Riogordo - Malaga

Del libro "La cara oculta de los grandes de la Historia", de Juan Manuel Gonzáles Cremona, es el capítulo "Cuando Mussolini pudo acabar con Hitler". Interesante, cuando menos:

"El futuro Duce nació en 1883, en una aldea próxima a Forli, hijo de un herrero socialista, ateo y de extrema izquierda, y de una dulce y católica maestra. Nada dulce era su padre, excesivamente impetuoso en la defensa de sus ideas. De él, y no de la madre, heredó su carácter el hijo.
A quien se llamó Benito en recuerdo y homenaje de Benito Juárez, lo que no es poco.

El niño es huraño y defiende su soledad a golpes. Los ingresos del herrero y la maestra apenas alcanzan para la comida y muy poco más, de manera que los Mussolini son pobres, muy pobres, y Benito acusa el hecho. Mucho más tarde dirá que no le dolían las privaciones a que se tuvo que someter, sino las humillaciones que hubo de soportar.

Educado por los salesianos, es un alumno mediocre aunque no malo. Sigue sin tener amigos y prefiere la compañía de los animales a la de sus compañeros. Lee mucho. A la hora de comer, se sienta entre los más pobres, porque hay tres categorías de pensión.

Cursa como puede la escuela normal y, en 1901, ocupa su primera plaza como maestro en un pequeño pueblo que no es el suyo porque en él no lo quiso el Ayuntamiento. El hijo del herrero socialista-anarquista es de carácter violento y puede ser peligroso.

No aguanta más de un año la rutina diaria de la enseñanza: durante esos monótonos meses tiene tiempo para leer. Marxismo, claro. Pero no será Marx propiamente dicho, sino George Sorel ("Reflexiones sobre la violencia") quien ejerza mayor influencia sobre él.

En 1902, harto de rutina pero más de pobreza, toma una decisión insólita: viajará a los Estados Unidos, como tantos de sus compatriotas. Habla con su familia, que está de acuerdo pero que no puede facilitarle las pocas liras necesarias para el más económico de los pasajes, así que Mussolini no se fue. Con las consecuencias que son del dominio público.

(Continuará)...

(Cont.) Mussolini...
"No se fue a América, pero sí a Suiza. Es de suponer que en la elección del pais de destino la proximidad -míninmo coste del billete- debió ser determinante.
Cuando bajó del tren llevaba todas sus pertenencias en un maleta de cartón y, en el bolsillo, dos francos suizos.

Vagabundeó de pueblo en pueblo en busca de trabajo, pero sólo obtuvo ocasionales y míseras ayudas económicas de algunos compatriotas. En Lausana, sin trabajo y sin un céntimo, un policía lo descubrió durmiendo bajo un puente y, dado su inquietante aspecto, lo detuvo. Sólo pasó veinticuatro horas en el calabozo y de él salió agradecido porque, por primera vez en muchos días, había comido caliente.

Sigue en Lausana y sigue sin encontrar trabajo. Una tarde pasa ante los jardines del Gran Hotel Beau Rivage y, a través de la verja, ve hermosas jóvenes, alhajadas mujeres, baile, vino y lujo; él, que no tiene siquiera para comer, le escribirá a un amigo: -¡Oh, santa idea de la anarquía del pensamiento y de la acción! ¿No existirá un derecho a morder que os aplaste?
Para entender al Duce hay que conocer a Benito.

Por fin consigue trabajo como salchichero y, más tarde, como repartidor. Habla correctamente el francés, lo que le vale hacer traducciones al y del italiano para un catedrático que le facilita el acceso a un curso de Economía Política y Social en la Universidad de Lausana. Por esos días se hace amante de una pintoresca rusa nihilista, la Balanoff, quien lo introduce en los ardientes círculos de revolucionarios de toda Europa que por entonces pululaban en la acogedora Suiza.

(Continuará...)

(Continuación):

"Ateo militante, Benito pronuncia una conferencia en la Casa del Pueblo, de Lausana, sobre el tema ·El hombre y la Divinidad·, en la que expone con rotundidad dfinitiva la no existencia de Dios.
A su auditorio de fogueados socialistas poco le impresionan argumentos y conclusiones, pero mucho el fuego que se desprende de las palabras de ese muchacho de veinte años. Pronto, a sueldo de los sindicatos, Benito se convierte en agitador profesional.
Como es natural, la policía repara en él, lo que le vale brevísimas estancias en el calabozo y la expulsión del cantón de Berna. Prosigue su acción en Ginebra, huye a Francia, reingresa ilegalmente en Suiza, apela contra la ·expulsión a perpetuidad· que se dicta contra él, negando ser anarquista y declarándose ·socialista revolucionario·.

Por fin se establece en Lugano, trabajando en la construcción. Según él mismo cuenta, habrá once horas de trabajo al día, a 32 céntimos la hora; 121 viajes al segundo piso del edificio con una carretilla llena de grava hasta los bordes.

En 1905, afectado por la noticia de la muerte de su madre, vuelve a Italia.

(Continuará).

(Continuación): Muussolini vuelve a Italia tras la muerte de su madre y "ejerce el magisterio en varias poblaciones sin descuidar la agitación revolucionaria, lo que le vale ser confinado en Forli. El hecho es importante porque en dicha ciudad su padre, harto de la miseria de la aldea, ha instlado un modestísimo restaurante (más bien habría que llamarlo "casa de comidas"). Una viuda más pobre que él lo ayuda, y la viuda tiene una hija, casi analfabeta pero muy guapa, que se llama Raquel y que pronto comparte lecho cobn Benito.

El amor no lo aleja de la política. Viaja por el norte de Italia y llega hasta Trieste, donde escribe para ·Il Popolo di Trento·, periódico que lucha por la integración de la ciudad en el Reino de Italia. Es a partir de entonces cuando Benito renuncia al internacionalismo para ser un socialista nacionalista.

En 1909, aunque swigue en una pobreza que más bien parece miseria, alquila dos cuartos pequeños y llenos de pulgas y allí se instala con Raquel. Que en septiembre de 1910 dará a luz a una niña, Edda, la por siempre preferida de su padre, y a la que se inscribe en el Registro Civil como ·hija de Benito Mussolini y madre desconocida·.

Siempre agitador revolucionario, pero todavía ingenuo, decide iniciar en Forli La Revolución. Al frente de unos centenares de obreros, exaltados por su fuego verbal, se encamina a asaltar la estación de ferrocarril, primer paso para la toma del poder. Alcanzaban su objetivo cuando alguien grita: ·¡La caballería!·. Desbandada general y fin de La Revolución.

(Continuará)...

(Continuación:
"En 1911 dirige un minúsculo periódico socialista y revolucionario llamado ·La Lotta di Classe·. Es tanto el magnetismo que irradia de sus palabras y de su personalidad que, poco más tarde la dirección socialista se atreve a confiarle la dirección de su principal órgano de difusión, ·Avanti·, que se edita en Milán.

En esa gran ciudad se instala en diciembre de 1912 con Raquel y Edda para iniciar una tarea que lo llevará a la cima.

Hemos observado con alguna detención los primeros pasos de Benito Mussolini en la vida y en la política porque creemos, basándonos en su propia opinión, que fueron determinantes para todo el resto de su existencia.
Nació y se crió pobre y, por tanto, humillado. Reaccionó congtra ese estado de cosas no con pasividad, sino con fuerza, siendo por ello perseguido y aislado, lo que, obviamente, incrementó su odio al ·establishment·. A tosdos los establishments.

Convencido de que no había justicia capaz de enfrentarse a la injusticia, creyó que el único camino practicable era el de la violencia. No lo olvidemos.
Antes del 1 de agosto de 1914 todos los partidos socialistas eran antimilitaristas y pacifistas, sosteniendo que los obreros no podían participar en guerras que sólo servían a los intereses de sus patronos. Una vez estallado el conflicto, los socialistas de toda Europa -es decir, de ambos bandos- fueron a la guerra cantando canciones marciales con tanto entusiasmo como los no socialistas.

(Continuará).

Cont.

"Mussolini, como todeos sus correligionarios, había abominado contra la guerra desde las páginas de ·Avanti·, sosteniendo la necesidad de que Italia se mantuviera neutral, pero, ya en octubre de 1914, publica un artículo abogando por la entrada en la guerra. Junto a Francia e Inglaterra, claro está.
Estas líneas marcarían un hito en su vida porque, ante la indignación de los socialistas ·puros·, tuvo que dejar la dirección de ·Avanti· Pero fue una huida hacia adelante, porque de inmediato creó su propio periódico, el pronto famoso ·Il Popolo d´Italia·.

La pregunta de cómo realmente un hombre pobre pudo, de la noche a la mañana, reunir el dinero suficiente para montar una empresa periodística sigue sin respuesta oficial, aunque hay una oficiosa: el dinero salió de las arcas secretas del gobierno de Francia.
Italia entyró en la guerra; a costa de terrible precio en vidas y dinero la ganó, y no obtuvo más que migajas del festín de los vencedores.

Mussolini, que combatió como simple soldado -aunque se le ofreció ser oficial- y fue gravemente herido, ha aprovechado la guerra para casarse civilmente con Raquel, quien le dará el primer hijo varón, Bruno, en 1918.

Con la paz llegan, para los italianos, las frustraciones. En 1915, para lograr su entrada en la guerra, los aliados habían prometido a Italia Trieste, Trento, Fiume y la costa dálmata, petro, a la hora de repartir, todo esto se le negó. Es de comprender la irritación de los peninsulares.

Mussolini se sumó a ella con una buena frase: Nada de imperialismo italiano a costa de los demás, pero nada tampoco de imperialismo de los demás a costa de Italia."

(Continuará).

Continuación:
"Hay otro factor nuevo y de decisiva influencia en Italia, Europa y Mussolini: la aparición del comunismo. O, como se prefería decir entonces, el bolcheviquismo.
La copnjunción de rabia por las promesas de guerra no cumplidas y el temor creciente de las clases medias ante la revolucionaria -pero, ahora sí, bien organizada y por ello peligrosa- de la actividad de los comunistas, explican en gran medida la creación por parte de Mussolini de los Fascios de Obreros y Combatientes en marzo de 1919.
Entonces los fascistas son cincuenta y uno; tres años más tarde, después de incontables enfrentamientos con los comunistas, y también con los socialistas y otros grupos, serçan cientos de miles, marcharán sobre Roma y colocarán a su jefe en la cúspide del poder.

No cabe duda de que, durante sus primeros años como gobernante, Mussolini tuvo el apoyo de la inmensa mayoría de los italianos. Pacificó el pais y su obra de gobierno fue impresionante, bastando citar la erradicación de la malaria por la reconversión de las ciénagas pontinas en tierras fértiles; la lucha contra la mafia; la construcción de las primeras autopistas del mundo; las obras arquitectónicas y, muy especialmente, los notables avances en leyes sociales y de protección de los trabajadores con, por ejemplo, las magistraturas de trabajo.

En el debe -gravísimo debe- de esos años iniciales hay que señalar el asesinato del diputado socialista Mateotti realizado por fascistas. Sin el conocimiento de Mussolini, pero sí de altos cargos del partido.
De todos modos, puede decirse que Mussolini realizaba un gobierno bueno -los trenes llegaban puntualmente- hasta que hizo su irrupción en la escena europea y mundial Adolfo Hitler."

(Continuará)...

Cont.
"Desde el primer momento, el alemán fascinó al italiano. Éste hablaba de resucitar el imperio romano y aquél de reconstruir rl germano, pero era visible y audible que uno estaba, como si dijéramos, recitando un papel en una ópera, en tanto el otro era muy capaz de hacer, o de intentar hacer, lo que prometía.
Es lícito suponer que, de no haber aparecido Hitler, Mussolini jamás hubiera pasado a la acción. Tampoco en Etiopía. Pero la presencia del germano le obligó a actuar. Él quería inspirar miedo al mundo y no lo lograba: Hitler, sí.
Mussolini no podía perder la carrera del miedo frente a un payaso (así lo definió en 1934), e invadió Etiopía.
El 26 de septiembre de 1937, aceptando una invitación del Fúhrer, Mussolini llega a Berlín. Duirante cuatro días será tratado como el más importante jefe de Estado (aunque sólo lo era de gobierno) y, por supuesto, como el mejor amigo del gran Hitler, inminente dueño del mundo. Como es bien sabido, los desfiles y exhibiciones del más moderno y poderoso material de guerra consumieron buena parte de esos cuatro días.
De vuelta en Italia, el Duce estaba cabizbajo y meditabundo. El espejito le había dicho que ya no era el más poderoso y temido de la tierra.
Así que ya se sabe, si no puedes vencerlos, únete a ellos, y eso fue lo que hizo Mussolini con el resultado que todos conocemos."

(Continuará)

¿saben ustedes si santa Argentea nació en riogordo en una casa cerca de la iglesia?

Falso. Eso es insostenible históricamente y se cae por su propio peso:

Concediéndole su paternidad a Omar ben Haffsún, lo primero que habría es que situar al mismo, sin lugar a la mínima duda, en Auta.
Pero aún concediéndole ese beneficio, la fecha de nacimiento del mismo sería por el año 915 (aproximadamente); así pues, sería de Auta... ¡no de Riogordo!, donde para hablar de dicho lugar como una serie de cortijos, molinos y hospederías (lo que hoy se denomina un "diseminado rural" o "asentamiento"), habría que esperar al menos hasta finales del Siglo XIV, ya que hasta 1553, fecha en que tuvo su propio ayuntamiento, no se puede hablar de tal "Puebla de Riogordo".
Así pues, en el caso de que Santa Argentea hubiera nacido cerca de la iglesia, sería en un cortijo o casilla de campo, y no estaría cerca de la iglesia.

El post se titula "personajes históricos", no "bulos, leyendas y otros cuentos".
De nada.

Siguiendo con el tema que nos ocupaba ("Cuando Mussolini pudo acabar con Hitler"):
"No siempre había estado el Duce dispuesto a unirse con el Führer, Desde luego, no lo había estado en 1934, cuando pudo haber acabado con él.
Desde prácticamente el día en que alcanzó el poder, Hitler no se privó de decir que una de sus finalidades básicas era la reunión de todos los germanos en un solo pueblo. Mussolini vio que esto apuntaba con claridad a Austria y que el Führer era muy capaz de apoderarse, por las buenas o por las malas, del pequeño gran pais. Aunque cueste creerlo, Inglaterra y Francia, por el contrario, no hicieron el menor caso de las
bravatas de un loco.
Por ambición pero, también hay que decirlo, porque tenía visión europeista, Mussolini había intentado varias veces, siempre sin éxito, promover reuniones con sus iguales de París y Londres. Cierto que había firmado con éstos -y con Alemania- el Tratado de Stresa, pero no se trataba de otra cosa que de papel mojado.
Porque no respetaba las reglas de la democracia parlamentarista, el Duce era mala palabra para los demócratas ingleses y franceses, que de ninguna manera querían juntarse con él. Así lo arrojaron en brazos de Hitler.

Pero por entonces, 1934, nadie hubiera podido empujar a Mussolini hacia el amo de Berlín, porque lo odiaba. O. mejor dicho, lo despreciaba."

(Continuará)

Cont.
"Así quedó patente en la entrevista que, a petición de Hitler, tuvieron los dos en Venecia durante ese año crucial.
Es después del encuentro cuando Mussolini dice del Führer que es un payaso y también un loco. Doña Raquel comentará que su marido lo había encontrado vilolento, incapaz de dominarse y mucho menos inteligente que testarudo.
La entrevista, de la cual quería obtener el alemán un compromiso de no intervención italiana en caso de avance sobre Austria, fue para Hitler un completo fracaso. Mussolini decidió, precisamente, hacer todo lo contrario de lo que el otro pretendía.
Llegó a decir al embajador de Francia en Roma: Nosotros defenderemos a Austria si es preciso en las trincheras de Viena.

En Il Popolo d´Italia escribe: El racismo hitleriano es... una política oscurantista inconcebible en el Siglo XX. En una de sus famosas conversaciones con Emil Ludwig dice que el antisemitismo nazi es una tontería, ya que no existen razas puras, e ironiza: Los campeones de la superioridad de los rubios germanos no son precisamente germanos rubios.
Hitler no era rubio, ciertamente.

(Continuará)

(Cont.)
"En el verano de 1934, Mussolini, en gesto inequívoco de apoyo, invita al canciller austríaco Dollfuss, abiertamente enfrentado a las pretensiones anexionistas de Hitler, a pasar unas semanas con su familia en Riccione, en la costa adriática italiana, invitasción que es aceptada.
La esposa del canciller y sus hijos son huéspedes de la familia Mussolini y Dollfuss prepara sus maletas para reunirse con ellos cuando, el día antes de su partida, es asesinado por agentes nazis.
Mussolini se enfurece y expresa públicamente su indignación. En un discurso pronunciado en Bari dice: Treinta siglos de historia nos permiten a los italianos contemplar con soberano desprecio algunas teorías de más allá de los Alpes, sostenidas por los descendientes de unos hombres que ignoraban la escritura, con la que hubieran podido transmitirnos noticias de su propia existencia, en la época en que Roma ya tenía a César, a Virgilio y a Augusto .

Tal era su convicción de que Hitler era un peligro real y había que acabar con él de inmediato que, en gesto sorprendente, envió cuatro divisiones a la fronteras norte de Italia listas para cruzarla no bien se movieran los alemanes.
Por otyra parte, intentó por todos los medios involucrar a Inglaterra y a Francia en su cruzada antihitleriana, pero sólo obtuvo un despectivo silencio por respuesta. Las dos potencias eran demasiado fuertes para que un cabo austríaco las inquietara.
Una simple nota de protesta fue todo lo que ingleses y franceses enviaron a Berlín por el asesinato de Dollfuss.
Sin poder creerse tanta ceguera, Mussolini no tuvo otro remedio que retirar sus cuatro divisiones.
Si París y Londres le hubieran hecho caso..."

(Continuará)

Cont.
"Antes que sufrir una situación como ésta (la derrota) , es preferible mil veces morir, y morir combatiendo como todos los hombres libres y dignos de ese nombre. Yo no quiero morir entre dos sábanas.
Esto dijo Mussolini en marzo de 1945 y no cumplió lo que aseguró era su deseo.
El que había llevado su pueblo a la guerra, la derrota y la muerte, el que había educado a la juventud en la exaltación de la vida peligrosa, al enfrentarse a la probabilidad de la muerte sólo pensó en huir.
Desde que los alemanes lo liberaran de la prisión en la que estuvo confinado tras el golpe de estado de 1943, que lo desposeyó del poder, el antaño todopoderoso Duce era la sombra de sí mismo, un fantoche en manos de los nazis.
...Pero los italianos nunca habían visto con simpatía la guerra, y menos en 1944, cuando los aliados ya ocupaban el sur de la península y nadie podía dudar sobre quién resultaría ganador.
La República Social de Saló, instaurada por Mussolini, no fue más que una pesadilla, felizmente breve, para quienes vivieron en ella. Obligado por los alemanes, Mussolini debía conseguir nuevos combatientes y que los viejos no desertaran, lo que sólo podía lograrse mediante el terror. Y terror fue lo que instauró el antaño latinamente moderado Duce."

(Continuará para Fin)

"Al terminar el invierno del 45, con los rusos y norteamericanos a las puertas de Berlín y casi toda Italia en poder de los aliados o de los partisanos, el pueblo sólo quería que llegara la paz, la trajera quien la trajese.
Mussolini pudo ponerse al frente de las exiguas tropas que aún le obedecían, pero no lo hizo. Tampoco Napoleón, tras Waterloo; Hitler, al menos, se pegó un tiro.
El César del nuevo imperio romano no convocó a sus legiones: convocó a sus chóferes y les ordenó poner rumbo a Suiza.
El final es operístico pero no wagneriano.
En un vonvoy, formado por un vehículo blindado y tres coches, viajaban Mussolini, su fiel y adorada amante, Clara Petacci, que comparte su vida privada y pública desde 1939, y una docena de sus últimos fieles. Bordeando bellísimos lagos, se dirigen a la muy cercana y neutral Confederación Helvética.
Por pura casualidad, alcanzan una columna de la Luftwaffe, que también marcha en busca de seguridad, y se unen a ella. Ya están a minutos de la frontera cuando un grupo de guerrilleros les da el alto.

(Para fin)

Final:
"Es de hacer notar que se trata de dieciocho hombres armados con pistolas ametralladoras los menos y fusiles los más, en tanto los alemanes son un centenar y poseen todo tipo de armamento ligero y semipesado; sin embargo, acatan la orden de alto y parlamentan.
En realidad, decir que parlamentan es un eufemismo inutilizable. Las tropas alemanas han llegado a un acuerdo secreto con los partisanos mediante el cual aquéllas entregarán a cuantos fascistas puedan y, en retribución, éstos les dejarán abandonar libremente el territorio italiano. Por eso se han detenido a parlamentar las hasta muy poco antes águilas invencibles de la Luftwaffe: porque no iban a comprometer su seguridad por salvar a Mussolini.
Los partisanos registran los camiones para comprobar que sólo hay en ellos alemanes, a los que tienen orden de dejar pasar.

En uno, llama la atención de los inquisidores una figura echada en el piso y cubierta por un capote de cabo de la Werhmacht. Está borracho, dice uno de los alemanes, para tranquilizarlos. Pero los guerrilleros tienen buena vista y no son tontos; han observado que el hombre tumbado luce botas de fina piel y, más incongruente aún, luce gafas de sol cuando no hay sol.

Una buona morte tutta una vitas honora, han dicho desde siempre los italianos. Es lástima, pero Mussolini no hizo caso de tan sabia frase."

("La cara oculta de los grandes de la Historia", de Juan Manuel Gonzáles Cremona).