Villalba de Guardo - Palencia

Mañana es el día mundial de dicha enfermedad. Quisiera rendir un pequeño homenaje en la figura de mi madre a todos ellos y pedir para que nunca los que aún tenemos recuerdos y memoria nos olvidemos de ellos, aunque ellos, tristemente se olviden de nosotros.
Mi madre murio de dicha enfermedad y del último verano que pasé con ella y sus últimos días y horas en los que se le agudizó esta enfermedad tengo estos recuerdos.



Yo, comencé a recordar de nuevo, cuando tú comenzaste a olvidar. Y, recuerdo aquella tarde, como si apenas hubiesen pasado unos minutos. Revivo hoy, y ahora, la sorpresa, la pena y la impotencia de estar constatando una realidad. Estabas “perdiendo la cabeza”
Había oído decir a mi hermana y a padre que a veces no les conocías. Que un día te fuiste a pasear por la vega y no sabías volver a casa. Y aunque incrédulo, por la distancia y por no haber sido testigo del hecho. Aquella tarde se confirmaron mis dudas. Fue el 2 de julio de 1996, para más señas, Día que regresaba al pueblo de vacaciones veraniegas, como cada año con mi mujer e hijas.
Yo, comencé a ser durante aquel verano, que fue el último pasado junto a ti, en aquellos días y los ratos que estuvimos juntos, la memoria de tus olvidos. A recordarte todos los retales de tu vida que conocía, con la fe y la ilusión de que no perdieses tu memoria ni los recuerdos vividos y, aunque había pequeñas batallas que ganaba, o al menos yo creía ganar, sabía que iba perdiendo esa lucha, y el olvido vencía a mi tesón y a tu memoria.
Maligna enfermedad que borra la memoria y el recuerdo al enfermo y la esperanza de ver una luz aunque sea tenue de quienes le cuidan, porque nunca llega el punto de retorno donde la mejoría o estabilidad se hacen presentes.
Dos o tres gotas más, arriba o abajo, de la prescripción médica según hubieses pasado la noche o te encontrases de tranquila y… perdóname por el engaño de aquella pastilla de placebo cuando decías que te dolía la cabeza o el reúma. Pastilla que era efectiva ¡oh milagro! Que duraba las horas que pasaban hasta que te volvías a acordar del dolor y pedías más.
Y que gozosa sorpresa e ilusión cuando al hilo de un recuerdo hilvanabas otro que yo no conocía.
Poco a poco me fui centrando solo en la familia y en que no perdieses a tu marido, tus hijos, tus nietas del rincón de tus vivencias. Intento vano porque el olvido iba más veloz que tus recuerdos y mis esfuerzos.
Como hoy dice tu hermano, el último que queda vivo:
-No sé cómo te llamas, ni de quién eres, pero sé que eres de los míos.
Maldita enfermedad que te borra la vida: lo que has sido, eres y serás. Y, bendita enfermedad porque me hacía verte con más cariño y, hacía que toda tu vida y la mía ya no fuesen olvido nunca más. De nuevo volvía a vivir contigo toda mi infancia y juventud, mi madurez; tus gestos y palabras, caricias y consejos que había olvidado. Tu vida y la mía volvían a estar en aquella dimensión que ni el tiempo ni nada podía arrinconar en el desván del olvido. Me necesitabas, igual que yo, te necesité de niño. La rueda de la vida giraba al revés para devolver algo de lo entregado.
Éramos seres que vencíamos el olvido porque ya siempre uno de los dos sabríamos quién era el otro.
Menos mal que te fuiste, sabiendo quién eras y quién era yo. Al menos en esos días y últimas horas que pasé junto a ti, tus recuerdos parecían vivos y frescos. Claro que tampoco hubiese pasado nada si no me hubieses reconocido porque yo, sí que te conocía y sabía quién eras. MI MADRE.
ÁNIMOS A LOS ENFERMOS Y A LOS QUE ESTÁIS A SU LADO

Precioso, es una lástima pero es así

Este relato además de ser maravilloso refleja la realidad. Enhorabuena por él y por los ánimos que nos das.