevarnos la alegría de que nuestros hijos congeniaron y que vivirán historias en el futuro que también serán nuestras. Ahí se juntaron todos en el parque de la Era, lugar que fue testigo del fin de nuestra pandilla por el implacable paso de los años y la llegada de otro tipo de obligaciones… poco a poco, cada verano la gente venía por menos días.

Y volví a verte, chiquilla, y volví a ver de nuevo tu encantadora sonrisa y me alegré porque apenas has cambiado nada y porque aquel chaval con el que estabas me pareció tan buena persona que me alegro por ti y porque te merece, pero algo me decía en mi mente que ambos recordábamos nuestra juventud tendidos en el suelo mirando al cielo por las noches manteniendo aquellas conversaciones confidentes y algo también me decía que seguro que paseaste por aquel que fue y será nuestro rincón, y verías que, aunque han asfaltado el acceso y el camino, la vieja pasarela de cemento que cruza el río en la que a veces nos sentábamos sigue ahí aunque comida por la maleza y la arboleda en un verano particularmente cálido y seco. Muchas cosas han cambiado desde entonces, pero los lazos de amistad que siempre nos unieron siempre permanecerán, y nuestro secreto también.

Volví a ver las antiguas casas de mis antepasados y parecía que su presencia seguía allí, consciente de que aunque el lugar es el mismo la época es distinta y nunca podré terminar de agradecerles el legado que me dejaron en forma de principios, respeto y cariño. Volví a ver el Pobo, a sentarme en los bancos de piedra con el Ayuntamiento como respaldo viendo a los niños dar sus primeras pedaladas. Regresé a aquel rincón donde hacíamos cabañas en los árboles a la entrada de la Calle de las Ánimas, calle cada vez menos misteriosa.

En fin, todo ahí seguía y seguirá y allí quedó cuando me fui, enclavado en el entorno que sólo Ortigosa parece ofrecer, y es que si es cierto que en la vida hay momentos que no se olvidan y lugares que se llevan dentro del corazón, en Ortigosa coinciden ambas cosas. Y allí seguirán esperándonos para cuando volvamos, pues queda ya menos tiempo para volvernos a ver.

Y volví a Ortigosa.

puff los pelos de punta se me han puesto, me agrada ver un mensaje como este, y lo de la fuente en el antiguo deposito me pareceria una buena idea, pues no habre subido veces por esas paredes empinadas del mismo jeje, un abrazo y seas quien seas, vuelve pronto

es impresionante como plasmas las cosas que otros sentimos y que no paramos a pensar. Desde luego somos privilegiados por vivir en el pueblo en el que vivimos.

Da gusto leer mensajes como este y no las chorradas que se han visto últimamente en el foro. Seas quien seas, anímate a seguir escribiendo más cosas bonitas sobre Ortigosa, sin generalizar contra nadie. A ver quién da a conocer más rincones perdidos en los límites del pueblo. ¿Alguien ha oido hablar de "Los Areneros"? están situados al final del todo del Berrocal y era donde nuestras abuelas bajaban hace muchos años a buscar una arena especial para poder hacer jabones; ya sólo quedan restos.


Un abrazo.

Ole ole y ole

SI TIENES RAZON SEAS QUIEN SEAS ......
TODO SIGUE MAS O MENOS IGUAL .
QUIZAS TENGAMOS LA MISMA EDAD O FUESEMOS EN LA MISMA PANDILLA,
RECUERDO CUANDO JUGABAMOS EN EL PATIO DE LAS ESCUELAS VIEJAS , CUENDO NOS IVAMOS DE MERENDOLAS , CUANDO JUGABAMOS AL PLANO EN LA PLAZA , QUE AÑOS AQUELLOS FUERON MARAVILLOSOS--------