Navalcarnero - Madrid

Muchas veces me he preguntado: ¿cómo es posible que la población de un municipio como en este caso Navalcarnero, quede impasible cuando a escasos tres kilómetros se le va a poner un aeropuerto de grandes dimensiones?. Creo que he encontrado una posible explicación y es que nuestro cerebro nos protege.

Este es el experimento del investigador X:

Nos encontramos en el Hospital Clínico de la Universidad de Míchigan y los cables y electrodos que rodean a la paciente que cree estar testando un nuevo analgésico por indicación del investigador X lo que están haciendo, en realidad, es escanear el cerebro de la voluntaria mediante una técnica conocida como tomografía de emisión de positrones (PET, en sus siglas inglesas). Ésta técnica permite detectar la actividad de los mu-opioides; es decir, de las células receptoras de la endorfina segregada por el propio cerebro para anular la transmisión de las señales de dolor. La PET usa pequeñas dosis de carfentanil, un producto que, al desintegrarse, libera partículas subatómicas denominadas positrones, y rayos gamma, que son detectados por el escáner y registrados digitalmente. En definitiva, la PET detecta digitalmente lo que se conoce como efecto placebo. Este experimento, que además de a la voluntaria inicial incluyó a otros 13 ‘conejillos de Indias’, demostró, en palabras del propio investigador X, que «el sistema de endorfinas de los sujetos analizados se activó en las esferas del cerebro relacionadas con el dolor, ocasionando un aumento de la actividad cuando se les dijo que estaban recibiendo un supuesto calmante. En ese momento indicaron sentir menos dolor». Un experimento, pues, que despeja dudas entre la relación cuerpo-mente y que representa «un duro golpe a la idea de que el efecto placebo es psicológico y no físico», concluye el investigador.

Conclusión: Sólo necesitamos un pequeño engaño como que el aeropuerto tendrá impacto cero y nuestro cerebro hace el resto. Pero claro, cuando un avión pase por encima de nuestras cabezas, no habrá placebo ni engaño que valga.