Los Apóstoles eran vegetarianos Los Apóstoles eran vegetarianos Para saber lo que Jesús enseñó sobre el tema del amor a los animales y a la alimentación sin carne, es de provecho saber cómo lo cumplieron sus apóstoles y discípulos. Algunos textos antiguos, que de forma significativa no fueron acogidos en el canon de la Biblia, nos dicen lo siguiente al respecto: Pedro: “Yo vivo de pan y olivas, a las que sólo en ocasiones añado alguna verdura” (Homilías clementinas XII, 6; rec.VII, 6) Pablo: “Jesús me ordenó que no comiera ninguna carne ni bebiera ningún vino, sino sólo pan, agua y frutos, para que me halle puro cuando quiera hablar conmigo”. (Toledoth Jesch. Edición Krauss) Mateo: “Mateo vivía de granos, frutos de árboles y verduras, sin carne” (Paidagogus II, 1, 16) Santiago: “Santiago, el hermano del Señor, vivía de semillas y plantas, y no probó ni la carne ni el vino”. (Epístolas a Fausto XXII, 3). Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, son obras humanas, una recopilación de textos de cuya compilación resultaron las “Sagradas Escrituras” por decreto eclesiástico. Muchas cosas que de la misma manera habrían de haber sido “Sagradas” no encontraron ninguna inclusión en ellas. Mucho de lo que enseñó Jesús de Nazaret permaneció oculto en escritos apócrifos y no fue recogido en la recopilación de los escritos que hoy nos son presentación como evangelio oficial. Cuando hace aproximadamente 1600 años Jerónimo realizó la primera traducción completa (al latín) de la Biblia por encargo del Papa, estuvo bajo la gran presión del poder eclesiástico y de las fuerzas políticas que estaban surgiendo. Temas como la reencarnación, la ley de siembra y cosecha y las enseñanzas del Nazareno acerca de una relación pacífica de los hombres con los animales, no encontraron ningún lugar en la Biblia eclesiástica. Que Jerónimo conocía bien el amor de Jesús por los animales, lo demuestra claramente la siguiente cita: “El placer por la carne era desconocido hasta el diluvio universal; pero desde el diluvio se os han embutido las fibras y los jugos pestilentes de la carne animal /.../ Jesucristo, que apareció cuando se cumplió el tiempo, volvió a unir el final con el principio, de manera que ya no nos está permitido comer más carne”. (Jerónimo (331-420 – Adversus Jovinanum 1,30)) Aunque en la Biblia oficial fueran silenciadas muchas cosas, la verdad sale a la luz. Con esta reunión de citas queremos mostrar la conexión con el cristianismo originario y rehabilitar a Jesús como amigo de los animales. Vida Universal
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