Un Centenario en Cachupinos y Riogordeño Cien años dan para mucho. Para formar parte del equipo de construcción de la plaza del Oeste de Tivoli World por la que han pasado miles de malagueños o bien para contribuir a la alimentación de muchos otros elaborando durante años y años bocadillos para los alumnos de Salesianos. Ahora, a Jesús Cerezo Posada le ha tocado cumplir años. Pero de forma muy especial. Ayer se convertía en un vecino centenario en Capuchinos, donde su más allegados y vecinos le han querido felicitar por la efeméride. Desde aquel 16 de diciembre de 1911 le han pasado por delante miles de acontecimientos, noticias, eventos. De muchos aún mantiene recuerdo, aunque queden casi un siglo ya por detrás, pues mantiene clara la mente. «No se me olvida cuando el actual Rey, que entonces era príncipe, vino a Torreblanca del Sol, donde yo trabajaba. Estuvimos como dos o tres días preparándolo todo para dejarlo todo perfecto». Tampoco olvida algunos momentos al lado del alcalde de Málaga García Grana. Pero quién le iba a decir a Jesús Cerezo que lo que para él era un modo de transporte habitual durante toda la vida se iba a convertir con el paso del tiempo en una necesidad para muchas ciudades. ¿Carril bici?. Él no se lo había planteado, pero hace muchos años iba a todos lados en su bicicleta, sin que finalmente se sacara el carnet de conducir. «Recuerdo -dice- cuando un día iba por la calle Larios para ir al Chinitas y cuando fui a entrar por la puerta del café, me paró diciendo que allí no podía ir con la bicicleta.». Nacido en Riogordo, su familia pronto se vino a Málaga para pasar sus primeros años en el Camino de Antequera. Tras casarse llegó a Capuchinos donde ha vivido desde entonces. -¿Jesús?, sí, claro. Vive en la esquina. ¿Qué si lo conozco?, claro de toda la vida, espeta una vecina al preguntársele por su domicilio. Toda una vida marcada por el trabajo. Con sus padres en el negocio familiar de harina en el pueblo, como carpintero ebanista... Después, tras casarse, llegaba el momento de regentar el negocio de ultramarinos -'Comestibles Cerezo'- especializado en jamones y quesos manchegos que mantenía durante 40 años en el barrio en el que vive, donde llegó hace más de 60. Con su mujer llevó el negocio, del que recuerda los bocadillos que se hacían diariamente e incluso alguna anécdota. «No se me olvida cómo alguna que otra vez echábamos de menos los donuts y otras cosillas. Cosillas de la juventud...». Ahora, tras la muerte de su mujer el pasado mes de agosto, vive en su casa de la esquina de la calle Peinado de la que le cuesta salir. Tiene 4 hijos, 10 nietos y seis biznietos. Dice que nunca se había planteado llegar a los cien años, aunque ha tenido dos hermanos que sobrepasaron con creces los 90. «No, no lo he pensado. Lo que sí pienso es que me queda ya menos que vivir». No obstante, pese a sus achaques, toca celebrarlo con los suyos. Atrás queda mucho vivido y una Málaga muy diferente a la de ahora. Y para aquellos que quieran alcanzar su edad un consejo: «Trabajar y mirar mucho por la salud». |