Martiago - Salamanca

REGIONAL
«Somos Las Hurdes del siglo XXI»
23.05.10 - 00:10 -
AGALLAS.

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El pueblo salmantino que quiere ser extremeño pide que se aborde con urgencia la mejora de su sanidad y vías de comunicación
La comarca de Agadones, donde está Agallas, se siente abandonada y abocada al olvido
DESPOBLACIÓN
1.028
vecinos tenía la localidad salmantina de Agallas en el año 1958
132
son los empadronados y de ellos son 90 los que viven todo el año en el pueblo
Una quincena de vecinos se va cada año de Agallas en busca de mejores condiciones
Santos Corchete se acuerda perfectamente de cuando los hurdanos aparecían por Agallas en busca de algo que llevarse a la boca. Lo vivió siendo un crío, el ahora alcalde de la localidad salmantina, que acaba de pedir ser extremeña. «Venían con naranjas y con higos, para cambiarlos por maíz o paja para los animales. Se quedaban incluso a segar en estas tierras nuestras... Lo que hiciera falta, porque no tenían nada». El hombre lo recuerda con una mezcla de tristeza y rabia, que le llevan a clausurar su discurso con un rotundo «resulta que ahora vemos que Las Hurdes somos nosotros».
Desde Extremadura se puede llegar a Agallas por el puerto de Perales, en Sierra de Gata, o a través de Las Hurdes, por el de Esperabán, desde las alquerías de la Aldehuela y Ovejuela. El tramo final de cualquiera de los dos itinerarios, ya en tierras castellanas, revela la dejadez a la que sus vecinos han estado sometidos, al menos en lo que respecta a las vías de comunicación.
El primero aparece salpicado por tremendos socavones, desde Villarrubias hasta Agallas y el segundo obliga a transitar en sus últimos kilómetros por una pista forestal. Tierra sobre la que rodar tortuosamente, en este último caso, porque en 1984 los gobiernos de Extremadura y Castilla-León «firmaron un acuerdo con el fin de hacer una carretera que uniera las dos regiones. El gobierno extremeño cumplió su parte y hace unos diez años que vino incluso el ex presidente Juan Carlos Rodríguez Ibarra, a inaugurarla. Pero el compromiso de la parte nuestra, de nuestra administración, no se resolvió, así que ahí está el resultado: nuestra mitad, todavía de tierra y la mitad cacereña, asfaltada», se lamenta Rufino Porras, el teniente de alcalde de la localidad charra.
El mal estado de las vías de comunicación y una atención sanitaria que consideran insuficiente es lo que ha llevado a la corporación municipal de Agallas a renegar de su castellanidad en favor de una extremeñidad que dicen anhelar.
Al médico dando tumbos
Quieren ser de aquí, convencidos de que si dependieran de la Junta de Extremadura, tendrían buenas carreteras y mejores prestaciones en materia de salud. «No hay más que moverse hacia vuestra tierra para darse cuenta de la diferencia. ¡Menudas carreteras!», dice Francisca Martín, una vecina de El Sahúgo que desde que es pensionista sale de viaje cada vez que puede. «Pasemos por el centro de salud que pasemos, tenéis una ambulancia a la puerta».
En Aldehuela y Ovejuela, las dos alquerías hurdanas más próximas a Agallas está presente el Servicio Extremeño de Salud con dos pequeños centros, a pesar de que la distancia entre ellas es escasa y de que no alcanzan el centenar de vecinos en cada caso. «El médico pasa consulta dos veces por semana y si le necesitamos otro día vamos al consultorio de Pinofranqueado, que está abierto toda la semana», cuenta Julia Sánchez, de Ovejuela.
Al municipio salmantino, que tampoco alcanza el centenar de vecinos, el médico acude también varias veces por semana y el resto tienen que desplazarse hasta el centro de salud de Martiago. La diferencia está en que deben hacerlo a través de una pésima carretera.
Julia, la vecina de Ovejuela, va con asiduidad a 'las Agallas', que es como llaman a la localidad en Las Hurdes . «Tenemos amistades porque hemos llevado una explotación de colmenas. Mis padres y mis abuelos ya tenían trato con los vecinos salmantinos. Me acuerdo que venían con harina y se llevaban desechos de las aceitunas para que comieran los animales».
El treintañero alcalde de Pinofranqueado, José Antonio Caldoria, ha salvado más de una vez el puerto del Esperabán en bicicleta, hasta la zona salmantina que está tan cerca y a la vez tan lejos de la Extremadura en la que ahora se miran.
El túnel del tiempo
Lo cierto es que al pasar de una a otra comunidad autónoma se tiene la sensación de estar atravesando una especie de túnel del tiempo. No queda ni rastro de aquella prosperidad que hacía caminar a los hurdanos hasta la zona (Agallas, Martiago, El Sahúgo, La Encina, Pastores, Robledo, Herguijuela, Cespedosa y Villarejo). Por ejemplo, el festival de cartelería que indica alojamientos rurales, restaurantes y rutas turísticas en la parte extremeña, es inexistente en la castellana, donde los hombres subidos en carros tirados por burros sustituyen a los turistas que disfrutan a pie o en bici de la explosión de naturaleza de Gata y Hurdes.
Un paisaje, este último, que da la bienvenida desde la propia carretera, ancha y bien asfaltada, nada que ver con los caminos de cabras que llevan hasta Agallas. El tramo que va de El Saúgo a Robleda es especialmente malo, una carretera con sus entrañas abiertas en todo el trazado.
«Abandonaditos de la mano de Dios», se sienten los salmantinos de esta zona, que tiene a Ciudad Rodrigo como el núcleo urbano de referencia en su autonomía, también a una veintena de nefastos kilómetros. La expresión sale de la boca de Julia Ramajo, otra vecina de la localidad de El Sahúgo, donde también dicen sentirse como aquellos hurdanos de hace años.
Los afectados señalan con el dedo a sus responsables institucionales cuando se trata de buscar culpables. «Esta situación la venimos poniendo de manifiesto hace tiempo. Mandamos dos escritos a la Diputación, firmado por todos los pueblos de la zona y como no nos contestaron ni para bien ni para mal, decidimos manifestarnos, una vez en Robledo y otra en Ciudad Rodrigo, el verano pasado», relata Corchete mientras muestra los textos nunca respondidos.
La movilización tampoco surtió el efecto deseado y eso fue lo que llevó al equipo de gobierno socialista a aceptar la propuesta de la oposición popular de pedir la segregación de Castilla-León a favor de la anexión a Extremadura. La idea salió de Urbano Chamorro y Luis San Nicasio, concejales del Partido Popular en Agallas y residentes en Madrid y Burgos, que conforman la oposición al primer edil, al teniente de alcaldía y a Agustín Corchete, el tercer concejal del PSOE, que no es pariente del alcalde, a pesar de que comparten idéntico apellido.
La propuesta se aprobó en pleno el martes pasado, día 18 de mayo y el unánime acuerdo se envió a las diputaciones de Salamanca y Cáceres, así como a la Junta de cada una de las regiones. Son conscientes de que es difícil conseguir esa nueva adscripción, pero no quieren dejar de intentarlo, con la esperanza puesta en que al menos sirva para espabilar a las autoridades castellanas.
¿Una simple llamada de atención? «No. Un grito de auxilio», se atreve a decir el dirigente municipal, que no ha dejado de recibir a medios de comunicación nacionales y regionales desde que el asunto se difundió entre la opinión pública.
Una llamada a la desesperada que confían que les ayude a sacudirse el inmenso lastre del olvido en el que se sienten inmersos. A alejarse, también, de la carrera hacia la desaparición en la que creen andar metidos. «¿Quién va a querer venir aquí? ¿Con estas carreteras?».
Las mismas por las que se van del pueblo los vecinos, que de 1958 a este 2010 han pasado de ser un millar a no alcanzar los 100. Una huida en busca de mejores condiciones de vida que ha repartido a los de Agallas por Europa y las zonas industriales de España. Los hijos de Corchete, por ejemplo, llevan años en la Francia en la que él mismo trabajó durante más de 40 años. Quiso volver, sin embargo, a su pueblo, al que acaba de colocar en el centro del huracán mediático