Bobadilla-Estación - Malaga

EVOLUCIÓN DEL FERROCARRIL EN BOBADILLA DESDE LOS AÑOS 40.

Eran los primeros años de la década de los cuarenta, los más duros después de la Guerra Civil Española, cuando el país se encontraba postrado, arruinado y exhausto, y además despreciado y aislado por muchas naciones. Sin embargo, buena parte de la vitalidad humana y económica que restaba en Andalucía transitaba por la estación de Bobadilla, pequeña población de la provincia de Málaga, en la que la actividad laboral era casi exclusivamente ferroviaria. Mi padre ejercía allí de guardagujas y residía la familia.

Yo tenía nueve años, y viví allí algunos más. Recuerdo lo impresionados y apesadumbrados que se ponían los adultos cuando oían las noticias de la Segunda Guerra Mundial en alguno de los dos receptores de radio que había en la barriada.La estación de Bobadilla era la estratégica encrucijada de las líneas de Málaga a Córdoba y Madrid (con enlace para Sevilla en La Roda de Andalucía), de Algeciras a Bobadilla, y desde ésta a Granada. Como entonces en Andalucía las carreteras eran pocas y estrechas, y los vehículos sólo unos pocos de miles, el transporte de viajeros y mercancías se hacía casi en su totalidad por ferrocarril, aunque éste se encontrara en precario por los destrozos de la guerra y carecer de la modernidad que ya requerían aquellos tiempos.Las vías de la estación resultaban insuficientes para tantos vagones de viajeros y mercancías. Las locomotoras eran a vapor y llenaban el ambiente de humo y tizne. También aquello era malsana contaminación; sin embargo, de los pueblos cercanos llevaban a niños enfermos de asma para que respirasen el humo de las locomotoras y aliviarse del padecimiento; también la Medicina estaba muy atrasada; en aquellos tiempos, para una población de 3.000 habitantes había un solo médico, que también ejercía de farmacéutico. El movimiento de trenes y el trajín humano eran permanentes, agobiadores, cuando al mediodía confluían los trenes correos de Algeciras, Málaga, Granada, Córdoba y Sevilla. Y, a primeras horas de la noche, a la llegada de los trenes expresos de Málaga y Algeciras, muchos habitantes de la localidad acudían a la estación para disfrutar del espectáculo gratuito de la amplia gama de viajeros de paso, algunos exóticos o merecedores de comentarios; los que a su vez contemplaban con curiosidad a los del andén. En las expresiones y palabras de los bobadillenses se reflejaba melancolía y algo de envidia por no tener la venturosa oportunidad de quienes iban rumbo a las grandes ciudades, de las que pensábamos que había de todo y en abundancia. Por otra parte, a falta de cine, local social o paseo urbano, la cita con los trenes expresos servía a los jóvenes para pasear por los andenes y, con frecuencia, cortejarse y hacerse novios.

Ha pasado más de medio siglo y a las locomotoras a vapor le sucedieron las diesel, y recientemente los flamantes y velocísimos trenes AVE, que hacen el recorrido de Málaga a Madrid en menos de dos horas y media, y TALGOS desde Algeciras y Granada en algo más. Precisamente, dos horas y media era el tiempo que empleaba un tren de los años cuarenta en el recorrido de 73 kilómetros de Bobadilla a Ronda. Algunos trenes AVE y TALGO hacen efímera parada en una nueva estación, a unos cuatro kilómetros de distancia. Por otra parte, el transporte de mercancías se ha reducido al de contenedores y poco más. Ahora el transporte de mercancías y viajeros se ha desplazado unos 15 kilómetros, a la ciudad de Antequera, centro geográfico de Andalucía y a donde confluyen las autovías de Sevilla a Granada y Almería, y de Málaga a Córdoba y Madrid. Bobadilla ya no es estación de “parada y fonda”, porque los trenes llegaban con tanto retraso que se podía almorzar tranquilamente mientras llegaba el que se tenía que tomar. Sigue siendo espaciosa pero sus vías están oxidadas y sus andenes desiertos; ha quedado como modesta estación de paso. Es un espectro para los que trabajaron y se criaron allí. Los efectos del paso del tiempo son implacables, y Bobadilla es un buen ejemplo.Por último, otro retazo de la todavía fiel memoria. Como en el resto del país, en los años cuarenta las condiciones de vida en Bobadilla eran tercermundistas, por ejemplo, allí no existía suministro de agua domiciliario, sólo una aljibe que llenaban con un vagón cisterna cargado en otra estación. Para otros usos la facilitaban los maquinistas desde el depósito de la locomotora, y se acarreaba con cubos. Era muy peligroso para las mujeres y niños que iban a por ella porque tenían que cruzar vías con incesante circulación de trenes y maniobras.Sin embargo, entre tantas necesidades y precariedades, pese a los estragos recientes de la Guerra Civil, la conducta social era excelente; se compartían las penas y alegrías; existía un elevado grado de solidaridad envidiable hoy día. Lo propiciaba que entre los ferroviarios había poca o ninguna diferencia en las nóminas, y que la mayoría de estos procedía de toda la geografía de andaluza, y las familias, desarraigadas de sus pueblos o ciudades, procuraban darse calor humano unas a otras.

Se me ha olvidado incluir el nombre del autor del artículo.
Es un tal Sr. Risquez.

Estas vivencias fueron publicadas por el Cronista

Saludos

bueno un comentario de la piscina para cuando estará construida
pienso en un futuro muy lejano en años luz
me da igual fría o caliente

un saludo foreros

y que tal la feria? creo que regular