Foro- Ciudad.com

Villalba de Guardo - Palencia

Poblacion:
España > Palencia > Villalba de Guardo
20-05-15 18:55 #12632880
Por:delaheraluis

IR DE NIDOS
IR DE NIDOS

Marzo, nidarzo. Abril, güeveril. Mayo, pajarayo. San Juan , volaran. Y, para San Pedro, tócales el pelo.
Este refrán o retahila la aprendíamos de niños. En él se marcan los tiempos de desarrollo de la actividad de las aves y su crianza.
Controlar estos tiempos y otros ciclos naturales era muy fácil para nosotros, porque cada día, la naturaleza, en toda su extensión, vida y riqueza se nos ofrecía de manera gratuita. Vivíamos en ella y con ella. Era parte de nuestro devenir diario, solamente había que observar la ley
y dejarla hacer.
La mayoría de las aves cumplían este ciclo, salvo algunas excepciones como lechuzas y rapaces afines que se adelantaban y algunas otras especies que se retrasaban.
A primeros de marzo y, casi siempre, en torno a la Semana Santa, los grupos de niños se iban formando. Solían ser estables, aunque a veces se iban añadiendo nuevos miembros por otros mayores que los abndonaban. Muchos de estos grupos contaban con familiares; hermanos, primos.
Hecho en grupo, había una primera salida a finales de mes, por lo general , el último domingo , y, siempre después de misa o por la tarde.
Ir de nidos, en primavera consistía en ir de paseo, en tener una aventura por la Vega, los Zaldejales, el Monte y el Soto. En este paseo había un hecho diferenciador, cual era poner toda nuestra atención y dotes de observación posibles para descubrir los nidos. Nuestra experiencia con los años iba en aumento, hasta hacernos unos auténticos especialistas y expertos en localizarlos.Cualquier signo externo, cualquier sonido, la forma de salir cantando un pájaro, y cualquier espacio natural de arbustos y árboles era escudriñado por nuestros sentidos. Todo estaba al servicio de nuestro objetivo .
La vista, el oído y nuestro instinto de niños de pueblo estaban al servicio de nuestro fin.
Ver una mancha negra en medio de los desnudos o semidesnudos árboles y arbustos. Escuchar el canto de un pájaro al abandonar su escondite cuando lo sorprendíamos, y ver si su vuelo era cercano o de lejanía. Escudriñar las riberas de los cuérnagos, las matas más espesas y los árboles más tupidos. Cualqiuer señal. Por pequeña que fuese era estudiada y comprobada.
Ir de nidos tenía sus normas. Normas que no estaban escritas pero que todos respetábamos, y, a veces, cuando alguien las transgredía y tenía un incidente, lo veíamos como un castigo. Como fue el caso de Julio, en hijo del caminero,. Cuando en el Sotín Mayor por querer coger un nido de cigüeña se cayó y se rompió una pierna. Y, menos mal que unos arbustos amortiguaron su caída.
Había pues, unas reglas que se cumplían. No coger los huevos de los pájaros pequeños, salvo de los gorriones, que abundaban. Tampoco los de cigüeña, ni los que ya estaban hueros y, siempre en el nido dejar uno.
Descubierto el nido había que memorizarlo y volver cada dos, tres días, para ver si había nueva puesta.
Visto hay en día, esta actividad estaría prohibida, ( de hecho lo está). Es, un atentado contra la naturaleza. Pero quiero informaros que en aquellos años hasta se pagaba y se premiaba por parte de la Administración, por acabar con ciertos aves y animales.
Además, hay un elemento comparativo que lleva a un interrogante, que es inquietante y da que pensar. ¿Cómo antes, con estas prácticas había animales en abundancia, y hoy sin ellas son tan escasos? ¿Alguien me lo explica?.
Hoy con todas las protecciones del mundo es difícil ver ranas en ls lagunas, peces en las limpias aguas del los ríos, lagartos en el monte y los cantorrales y culebras en la vega, Las cigüeñas no tienen tantos nidos y los gorriones apenas se ven por el pueblo. ¿Qué pasa?
Nuestro objetivo, eran nidos de las aves grandes y medianas: los tordos, mirlos, palomas bravas milanos, y sobre todo de cuervos, grajos, grajillas y pigazas ( nombre que por aquí damos a las urracas). Estas tres últimas eran las más abundantes y las urracas las más dañinas para las demás especies.
Conocíamos y distinguíamos la forma de sus nidos y también el color y tamaño de sus huevos. No nos hacia falta ver el ave para saber su especie.
Sabíamos cuando el nido estaba acabado, cuando era nuevo y que especies aprovechaban los nidos viejos para su puesta.
El ejercicio de subir a un árbol no era sencillo y tenía sus riesgos; magulladuras, arañazos, golpes y… algunas sorpresas, como cuando metías la mano en el nido sin mirar su contenido y algún lagarto se estaba dando un festín y te mordía. No era frecuente , pero pasaba.
Nuestra sabiduría, no era solo natural sino experimental. Al igual que el número de su puesta. Esta especie pone cuatro, la otra cinco, seis…
De cada nido descubierto se llevaba un control.
No era inusual que algunos nidos fuesen localizados por más de un grupo. Se entablaba entonces una carrera por ver quién llegaba primero y era el más listo para logra el premio.
También sabíamos que si nuestras visitas eran muy frecuentes y con el ave realizando la puesta, algunas especies aborrecían su nido. Cuando abril se iba y llegaba mayo, si se encontraba algún nuevo nido había que comprobar el estado de sus huevos, mucho más si en nido tenía más de dos huevos. Porque si estaba huero o “güero”, es decir, que el embrión ya se había empezado a desarrollarse, entonces, no servía. Esa comprobación se hacia en un arroyo o recipiente con agua. Dependiendo de que el huevo flotase se fuese al fondo o quedase entre dos aguas, se sabía su estado.
A veces, algunos grupos poníamos señuelos a modo de huevo par que el ave siguiese poniendo, por lo general , alguna piedra de las muchas del río o los cantorrales de la misma forma y tamaño.
La vida y la naturaleza era una escuela increible, amena, divertida y, sobre todo motivadora y práctica.
Una vez que las aves empezaban su puesta, regresábamos de nuestras “excursiones” con el preciado botín y poniendo todo el cuidado del mundo para que no se rompiese por el camino de vuelta
Había después, una tarea añadida, conservarlos hasta el día de la tortilla.
Por lo general,cogíamos una caja o cesto y, envueltos entre capas de paja se iban depositando en ella, Muchas veces poníamos trozos de hierro porque parecía que al conservar mejor el fío duraban sanos más días. También teníamos la creencia de que los libraban de las tormentas y no se estropeaban.
Acabada la campaña, hacía San Isidro, nuestras madres nos preparaban unas deliciosas y variadas tortillas. Si la cosecha no era abundante se añadían de las propias gallinas.
Cuando se cascaban se hacían en un plato aparte y, uno a uno, por si alguno estaba malo y estropeaba al resto.
Tortillas y algún bizcocho o dulce alegraban la fiesta y, a espera el año próximo.
LA siguiente diversión común la ponían los ríos, arroyos y lagunas con su abundante pesca de peces y cangrejos.
No nos faltaban diversiones y lecciones que aprender
Hoy en día todo está perdido. Las diversiones son otras. Los gustos han cambiado. Las lecciones de la naturaleza, aunque nos sorprenden, cuando alguien nos las narra, no tienen nada que ver
Feliz infancia, Feliz inocencia. Felices años
Puntos:

Tema (Autor) Ultimo Mensaje Resp
Foto: foto de nidos de avión(pajaro) en la fabrica Por: delaheraluis 02-10-12 21:12
No Registrado
1
bienvenidos al bar. Por: No Registrado 12-01-11 15:50
No Registrado
0
Simulador Plusvalia Municipal - Impuesto de Circulacion (IVTM) - Calculo Valor Venal
Foro-Ciudad.com - Ultima actualizacion:08/08/2020
Clausulas de responsabilidad y condiciones de uso de Foro-Ciudad.com