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España > Salamanca > La Alameda de Gardón
15-08-08 12:14 #1088824
Por:No Registrado
LA GUERRA DE LA INDEPENDECIA Y LA COMARCA DE ARGAÑAN (INICIO)
Como todos sabeis la guerra de la independencia fue cruda en la comarca de Ciudad Rodrigo y por supuesto en el campo de argañan.
Hoy he encontrado esto en la red:



Los inicios de la Guerra de la Independencia Española



Durante los años finales del S. XVIII y los iniciales del S.XIX, el Continente europeo se hallaba sumido en una aperentemente interminable guerra contra el imperialismo napoleónico. Esta conflagración, promovida fundamentalmente por británicos llega a tierras españolas en forma de Guerra de la Independencia. Conocida por británicos como Guerra Peninsular o Peninsular War , para ellos no fué mas que una continuación de esa guerra que mantenían contra el imperialismo de Napoleón, una guerra jugada, en principio en campo neutral, aunque poco a poco el apoyo de la población española, la cual buscaba la libertad y la independencia nacional, los ayudaría, y mucho en la tarea de expulsar a los franceses de la Península y no menos en la posterior victoria final.


En contra de lo que pudiera suponerse si solamente atendiéramos al final del conflicto, España inició su andadura en las Guerras Napoleónicas en el bando francés, aunque su lealtad al emperador duraría poco tiempo.

El estado español no podía permanecer ajeno mucho tiempo al convulso periodo en el que se encontraba inmerso el continente europeo. Así, en 1807, quizás por la codicia de Manuel Godoy, valido del Rey español Carlos IV, realizó una serie de concesiones al emperador francés, las cuales no gustaron al pueblo español por considerarlas un sometimiento al pais vecino. La primera de estas concesiones fué la cesión de una división entera al servicio del Ejército Imperial, la cual sería enviada a defender las costas del Báltico de los ataques de ingleses y sus aliados. La famosa expedición fué comandada por D. Pedro Caro y Sureda, Marques de la Romana y contaba con casi 15.000 hombres. Todos ellos partían a tierras lejanas y en pos de ayudar al emperador dejaban bastante mermado el poder militar español.

D. Pedro Caro y Sureda, Marqués de la Romana



Una segunda y grave concesión se hizo, ese mismo año de 1807 España participa en la invasión francesa de Portugal a cargo del Mariscal Junot. El pais luso, tradicional aliado de británicos, era aparentemente el objetivo imperial. España, en virtud del Tratado de Fontainebleau, permitiría a las tropas de Napoleón establecerse en su territorio como supuesta base de operaciones. Durante todo este año, gran numero de soldados franceses se instalaron en tierras españolas.

Godoy empieza a desconfiar, se da cuenta que el Tratado de Fontainebleau, que él mismo había firmado, no se cumpliría en todos sus términos y él nunca recibiría los prometidos territorios del Algarve y Alentejo. Decide retirar sus tropas de territorio portugués en una clara oposición a la política de Napoleón.

Mientras esto sucedía, la corte española se había convertido en un nido de intrigas. Alrededor del Príncipe de Asturias, Fernando, se había formado un nucleo de nobles críticos con la situación que se vivía. El descontento con el gobierno de Godoy unido al recelo que provocaba la masiva presencia de tropas francesas en España y otra serie de factores, obligaron a la Familia Real a refugiarse en el Palacio Real de Aranjuez pensando en una posible futura salida hacia América. El 17 de marzo de 1808 el palacio es asaltado por una multitud dirigida por el partido fernandino, los cuales, en los días sucesivos obligan a abdicar a Carlos IV en favor de su hijo, ya ahora, Fernando VII. Poco le duró el trono a Fernando, fué obligado a abdicar a los pocos días, cuando Madrid fué tomado por las tropas de Murat.

Comienza el sucesivo traslado al país francés de todos los miembros de la Familia Real Española, primero fué Fernando, el cual cruzó la frontera el 20 de abril camino de Bayona y con la esperanza de que Napoleón reconociera su trono. Seguidamente Manuel Godoy fué trasladado al mismo lugar. Carlos IV y su esposa no tardaron en acudir a Bayona con ánimo de resolver la situación, esto ocurrió el 30 de abril del mismo año.

La situación que se vivía en Francia se estaba convirtiendo en vergonzosa. Napoleón obligó a Carlos IV a ceder sus derechos sobre el trono español a cambio de una pensión y asilo en Francia. Asimismo, Napoleón convenció a Fernando VII para que reconociera a su padre como rey legítimo. Fernando, aceptó sin saber que su padre había ya renunciado anteriormente a sus derechos en favor de Napoleón, quien cedería sus derechos a su hermano José, próximo José I Bonaparte.


Entretanto, en España, el poder absoluto lo tenía Murat quien intentó sacar del pais a los últimos miembros de la Familia Real que restaban, los infantes. Ante esta situación, la población civil, harta de humillaciones se concentró frente al Palacio Real. A partir de aqui se sucedieron una serie de revueltas que se han conocido con el nombre de "Levantamiento del Dos de Mayo" y que daban pistoletazo oficial a la Guerra de la Independencia Española.


Tras los sucesos acaecidos el dos de mayo, la población española se alzó contra los imperiales, por todo el país se formaron juntas de defensa, una especie de gobiernos alternativos al poder establecido, encargados de defender la independencia nacional. A esta revuelta no tardó en sumarse el ejército, el cuál vió incremetaods sus efectivos puesto que a él se agregaron cientos de voluntarios.

En los meses sucesivos, a pesar de algunas victorias francesas como la de Cabezón o la de Medina de Rioseco, el levantamiento se generalizó, llegando a su punto álgido el 23 de julio, cuando en el campo de batalla de Bailén, las tropas españolas comandadas por el General Castaños, derrotaron a las imperiales mandadas por el general Dupont.


Ante esta situación las tropas del Emperdor se viron obligadas a replegarse hacia el norte de la Península, dejando la zona sur en una situación de libertad que favoreció la creación y organización de juntas provinciales.

Tras estos acontecimientos, a mediados de 1808, los británicos enviaron una fuerza expedicionaria comandada por sir Arthur Wellesley con la misión de expulsar a Junot de Portugal. Dicho y hecho, los ingleses arrasaron en sendas batallas en Rolica y Vimeiro. Esta situación llevó a los franceses a firmar un pacto por el que acordaban la evacuación de sus fuerzas de Portugal. este pacto no fué muy bien recibidop en el Reino Unido, y a Wellesley, a pesar de las victorias le costó el mando.

Los británicos no abandonarían España y en septiembre del mismo año, enviaron unos 20.000 hombres de refuerzo a las órdenes de sir John Moore. Napoleón no iba a permanecer impasible a todos estos acontecimientos, parece que no le había gustado que un ejército como el español le venciera en campo abierto, como reacción envió a la Península una Grande Armee, que elevaría a 200.000 hombres los destinados en la Península. A la Cabeza de esta fuerza, el mismísmo Emperador se dirigía a Madrid, tras vencer en Somosierra con la famosa carga de la caballería polaca, se personó en la ciudad y la obligó a a capitular. De esta forma reponía en el trono a su hermano José.

Los meses finales de 1808 fueron desastrosos. Los Franceses siguieron cosechando victorias contra un debilitado ejército español, aunque lo que realmente querían era encontrarse en batalla con los británicos. Napoleón dirigió su ejército desde madrid hacia la zona que ocupaba Moore, al norte de Castilla. Tras una serie de escaramuzas Moore se vió obligado a marchar hacia Galicia en una penosa y desastrosa retirada en la que sus perseguidores les infligieron graves daños. Finalmente Moore murió a causa de las heridas recibidas en combate el 16 de enero de 1809. Aunque había cumplido su objetivo, llevar a sus hombres hasta La Coruña, de donde serían evacuados vía marítima el día 18 con destino a Gran Bretaña.

Tras el desastre Wellesley retomó el mando de las operaciones en la península. Compartía con Napoleón una estrategia similar en la que el dominio de Portugal era una pieza clave, de ahí la importancia que cobraron las zonas fronterizas.


El emperador se había propuesto recuperar Portugal, mientras esto pasaba el ejército español se descomponía, su falta de entendimiento con los británicos, unido a otra serie de factores como la inexperiencia de sus soldados, la falta de cohesión interna o la carencia de cuadros de mando capacitados, le hacían incapaz de hacer frente a los Imperiales en solitario.

En junio de este año de 1809 Napoleón puso al Mariscal Jean de Dieu Soult al mando de una fuerza de unso 50.000 hombres encargada de invadir Portugal, hizo incluso preparativos para asediar Ciudad Rodrigo, aunque por problemas logísticos el sitio no se llevó finalmente a cabo.

Wellesley no podía mantenerse inmóvil y realizó un avance a través del valle del Tajo con una fuerza de unos 70.000 hombres entre británicos, portugueses y españoles. Ante la amenzaza, las tropas Imperiales se replegaron hacia Talavera. El Rey, sin esperar a Soult que venía como refuerzo ordenó un ataque. En la batalla de Talavera podría decirse que se produjo un empate técnico, aunque los franceses tuvieron que replegarse y los británicos se apuntaron la victoria.

A pesar de la victoria, Wellesley se sentía amenazado y se apresuró a escapar de la trampa del Valle del Tajo. En el repliegue contó con la inestimable ayuda de los españoles, los cuales en Puente del Arzobispo y en Mirabete perdieron muchos hombres para proteger la retirada británica.

Esta derrota del Valle del Tajo hizo mella en las relaciones entre ingleses y españoles, Wellesley estaba molesto porque creía que los españoles no le habían brindado el apoyo suficiente. El futuro Duque de Wellington y CIUDAD RODRIGO, entraría ahora en un periodo de inactividad y juró no volver a intervenir en la península. Ante esta situación los españoles decidieron cambiar de estategia y tomar la iniciativa. Una victoria en Tamames no fué suficiente ya que tras ella se sufrieron sendas derrotas en las batallas Alba de Tormes y Ocaña, las cuales demostraron que el ejército español no estaba preparado para hacer frente en solitario a las tropas de la Grande Armee. En este momento el ejército español dejó de existir como tal y la resistencia frente a los franceses quedó a cargo de las activas guerrillas.

Con esta situación, Napoleón quiso hacer una nueva intentona de recuperar el territorio luso, para ello constituyó la Armeé de Portugal, a cuyo mando colocó al Mariscal André Masséna, en palabras de Wellington "el más capaz de los mariscales, solamente Napoleón le superaba".

Es en este punto donde Ciudad Rodrigo, cobra un papel fundamental en la Guerra Peninsular como la puerta que se podía abrir para la entrada en el ansiado Portugal.







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16-08-08 13:04 #1090249 -> 1088824
Por:No Registrado
RE: LA GUERRA DE LA INDEPENDECIA Y LA COMARCA DE ARGAÑAN (INICIO)
Primer asedio, 1810.

Tentativa de Ney



A comienzos de 1810 el Mariscal de Napoleón Michel Ney, se encontraba en la ciudad de Salamanca al frente del 6º cuerpo de ejército galo, el cual se hallaba estacionado en la provincia.

Las fuerzas Británicas no se encontraban lejos, estaban custodiando la frontera portuguesa, a pocos kilómetros de Ciudad Rodrigo.

Ney ansiaba enfrentarse a los británicos, para ello tenía que tomar la plaza fuerte de Ciudad Rodrigo objetivo primordial en la estrategia imperial para invadir Portugal. Con estas intenciones se presentó el Duque de Elchingen al frente de unos 12.000 hombres y 2.000 caballos a las puertas de Ciudad Rodrigo el 12 de febrero. Con la falsa creencia de que los españoles se doblegarían a su petición, hizo llegar una nota al gobernador de la plaza, el Mariscal de Campo D. Andrés Pérez de Herrasti, en esta nota solicitaba cortésmente la rendición de la ciudad. Obtuvo por escrito y con idéntica cortesía respuesta del máximo responsable de la plaza declinando la invitación y manifestando su determinación de defender Ciudad Rodrigo hasta las últimas consecuencias .

Parece ser que Ney no esperaba resistencia alguna, ya que, ante las continuas derrotas que estaban sufriendo en el sur de la península suponía que la moral de los españoles estaría minada y que, consecuentemente, ante una petición como aquella, se doblegarían, le dejarían entrar en la plaza y le rendirían pleitesía. Se equivocaba. La sorpresa ante la determinación española, le hizo precipitarse. Ese mismo dia ordeno desplegar sus tropas, Herrasti no se mantuvo inmóvil, envió contra los imperiales tropas avanzadas y guerrillas que junto con el vivo fuego artillero provocaron una escaramuza general que se saldó con cincuenta muertos franceses por tan solo dos españoles.

El Mariscal Ney no había tenido tiempo de desplegar su artillería, esto lo hizo aprovechando la caida de la noche y el cese temporal de las escaramuzas. Colocó una batería de obuses en el Teso de San Francisco. Debido a las prisas, y según palabras del propio Herrasti no la parapetaron "en debida forma" y tras un intercambio de fuego artillero, los españoles consiguieron acertar con dos disparos en la posición francesa, silenciando así la batería situada en el Teso Grande.

La mañana siguiente, ante la escasez de medios con los que relizar un asedio con garantías de éxito, Ney decidó emprender la marcha por el camino de Valdecarros hacia San Felices de Los Gallegos. Esta sería para Ney una derrota momentánea, no se daría por vencido en su empeño de tomar la plaza fuerte de Ciudad Rodrigo, y no tardaría en volver para intentar cobrarse venganza por la humillación sufrida.



El 17 de abril de 1810 Napoleón firma un decreto por el que se constituyela Armée de Portugal con la intención de intentar una nueva y definitiva invasión del país luso. Para ello se hacía necesaria la previa ocupación delas plazas fuertes de Ciudad Rodrigo y Almeida. Este ejército era dirigido por el mariscal de Imperio André Massena, Príncipe de Essling y la composición es la que sigue:

Armée de Portugal:

- 2º cuerpo de ejército, comandado por el General Reynier (18.830 hombres)
- 6º cuerpo de ejército, comandado por el Mariscal Ney (39.572 hombres)
- 8º cuerpo de ejército, comandado por el General Junot (37.337 hombres)


Con la intencion de iniciar la invasión se presentó el impetuoso Mariscal Ney el 25 de abril sobre las tres y media de la tarde a las puertas de Ciudad Rodrigo, iba al frente de una buena parte de su cuerpo de ejército, el 6º y estaba decidido a cobrarse venganza por los sucesos acaecidos a principios de ese mismo año.

Herrasti recibió la noticia de la llegada de los franceses y mediante un cañonazo previamente establecido como señal de alarma, avisó a todos sus hombres para que se adoptaran las posiciones de defensa.

El Regimiento de caballería Voluntarios de Ciudad Rodrigo, mandado por el Teniente Coronel Julián Sánchez conocido como "El Charro", brilló especialmente en los dias que siguieron, preliminares del asedio. Con sus frecuentes salidas de la plaza y sus ataques sorpresivos, consiguieron infundir en el bando contrario un profundo temor así como un buen número de bajas en sus filas. Esta fué la tónica dominante en los primeros días de bloqueo, salidas de los grupos avanzados españoles, ataques sorpresa y posterior desbandada de las tropas imperiales.



Ney se apercibió de que la situación no estaba tomando el cariz adecuado y decidió cambiar de estrategia. El 12 de mayo hizo llegar una carta al gobernador de la plaza, D. Andrés Pérez de Herrasti. En la misiva, básicamente le pedía la rencición de la ciudad, a cambio, ofrecía una supuesta salida honrosa, la integración de él y de sus hombres al bando opuesto conservando empleos y paga.

La proposición no produjo satisfacción en Herrasti, que la consideró ofensiva y ni siquiera se molestó en contestar por escrito. Verbalmente transmitó, según sus propias palabras que "no tenían nada que tratar sino a balazos".

Herrasti, veterano militar, era plenamente consciente de que defender la ciudad ante la mayor potencia militar de la época era muy difícil cuando no imposible. Aunque albergaba la esperanza de que los británicos, que se mantenían en posiciones cercanas acudieran en auxilio de la plaza y de sus defensores. Una carta de contenido ambiguo enviada por el Duque de Wellington y recibida tan solo unos días antes, le daba motivos de mesurado optimismo:

"Estaré encantado de prestar asistencia a su excelencia y a la ciudad de Ciudad Rodrigo siempre que esté en mi mano. El ejército aliado bajo mi mando está en este momento en una situación desde la que puede ir en ayuda de Ciudad Rodrigo, si las circunstancias me permitieran hacerlo. Su excelencia debe ser consciente, sin embergo, que la protección de ese lugar no es el único objetivo que se me ha encomendado y que debo usar loe medios que tengo en mi poder con laprudencia y circunspección que la situación de los asuntos requiere". (Wellington's Dispatches Vol I, p. 172)

El tiempo transcurría, el mes de mayo llegaba a su fin mientras las tropas imperiales se afanaban en establecer sus campamentos en una imaginaria media luna que se podía dibujar desde Valdecarros a Pedrotoro. Los españoles continuaban con sus labores de fortificación de la plaza y las posiciones cercanas. Los británicos se mantenían a la expectativa en la frontera portuguesa, si bien contaban con un destacamento en vanguardia con su cuartel general situado en Gallegos bajo el mando del General Robert Craufurd. Craufurd, buen amigo de los españoles hizo durante estos primeros días de asedio varias aproximaciones a Ciudad Rodrigo y en una de ellas, cuando era escoltado por los hombres de Julián Sánchez, pudo comprobar de primera mano el buen hacer de sus soldados, los cuales, ante un ataque francés, hicieron frente al enemigo provocándole numerosas bajas y haciéndoles huir de nuevo.

No estaba siendo tarea fácil para los imperiales llevar a cabo las tareas previas a asedio, estaban sufriendo demasiado. La tarea de transportar el material de asedio desde Salamanca estaba siendo una odisea, caminos en muy mal estado y completamente embarrados estaban retrasando mucho las operaciones. La logística tampoco estaba funcionando como Massena hubiera querido y como Napoleón le había prometido, las tropas del 6º cuerpo de ejército, situadas a principios de junio en el Convento de la Caridad, Pedrotoro, Cantarranas, Sancti Spíritus o Conejera no estaban recibiendo los bienes más básicos como pudieran ser alimentos para ellos y para sus monturas, tampoco recibían suficiente munición. Las tropas del 8º cuerpo, las cuales llegaron a los pocos días para cubrir la única zona que aún no abarcaban los imperiales, la orilla izquierda del águeda, protegían de esta manera un eventual ataque británico desde sus posiciones en la frontera.


El 30 de mayo, día de San Fernando, onomástica del rey se produjo u hecho, cuando menos, curioso. Para celebrar tan señalado día, desde la plaza, se decidió ejecutar tres salvas de honor, en horario de mañana, tarde y noche. Se efectuaron las dos primeras únicamente con pólvora, circunstancia que hizo que los imperiales inocentemente se confiaran y se acercaran a la ciudad para contemplar el espectáculo y de paso obtener un poco de información sobre la situación de las defensas del lugar. En la salva nocturna se cargaron las piezas con munición y se dispararon contra las posiciones enemigas, provocando, una vez más, en el bando francés la desbandada general mientras que en el español se provocó una carcajada generalizada que duró para días en una ciudad que no debía estar de un humor especial teniendo en cuenta la situación de bloqueo que se vivía.

El día 1 de junio llegó Masséna a Ciudad Rodrigo, iba acompañado del General Jean Baptiste Eblé, comandante de la artillería del ejercito de Portugal y el elegido para comandar la artillería francesa durante el asedio. Ney le expuso su plan para atacar la plaza por la parte norte. Era el punto más vulnerable de la ciudad, ya que frente a la plaza se encontraban dos pequeñas alturas, el Teso Grande o Teso de San Francisco y el Teso Chico. Este era el lugar elegido por Ney para situar sus baterías de artilleros, desde estas elevaciones, el tiro de una pieza de artillería salvaba la falsa braga defensiva y podía impactar directamente contra la muralla para intentrar abrir una brecha.

A Masséna el plan no le disgustó, pasó revista a los hombres del 6º y 8º cuerpo, también supervisó las obras de dos puentes que se estaban construyendo sobre el Águeda, uno por la parte de Cantarranas y otro por la de Carboneros, las cosas aparentemente iban sobre ruedas.

Todo perecía preparado para que la acción de asedio se iniciara defintivamente, pero surgían los problemas. Por una parte a Ney no le hacía gracia tener a un compañero Mariscal como jefe, tampoco Ney era santo de la devoción de Masséna que consideraba que su ahora subordinado había inciado el asedio sin tener todos los medios a su alcance. Por otra parte, el mal tiempo y las continuas lluvias, estaban retrasando las operaciones y causando auténticos estragos entre los soldados.

Mediado el mes de junio, las obras en el Teso de San Francisco iban muy avanzadas, los imperiales habían construido las necesarias trincheras de asedio. A pesar de la firme resistencia de los españoles y a sus pequeños pero continuos ataques, los franceses iban poco a poco adelantando sus posiciones construyendo ramales desde una gran trinchera paralela que ya tenían terminada. Sobre el 20 de junio las obras previas al asedio estaban terminadas, y el destino de la ciudad, parecía ser caer en manos francesas.

En esta coyuntura, el día 22, Don Julián y sus lanceros, por orden del gobernador, abandonan la plaza y, atravesando las líneas enemigas por la parte del camino de Fuenteguinaldo, se disponen a integrarse a la división de La Carrera, que por aquel entonces se hallaban entre La Alameda y Martiago.

El 23 de junio, desde la ciudad se observaron movimientos poco usuales entre los sitiadores. Eran ls preliminares de una serie de ataques que esa misma noche lanzarían sobre los reductos que los españoles habían colocado extramuros. Éstos eran: los arrabales de San Francisco y del Puente, también los conventos de Santa Clara y Santo Domingo. Los ataques fueron repelidos por las tropas españolas allí destacadas. El Convento de Santa Cruz, verdadero objetivo francés por su posición estratégica junto al Teso de San Francisco, zona donde los imperiales estaban situando sus baterías, sufrió el mayor de estos ataques. Tres columnas de infantería francesa fueron las encargadas del asalto. Sólo la heroica defensa de unos 100 hombres del Regimiento de Voluntarios de Ávila así como el vivo fuego de fusilería que descargaban los Hombres del Regimiento de Mallorca desde la falzabraga de la plaza, evitaron que el reducto cayera en manos imperiales.

A pesar de la resistencia, al amanecer del día 25, las baterías francesas, ya perfectamente situadas, comenzaron a disparar. Todos los habitantes de la ciudad se apresuraron a ofrecerse voluntarios para la defensa. Hombres, mujeres y niños desempeñaron durante el asedio las mas diversas tareas, bien apagando los numerosos incendios, como auxiliares de las piezas de artillería o bien en el resto de labores necesarias para el avituallamiento de los habitantes del lugar.

Los días siguientes el bombardeo continuó, el 27 cayó el Torreón del Rey y se comenzó a a bris brecha en la muralla, circunstancia ésta que aprovechó el mariscal Ney para enviar una nueva invitación a Herrasti para que rindiera la plaza. Herrasti, una veza más, volvió a negarse. Ney, furioso, respondió intensificando el fuego sobre Ciudad Rodrigo.

Mientras, el general británico Robert Craufurd, se encontraba esperando órdenes junto a su división ligera adelantado a las posiciones británicas en su cuartel general en Gallegos. Su deseo siempre fue auxiliar a los españoles. Wellington, siempre prudente, nunca se lo permitió, pensaba que enfrentarse a las tropas imperiales en campo abierto junto a Ciudad Rodrigo, sería una derrota segura. Su estrategia era permanecer a la expectativa, teniendo en cuenta que todo el tiempo que resistieran los españoles en Ciudad Rodrigo, era tiempo que él mismo ganaba y a su vez los franceses perdían. Es precisamente en este extremo donde reside la especial importancia del asedio de Ciudad Rodrigo y la firme resistencia de sus defensores dentro del contexto del a Guerra de la Independencia, Guerra de España, Peninsular War o como queramos llamarla.

El cerco a la ciudad parecía definitivo, las labores en las trincheras proseguían con la misión de aproximarse lo más posible a las murallas, el fuego de las baterías imperiales no cesaba. El 2 de julio, la brecha abierta frente a la catedral estaba ya muy adelantada. Se hacía necesaria la defensa de ese punto por la mayor cantidad de hombres posibles, para ello, Herrasti mandó desalojar el arrabal de San Francisco para así poder usar los hombres allí destacados, unos 550, en la defensa de la brecha. Solamente quedaron en el arrabal unos 50 hombres, los cuales no lograron evitar que los franceses tomaran el día 3 el citado arrabal.

El día 6 Herrasti recibía noticias desalentadoras. El cura Sebastián Gallardo, el cual había salido de la plaza para informar a Lord Wellington de la situación, había sido capturado por los franceses e hizo llegar una carta a la ciudad. En esa carta confirmaba lo evidente, los británicos no tenían intención de auxiliar a Ciudad Rodrigo.

El día 8 lo sitiadores terminaron la construcción de otras 4 baterías. El fuego artillero era ahora terrible, toda la zona próxima a la brecha quedó arruinada y ésta se ensnchó considerablemente hasta hacerse un acceso practicable.

Ante esta tesitura, Herrasti tenía dos opciones, una de ellas era intentar resistir y defender la brecha ante el inevitable final que era la tma de la plaza por los imperiales. De haber hecho esto, Ciudad rodrigo hubiera sufrido las consecuencias de tal resistencia en forma de venganza por parte de los soldados franceses, únicamente hubiera conseguido “morir matando”. La otra opción era capitular la plaza lo cual evitaría un innecesario baño de sangre..

Los Chasseurs du siege, unidad creada especialmente apara el asedio a Ciudad Rodrigo se preparan para el asalto, al fondo, los españoles se disponen a la defensa.



El día 9, Herrasti comenzó a retirar las tropas que guarnecían la brecha . La rendición de la plaza era ya inevitable. Al día siguiente, 10 de julio, Ney envió tres hombres a revisar la brecha, eran voluntarios dispuestos a morir, cual no sería su sorpresa cuando al ascender por la derruida muralla no observaron a nadie sino a un oficial español enarbolando una bandera blanca. Una vez que los imperiales habían comprobado que no se iba defender la brecha, Pérez de Herrasti hizo llegar una carta a Ney:
“Excelentísimo señor.
Consecuente con lo que dije a V.E. en mi anterior oficio, y habiendo cumplido ya con todos mis deberes militares según me proponía y era de mi obligación, estoy pronto a capitular, y para ejecutarlo, espero se servirá V.E. determinar la persona y parage donde y con quién debe ejecutarse”.

El mismo Ney le recibió al pie de la brecha donde negociaron la capitulación.

Terminaba así uno de los asedios más largos de la Guerra, unos 76 días contados desde el 25 de abril, día en que el mariscal Ney se presentó por segunda vez ante las puertas de Ciudad Rodrigo al frente del 6º cuerpo de ejército de Napoleón.

Terminaban así también 76 días de sufrimiento y calamidades para los habitantes de una ciudad que ahora estaba devastada, en completa ruina, y con cadáveres casi por todos lados. 411 muertos y 994 heridos en el bando español, 182 muertos y 1048 heridos por el francés fueron un precio quizás demasiado caro a pagar por la obstinada resistencia de los españoles. Aunque el tiempo que los imperiales perdieron (y a su vez los británicos ganaron) en el asedio fué determinante para el éxito final en la Guerra.
..
Comenzaba ahora el largo camino al cautiverio en prisiones francesas para las tropas españolas.

mas información y fotografias en:

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Puntos:
21-08-08 15:02 #1102116 -> 1090249
Por:charrita

La Batalla de Villar de Puerco 11 de julio de 1810


Combate de Villar de Puerco (Villar de Argañán) 11 de julio de 1810


Nos situamos a principios de julio de 1810, Ciudad Rodrigo se encontraba ya en manos francesas y es utilizado por los soldados imperiales como punto de partida para realizar continuas incursiones en el territorio teóricamente dominado por los puestos avanzados británicos. La misión de estas incursiones francesas era principalmente la de recopilar información sobre la situación de las avanzadillas británicas, pero aprovechaban también para recoger provisiones para su ejército por allí por donde pasaban.

El general Robert Craufurd estaba harto de esta situación, el terreno que ahora pisaban los franceses había sido dominado por el hacía muy poco. Ante esta circunstancia, Craufurd decidió tender una emboscada a una de las columnas francesas enviadas desde Ciudad Rodrigo, se trataba de unos 30 jinetes franceses que precedían a otros 30 infantes del 22º de línea mandados por el capitán Gouache, los cuales tenían por objetivo el pueblo de Villar de Puerco, actualmente Villar de Argañán.

Craufurd preparó la emboscada al mas puro estilo guerrillero de la División Ligera aunque bien es cierto que usó un gran número de efectivos, muy superior al de sus rivales. De caballería contaba con dos batallones del 1º de húsares de la King´s German Legion, dos escuadrones del 16º de Dragones Ligeros mas otros tres escuadrones del 14º de Dragones Ligeros. A éstos, se sumaban cinco compañías del 95º de Rifles, dos compañías del 52º de infantería, otras tres del 43º mas el 3º de Caçadores portugueses. Es evidente que formaban una fuerza muy superior en número a la de sus enemigos aquel día.



A medianoche recién iniciado el día 11 de julio, los hombres de la División Ligera cruzaron el Río Dos Casas, Craufurd desplegó a sus hombres situando la mayor parte en un maizal junto al Villar de Puerco. El mismo Craufurd se acercó en persona hasta el pueblo, pudo ver a los Dragones franceses entrar en Villar de Puerco, fue consciente de su superioridad numérica y, sin esperar ni siquiera a la llegada de su infantería, decidió ordenar a los Húsares de la KGL, mandados por Krauchenberg y a un escuadrón del 16º de Dragones de Ashworth que atacaran a loa jinetes franceses. La caballería británica tuvo dificultades para aproximarse a los franceses, pues para llegar hasta ellos tenían que pasar por un desfiladero muy estrecho. Los Húsares y Dragones ingleses se detuvieron al observar a la infantería francesa, los hombres del 22º de línea, que se encontraban semiocultos entre el maíz se convertían ahora en el objetivo de la caballería de Krauchenberg. El capitán Gouache, previendo la situación que se le venía encima, se apresuró a formar a sus hombres en cuadro para intentar repeler el ataque de la caballería. Éste no tardó en producirse, el cuadro recibió una primera carga por parte de los alemanes de la KGL y del 16º de Dragones Ligeros, al que respondieron con una certera descarga de fusilería con la que abatieron a varios jinetes y caballos y que obligó a retroceder a los británicos. Los imperiales aguantaron el cuadro y se prepararon para recibir un segundo ataque a cargo del 14º de Dragones, fue repelido de la misma manera, varios de los jinetes cayeron heridos de bala, los que continuaron el ataque se toparon con las afiladas bayonetas de la infantería.

Craufurd estaba desesperado, un puñado de infantes franceses habían rechazado a toda su caballería. El ataque había sido precipitado y los hombres de la infantería británica no habían tenido ni siquiera tiempo de entrar en combate, aun tuvo tiempo de preparar Craufurd otro ataque, pero un desgraciado error al confundir su propia caballería con la francesa frustró completamente la esperanza de salir victorioso de este combate.
Los hombres del capitán Gouache y del sargento Patois aprovecharon el error para retirarse a posiciones mas seguras.

El resultado final del combate fueron 30 jinetes y 30 caballos británicos muertos, los 31 dragones franceses fueron hechos prisioneros. Pero lo mas destacable fue que el capitán Gouache no perdió ni un solo hombre, el capitán fue recompensado con un ascenso, el sargento recibió la anhelada legión de honor.


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