Granadilla Allá van coplas señores, no para el hombre eminente que, ardiendo en santos amores, torna a beber el ambiente del solar de sus mayores. ¿ Qué le podré yo decir que él necesite escuchar, ni que sabré yo sentir que él no sepa discernir al través de mi cantar ? Allá van ecos risueños para oídos extremeños, que oirán con orgullo sano cómo saben los zarceños glorificar a un hermano. . . . Para pimiento Aldeanueva; para verduras la Granja; para pastos Granadilla: para Doctores, la Zarza. El Guijo, para canchales; para buen vino Mohedas; ¡ para amante de sus hijos, toda la tierra extremeña ! Pregunta a la pobre España qué pueblo es más de su agrado, aquel en que nace un duque o aquel en que nace un sabio. Porque en ella hay ricachones, no alabes tanto a tu patria: la tierra viciosa cría las más gordas calabazas. Zarceña de mis quereres, cuando expirando me veas, llama al Doctor Bejarano si no quieres que me muera. La Zarza de Granadilla no le debe a Madrid nada; pero la corte señores, le debe un sabio a la Zarza. Cuando el Doctor Bejarano viene a su tierra natal, se pone toda la gente la ropa de acristianar. Celoso esta nuestro pueblo, celoso está de Madrid, que aquí lo bueno ha nacido y están gozándolo allí. . . . ¡ Zarceños ! Termino ufano con dos vivas halagüeños para oídos extremeños: ¡ Viva el Doctor Bejarano ! ¡ Viva todos los zarceños ! |