Mollina - Malaga

Entre 'trileros' anda el juego que empezó en el Majestic

Si Mas hubiera salido de La Moncloa con el pacto fiscal en el bolsillo, adiós independencia

E.S. | 25/octubre/2012

José María Aznar vuelve por sus fueros. "No podemos hacer dejación de España", advierte el expresidente 'popular'. Le acompañaba su pupilo, Mariano Rajoy, en la actualidad presidente del Gobierno. A su lado, Mario Vargas Llosa, el 'converso', el adalid literario del neoliberalismo más repugnante, el derrotado en las urnas peruanas. Un fatuo personaje que se mueve como pez en el agua de la FAES, ese invento reaccionario de su amigo Aznar.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

Aznar advierte de que "Cataluña no podrá permanecer unida si no permanece española"

Fernández Díaz entra en la polémica sobre Cataluña: “Se está falseando la historia”

El Gobierno amenaza a Mas con acusarle de “un delito de desobediencia”, castigado con la inhabilitación

El presidente catalán apuesta ahora por la in(ter)dependencia

¿Asistimos a una pantomima, a la medida de los intereses de Artur Mas?
El presidente de honor del PP acusó a los independentistas catalanes de hacer “maniobras [propias] del nacionalismo desleal”. Puede, desde luego, ser la observación de Aznar acertada. Pero entre trileros anda el juego, como se confirma conociendo la pelea pública de Mas y Rajoy. “Mas niega haber amenazado a Rajoy”, según El País. “Son excusas de mal pagador”, afirma Mas.

Lo cierto es que si Mas hubiera salido de su visita a La Moncloa con el pacto fiscal en el bolsillo, a estas horas CiU se habría olvidado una vez más del independentismo. Ahora, Mas “promete pensiones más elevadas en caso de independencia”. ¿Y quién pagará esa supuesta elevación de pensiones? El máximo recortador de sanidad y de educación en Cataluña -que es Mas, muy al estilo Rajoy- hace estos días promesas benévolas, como si Cataluña separada de España fuera el Dorado.

Aznar y Rajoy, en todo caso, conocen bien el percal nacionalista catalán, aunque mejor aún conocen el nacionalismo español. Gracias a los malvados nacionalistas catalanes, Aznar pudo por fin ser presidente del Gobierno de España. Unos y otros demostraron que, a la hora de repartirse el pastel, todo valía para el convento de cada cual. La noche aciaga en la que Aznar ganó a Felipe González por el canto de un duro -contra todas las encuestas que profetizaban una mayoría absoluta del PP-, los cachorros genoveses gritaban: ¡”Pujol, enano, habla en castellano!”.

No lo volvieron a decir. Aznar, el gran patriota español, pactó semanas después con Pujol. El nacionalismo catalán -que medio ocultaba entonces la independencia, aunque fuera un secreto a voces- se volcó ayudando al PP. Los dos sacaron excelentes tajadas del acuerdo del Majestic. Aznar declaró en TV3, que él hablaba catalán en la intimidad. A ciertos ingenuos catalanes la confesión de Aznar les emocionó y hasta lloraron de felicidad.

A día de hoy, mientras convergentes y populares protagonizan una batalla dialéctica entre ellos -unos para salvar a España y los otros para salvar a Cataluña-, el Gobierno Mas sigue funcionando mal que bien gracias al Partido Popular de Cataluña. Mas es presidente porque así se lo garantiza -desde las anteriores elecciones- la lideresa popular, Alicia Sánchez-Camacho. Todo esto está entre un sainete y una tragicomedia. En definitiva, conviene recordar que tanto el PP como CiU son partidos de derechas. En cuanto a la independencia, poca broma. La pela es la pela, y a vivir que son dos días.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM