Ronda - Malaga

La verdad, no se con que fin estoy escribiendo esta carta, tal vez lo necesito y me alivie un poco de algo que llevo dentro desde hace mucho tiempo, e incluso no sé si la mandaré.
Soy un hombre normal y corriente, de los que te puedes cruzar a diario por la calle, soy feliz con mi vida, mi trabajo, mi familia, etc.
No puedo decir lo mismo con mi infancia,
era un niño algo ( o bastante ) tímido, apenas hablaba con nadie, en general lo que se suele decir, un pedacito de pan.
Para hacer amigos me metí en los Scout de Andalucía, allí hice muy buenos amigos y aprendí mucho de muchas cosas.
Cada vez me iba integrando mas y mas. Nuestro jefe ( Faisán Ligero) era un hombre bonachón y simpático aunque bastante machista.
Iban pasando los meses y con mi aprendizaje iba ganando cargos y teniendo más relación con los jefes.
Hacíamos muchas salidas con Faisán, al campo, iglesias, colegios etc.
En el campamento de la Llana, que es donde el vive, realizábamos muchas salidas y reuniones para organizar las reuniones posteriores.
A veces se le notaba bastante cariñoso con nosotros, en especial con algunos. Cuando llegaba la hora de dormir siempre hacia el reparto de camas, y siempre acabábamos dos durmiendo con el.
Un día me tocó dormir a mi y claro nos fuimos a dormir los tres, yo “dormía” en medio.
Al poco rato de estar acostados yo notaba algo muy raro, Faisán estaba abrazado a mi y empezó a tocarme y a besarme, yo la verdad no entendía cómo podía hacerme esto y con que fin.
Al fin paro después de un buen rato y pude dormir.
A la mañana siguiente seguía sin entender nada, apenas hablaba con nadie, eso si Faisán estaba bastante cariñoso conmigo, se notaba en que todo lo mejor iba para mí.
Pasaron las semanas y tenia un gran secreto que no podía o no quería decírselo a nadie.
Entre unas cosas y otras acabe otra vez donde mismo.
Esta vez era todo más intenso, ya empezaba a no gustarme lo que me hacía pero no sabía como parar.
¡Se acabó, ya se ha cansado y podremos “dormir”!
cada vez me veía con menos ganas de asistir a las reuniones y por supuesto de estar con Faisán.
Llegó la tercera y última vez, en medio de la euforia me quiso penetrar pero yo no me dejé y quiso que lo penetrara a él lo cual también me negué y me hizo sexo oral ( él a mi) hasta el final, cosa que ya si que no sabía que hacer.

Pues ésta es mi historia, al fin dejé los Scout y crecí como un niño normal.
Ya de adulto y después de lo que vemos sobre abusos sexuales y las secuelas que pueden dejar, me siento afortunado porque me he estudiado profundamente y la verdad es que no tengo secuelas síquicas ni físicas, eso si, mi vida ha sido una verdadera incógnita.
El no saber el por qué sucedió, si lo provoqué yo, si lo seguirá haciendo, y sobre todo el por qué no hago algo para remediarlo.
Pues las respuestas ya las sé.



Sucedió porque hay gente que tiene este problema y me tocó a mí como le podría haber pasado a cualquiera.
En cuanto a si yo lo provoqué , pues claro que no, estamos hablando de un niño de 11 años, ¿si lo seguirá haciendo? creo que sí, este tipo de gente no suele parar, y el por qué no hice algo, por miedo, vergüenza e ignorancia.
No sé si es demasiado tarde y no sé el efecto que puede dar esta carta, pero personalmente me siento muy bien solo con el hecho de escribirla.
Creo que lo que me ha empujado a hacer ésto es el pensar en otros niños que estén pasando por lo mismo que yo he pasado , yo estoy bien y eso es lo que importa, seguir mirando hacia adelante y de lo pasado coger sólo los buenos momentos y olvidarte de lo demás.

En fin, me despido, gracias por leer mi carta.
Un saludo y hasta pronto, ya os veré si nos cruzamos por la calle.
Atentamente:
uno de tantos






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