Talamanca de Jarama - Madrid

Te lo dedico para que tengas algo que leer en tus viajes astrales, y dejo claro en el título que es un cuento y que es para ti para que así no se nos mosquee el prsonal
El hada no daba crédito a lo que acababa de escuchar.Con aire severo se dirigió a cenicienta.
-Vamos a ver, niña, nadie pierde un zapato con un tacón de 20 cm. sin darse cuenta.¿Seguro que no estabas jugueteando con él ponéndotelo y quitándotelo?
Cenicienta se avergonzó por ser descubierta.
-Bueno....es que él me miraba con esos ojos.....me sonreía de esa manera....me dijo que me quería......La verdad es que con los nervios y la emoción me puse a sacar y meter el pie del zapato, entonces sonaron las campanadas.....y salí corriendo sin fijarme en si llevaba o no el zapato puesto.
-Lo sabía- dijo con cierta indignación el hada-.En fin, se ha perdido el zapato, pues perdido está. Menos mal que al menos llevabas unas buenas medias puestas y no te habrás rozado el pie.
Cenicienta volvió a sentirse avergonzada y, esta vez, además temerosa.
-Lo de las medias.....es que hacía calor......y.....
-¡No me digas que has estado jugando a quitarte y ponerte el zapato sin llevar las medias puestas!-gritó el hada-¿Es que nadie te ha enseñado que eso es algo que NUNCA debe hacerse?-y continuó con cierta tristeza- Ahora tendré que hacerte el hechizo del dia después y formular el conjuro de la profilaxis, odio tener que practicar este tipo de magia....pero en fin......
Días después, Cenicienta estaba emocionada. Habían publicado un bando en el que se decía que el príncipe iba a probar el zapato perdido a todas las muchachas del reino.¡Su amor la encontraría!
-Tú eres tonta niña- dijo el hada mientras se miraba al espejo y ponía sus dedos y su atención en las pequeñas arrugas que se marcaban alrededor de sus ojos-.Ése lo que quiere es calzar a todas las jóvenes del reino, si de verdad te buscara utilizaría otros métodos, por ejemplo mirar a la cara de las chicas. ¿O es que sólo te miró los pies?
Y al terminar de decir esto agitó su barita mágica de la que salieron unos polvos que se posaron en su rostro haciendo que las arruguitas desaparecieran.
Cenicienta permaneció durante los siguientes días pensativa. Cuando al fin el príncipe llegó a su casa a calzar a las doncellas que allí se encontrasen, sus hermanastras acudieron entusiasmadas a la prueba.
-Si no nos vale siempre podremos vender la exclusiva a "corazón rosa" de cómo nos calzó el príncipe-comentaban entre risas.
Por supuesto el zapato no les valía, y cuando le llegó el turno a Cenicienta, ésta se plantó frente al príncipe y mirándolo a los ojos de forma que él no tenía más remedio que verla le dijo:
-Yo no fui al baile, de modo que es imposible que el zapato me valga.No perdáis el tiempo conmigo.
Cenicienta supo que el príncipe la había reconocido, su mirada lo decía.
El príncipe dudó durante un segundo y, después de mirarla de arriba a abajo concluyó:
-Teneis razón, si no acudisteis al baile es del todo imposible que el zapato os valga y que seais la doncella que busco. No os entretendré, seguid con vuestras tareas que yo seguiré mi camino.
Y así el príncipe continuó probando el zapato a toda aquella que quisiera ser calzada por su alteza sin encontrar a la muchacha del baile.
Cenicienta, por su parte, nunca dejó de usar medias incluso en el mes de agosto con cuarenta grados a la sombra. Aprendió a envasar los polvos mágicos antiarrugas que desprendía la barita mágica del hada y montó una sociedad con ésta para su comercialización. El negocio funcionó y su empresa recibió una oferta millonaria de una multinacional que les permitió retirase y dedicarse a la vida hociosa durante el resto de sus días.

Que tengas buen viaje, saludos.

joder, como ha cambiado el cuento. jajajja GRACIAS CON MAYUSCULAS.