Valderas - Leon

...y esta misma tarde se ha jugado el Mallorca- Sevilla con el resultado final de empate a cero. En estos momentos se está disputando el derbi andaluz entre el Betis y el Malaga sin que aún se haya movido el marcador. Como ven, tenemos por delante un fin de semana plagado de acontecimientos deportivos. Mañana, ya saben, a partir de las nueve y media, motociclismo en Valencia. Ojalá que Nico Terol consiga proclamarse campeón del mundo. No se lo pierdan.
- Gracias Maria Escario. Estaremos al tanto de todo lo que ocurra y nos lo contarás mañana. Un saludo.
- Adiós. Hasta mañana.
- Finalizamos esta segunda edición del Telediario fin de semana con una noticia de gran alcance que tiene entusiasmado y perplejo al mundo cientifico y que en los próximos meses va a contribuir de forma decisiva a desentrañar un poco más el apasionante misterio de la aparición del Hombre sobre el planeta Tierra. Hace unas semanas, durante unos ensayos de prospección petrolifera por la empresa Repsol efectuados en el municipio leonés de Valderas aparecieron enterradas a unos 80 metros bajo tierra unas simas y cavernas que han convocado en el lugar a los más prestigiosos y sorprendidos paleontólogos del mundo. Para hablarnos del tema, se encuentra sobre el terreno nuestro habitual corresponsal de la zona, Malpique Avellaneda. Buenas noches, Malpique, cuéntanos.
- Buenas noches, nos encontramos a cuatro kilómetros del bello y tranquilo municipio leonés de Valderas, justo en el lugar denominado la Cuestamingacho, donde hace unas semanas, mientras se realizaban unos ensayos y estudios del terreno, bajo el que según todos los indicios podria encontrarse una enorme bolsa de petroleo y gas natural, se provocaron, de forma fortuita, unos derrumbamientos que han puesto al descubierto un sistema de cuevas y simas, una verdadera ciudad fósil, que parece ser que fueron, en tiempos del Paleolitico inferior, el hogar de unos extraños seres hasta ahora desconocidos. Como ven, el lugar se encuentra vallado y custodiado dia y noche por las Fuerzas de Seguridad del Municipio que impiden que los numerosos curiosos se acerquen y puedan caer en los cientos de orificios abiertos. Con nosotros se encuentra don Malpique Ergaster,catedrático emérito de prehistoria por la Universidad Pontificia de Valdescorriel. Señor Ergaster, buenas noches. ¿Nos podría adelantar algo sobre lo que está apareciendo?
- Buenas noches. Lamentablemente aún es muy pronto para aportar datos fiables sobre los restos que estamos localizando. Le puedo adelantar que hasta el momento hemos recogido abundante material lítico y unas sorprendentes mandibulas perfectamente conservadas que se encontraban dispuestas en circulo alrededor de una piedras en cuyo interior se han detectado numerosas cenizas. Un primer análisis me permite adelantar que nos hallamos antes los restos de un grupo de homínidos hasta ahora desconocidos de más de 1,5 millones de años de antigüedad y que podrían estar emparentados con el Homo rudolfensis o el habilis. En todo caso le puedo asegurar que son unos restos de individuos adultos que poblaron este lugar durante el Gelasiense y que pertenecen a una nueva especie de homínidos que hemos denominado Homo valderiensis. Los numerosos hallazgos los estamos almacenando en estancias del antiguo seminario, amablemente cedidas por el Excelentisimo Ayuntamiento de Valderas y a la luz de unos cirios pascuales, donados por la parroquia, estamos limpiando e intentando desentrañar los secretos que los fósiles nos esconden. Como usted comprenderá es una tarea ardua que nos llevará muchos meses, años quizá. Lo que si le puedo asegurar es que habrá un antes y un después del Homo valderiensis. Tendremos que recomponer todo el árbol evolutivo de los hominidos y recolocar, de nuevo, a cada uno en su sitio. Atapuerca ya no tiene ningún interés para nosotros. El Homo Heidelbergensis y el Antecessor ya son juguetes rotos, demasiado modernos y manidos. Creemos que la verdadera solución del enigma del origen del hombre se encuentra en Valderas,justo ante nosotros. No sé cómo decirselo. Es como si en Valderas la evolución humana hubiera cogido un atajo.

Borrado por su Autor.

Borrado por su Autor.

Borrado por su Autor.

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Malpique escribe un buen artículo y valderasleon lo enmierda con sus vídeos.
Alguien dijo que era lo único artístico de este foro, y el ti@ se lo cree.
Eres muy pesad@.

Diario El Mundo
11-11-2011



EL HOMO VALDERIENSIS ERA UN GIGANTE GORDO Y CON RABO

Afortunadamente la variopinta villa leonesa de Valderas ya no es solamente conocida por las bobadas que se escriben en su foro ni porque sus habitantes tengan que pasear a media luz y celebrar sus apasionantes plenos municipales al calor de un brasero de cisco. Valderas es eso y mucho más. Poco a poco, y gracías al trabajo intenso y apasionado de un equipo multidisciplinar del departamento de Prehistoria de la Universidad de Valladolid, se van desentrañando alguno de los muchos misterios que esconden los recónditos y oscuros rincones de las simas de la Cuestamingacho. Hace unos días, por fin, apareció un cráneo casi completo que, después de la realización de la prueba del Colágeno, se ha demostrado que se corresponde con la mandíbula MT-5-HV localizada dias atrás. La sorpresa ha sido enorme pues, tanto el tamaño del cráneo como el de la mandibula, se corresponden con un homínido macho de más de tres metros de estatura y no menos de 190 kilos de peso. Pero eso no es todo. El hallazgo, junto al cráneo, de unos extraños huesecillos ha permitido al paleontólogo Malpique de la Concha asegurar que el Homo valderiensis tenia un rabo de unos noventa centimetros que, posiblemente, utilizaba para espantar a las enormes moscas que seguramente convivian estrechamente con él atormentándole continuamente. Y ha sido, precisamente, el descubrimiento de un fósil de una extraña mosca incrustada en una pieza de nácar lo que ha proporcionado la mayor sorpresa de todas a partir de la datación al Potasio-argón. El Homo valderiensis habitó por estas tierras hace unos seis millones de años cuando aún en África, junto al lago Turkana, el Orrorin tuganensis oteaba el horizonte, cada vez más escaso de árboles, e intentaba ser bípedo sin caerse de espaldas.

M. A.

Llega a Valderas cuando las luces de la carretera ya aparecen circundadas por un halo de santidad y unas finas gotas de lluvia chocan contra el parabrisas del coche. Aparca frente a una tienda de flores y coge el paraguas. Aún tiene tiempo para dar un paseo. Camina calle arriba hasta la Plaza Mayor y saliendo por una esquina se asoma a las cuestas de malpique. La noche es oscura y ni siquiera la luz de la luna ilumina el paisaje con penumbras. Agudiza el oído para intentar captar hasta el sonido más recóndito pero solo escucha los latidos del corazón y el ritmo descompasado de su respiración cansada. Vuelve sobre sus pasos y sin prisa se detiene y observa cada detalle de las calles del pueblo. Sabe que nunca volverá allí. En la puerta del antiguo seminario se encuentra con dos personas que ya le esperan. Están incómodos. Preferían haberse ahorrado este momento y, después de saludarle, le dicen que no ha asistido nadie para escucharle. Intentan justificarlo.

- Mire aquí en el pueblo hay mucha gente mayor que se acuesta pronto y ya solo les preocupa tomar sus pastillas. El resto anda en casa o en los bares viendo el fútbol. Si nos hubieran avisado desde la universidad con más tiempo… pero en un día casi no hemos podido poner ni carteles.
- No importa, no se preocupen- les responde contrariado el forastero con un acento extraño- No es la primera vez que a nadie le interese lo que cuento. Ya ni mis nietos me aguantan con mis historias- sonrie, pero sus interlocutores no entienden el chiste- Les agradezco mucho su esfuerzo. Sé que todo ha sido muy apresurado pero no quería irme sin pasar por aquí.
- Si quiere podemos ir a cenar al Rebeco y…
- No, no, gracias. Tomé algo antes de salir de León y no me apetece cenar. Nunca ceno. Pero abusando de su amabilidad me gustaría pedirles un favor – les dice mirando fijamente al más viejo de los dos.
- Usted dirá- le contesta.
- Déjenme una hora solo en el auditorio, cierren la puerta por fuera y luego vuelvan a por mí.

Los dos hombres le miran con asombro sin saber qué decir hasta que el que toma las decisiones se vueve a balancear ligeramente sobre una pierna y le responde.

- Como usted quiera… faltaría más… Quiero que sepa que es un honor para nosotros que usted esté aquí pero comprenda que esta situación es un poco violenta para nosotros. Dentro se va a morir de frío y tampoco tenemos luz- dice un poco cortado.
- No me importa. Soy consciente de su situación y créame que lo lamento profundamente… Son las nueve y cuarto- dice mirando al reloj- vuelvan a las diez y media y ya no les molestaré más.
- Como usted quiera. Pase, el auditorio es por ahí.

Oye como cierran la puerta por fuera y como se alejan murmurando entre ellos:

- Este tío está como una chota- le dice el joven al viejo.
- Psssssssssssss, calla, nos puede oir. ¡Bah!, déjale- contesta el que se balancea al andar- Es mejor así. Vamos a ver el partido y luego volvemos a recoger al carámbano.

El forastero se acerca al estrado y durante unos largos segundos se queda mirando a la sala vacía y oscura. El frio es intenso y la soledad que siente le hace un nudo en la garganta. No puede hablar. Vacila un momento. Deberia irme- piensa. Del bolso de su abrigo saca una pequeña botella de agua y toma un trago para aclararse la garganta. Carraspea ligeramente y vuelve a mirar las sillas vacías. Todo es silencio. Respira profundamente y comienza a hablar.

“Chiricahuas, Arapahoes, Dakotas, Cheyennes, Hopis, Omahas, Wichitas, Kiowas, Crows, Pies negros, Widebagos, Kickapoos, Nootkas, Assiniboins, Absarokes, Arikaras, Navajos, Comanches, Hanos, Iroqueses, Pawees, Osages, Atsias, Sarsis...Hace unos cinco mil años, un variopinto mosaico de pueblos indios poblaban el norte del continente americano. Aquellos hombres desconocían la cerámica, la agricultura y la cría de ganado. Tampoco tenían idea del significado de la propiedad privada y vivian siguiendo los movimientos de los animales que cazaban, especialmente bisontes, que en grandes rebaños alfombraban las infinitas llanuras del medio oeste. Si. Eran unos cuatro millones de seres humanos que recibían cada día soleado diciendo que aquel día era bueno para morir. No había más fronteras que las que marcaban los límites de sus necesidades. En un permanente ejercicio de adaptación al medio y de equilibrio sobre la frágil línea entre vivir o morir, guerreaban y cerraban pactos de amistad sin más objetivo que la supervivencia de la tribu. Pero un día aquel orden establecido por la leyes de la naturaleza y miles de años de convivencia, se quebró y los gritos desesperados de guerra y dolor se extendieron por toda la pradera. Quizá fue un cambio climático o alguna grave enfermedad que limitó las fuentes de alimento. No se sabe muy bien. Pero pueblos enteros del centro y norte de la actual Canadá invadieron, furiosos y hambrientos, los territorios de las Grandes Llanuras y, a sangre y fuego, se enfrentaron a los otros pueblos indios que desde tiempos ancestrales habitaban esa inmensidad sin fin. El frágil equilibrio se había destruido y siguieron años de locura, guerra y muerte. Las tribus más débiles sucumbían ante las más fuertes y sus guerreros acababan pudriéndose al sol y sus mujeres e hijos esclavizados. Poco a poco dos grandes grupos de tribus antagónicos se fueron conformando. Por un lado, siete tribus se reunieron alrededor de la Gran Nación Sioux. Por el otro, un variopinto y numeroso conjunto de tribus Apaches, Kiowas, Shonsones y Crows se unieron para combatir y vencer de forma definitiva a sus grandes rivales. Después de varias y sangrientas escaramuzas, el dia de la gran batalla llegó. Dice la leyenda que era un amanecer sofocante de verano cuando más de cincuenta mil guerreros, con las caras embadurnadas con pinturas de guerra, inflamados de odio y sedientos de sangre, se encontraron junto a la orilla escarpada de un río. Todo lo que sucedió después fue atroz. La carnicería duró varios días con sus noches hasta que a medianoche de la séptima luna, el gran jefe sioux Águila Blanca, fuera de sí y embadurnado de sangre, acompañado de miles de gargantas enfebrecidas, ofreció al Gran Espíritu la enorme victoria que garantizaba el alimento y la supervivencia de su pueblo. La guerra había terminado y los pocos enemigos que lograron huir tuvieron que refugiarse en las frías montañas del oeste o en los desiertos infernales del sur. (El forastero se detuvo un momento para recobrar el resuello y tomar otro trago de agua. De nuevo repasó con la mirada la sala con sillas de tijera vacías. Prosiguió). Les estoy hablando de la batalla más importante y transcendente ocurrida en Norte América hasta Gettysburg. Pero ésta fue aún más cruel. Se mataban a palos, con piedras afiladas y a mordiscos en el cuerpo a cuerpo mientras el sol se oscurecía por momentos tapado en los vuelos circulares de cientos de buitres. También luchaban las mujeres, viejos y niños en esa batalla de guerra profunda y sin cuartel. Dicen varias leyendas de los pueblos sioux que manadas de lobos hambrientos iban mordiendo y arrastrando a los guerreros cuando aún no estaban muertos y que el último día de la batalla, cuando los últimos reductos de guerreros Crows, atemorizados ante su ya segura derrota, se refugiaron en la cima de una loma, desde el río próximo un grupo de extraños pájaros levantó el vuelo y se perdió en el sol.

Así cuentan numerosas leyendas, que han llegado hasta hoy por tradición oral, lo que ocurrió aquellos días. Vayan a las reservas de Manitoba y Dakota y así se lo oirán contar a los más viejos del lugar. (El forastero ya ha entrado en calor y se quita el abrigo. Ya no mira al tendido. Ya no le importa estar solo. Se levanta de la silla y pasea por la sala. Ya solo habla para él). Pero los recuerdos de aquella brutal batalla no solo se encuentran reflejados en las leyendas sioux sino que también existen en las leyendas de todas las tribus que participaron, como los Shonshones y los Jicarillas, y no fueron brutalmente exterminadas. Por ejemplo, dentro de la mitología del pueblo Arkara, o cortadores de pichas, es bien conocida la epopeya en la que se narran las hazañas del valeroso guerrero Tangiles Furioso, que, después de luchar bravamente en la batalla, fue el único de su clan que consiguió huir raptando en el camino a la hija del caudillo iowa Vientre de Oso, la bellísima princesa Luz de Luna, famosa por su habilidad para la astronáutica y el desconcierto, y a la que, después de un derroche de sus encantos y exorcismos, consiguió encandilar para siempre en una de las más bellas historias de amor que se recuerdan. Escondidos en un profundo valle de las Rocosas,comiendo moras y conejos, engendraron juntos más de treinta hijos y fundando la celebérrima dinastía de los Cayuses, hoy mundialmente famosos por ser sus descendientes los guardaespaldas más apreciados por los presidentes de los Estados Unidos. (Calla un instante. El tiempo pasa y se está dispersando. Piensa que debe retornar al hilo argumental de su charla).

Me llamo Edward Neihardt y hasta mi forzosa jubilación trabajé como profesor titular del Departamento de Paleo antropología de la Universidad de Lincoln, Estado de Nebraska, Estados Unidos. He dedicado toda mi vida laboral al estudio de los pueblos indígenas de Norteamérica y si me permiten la inmodestia me considero la máxima autoridad en historia y costumbres del pueblo Santee, una de los grupos que forman la gran familia de los Sioux. Junto con mis colaboradores Peter Bolz y John Curtis he publicado algunos libros y numerosos artículos sobre sus rituales, folclore, mitos y religión. Hasta hace unos meses estaba convencido de que la batalla de Golden Swan River había ocurrido en algún lugar junto al río Platte, en Nebraska, no muy lejos del South Pass, un estrecho valle que da paso a las llanuras de Wyoming y a la cuenca baja del Columbia. Financiados por la Universidad de Minnesota y la Fundación Springfield, varias veces y en numerosos lugares, hicimos catas y estudios arqueológicos que resultaron infructuosos. Ahora sé por qué. Aquella batalla ocurrió aquí, en Valderas, alrededor del año 1.273 antes de Nuestro Señor y ustedes viven sobre los restos del inmenso cementerio que resultó de la carnicería. (Se detuvo de nuevo. Quería observar con calma los rostros impávidos de sus oyentes).

Interesantísimo !

Felicidades, Malpique. Soy uno de los rostros impávidos de tus "leyentes". Solo que de impávido, tengo poco.

Dedicado a Danaher. (Nunca te olvidaré)

Les comprendo. Sé lo que piensan. Yo pensé lo mismo. ¿Cómo pudo haber sido Valderas el campo de batalla definitivo de una guerra entre tribus indígenas de Norteamérica? No lo sé. Pero me juego mi prestigio profesional en esto y me atrevo a asegurarles que hace unos 3.000 años Valderas estuvo en algún lugar de Nebraska o, si lo prefieren mejor, Nebraska estuvo aquí. Intuyo sus sonrisas y sus comentarios desdeñosos, pero por favor, aunque solo sea por unos minutos, den un respiro a la poderosa diosa Ignorancia y déjenme explicárselo. A menudo lo que nos parece incomprensible solo es producto de nuestra incapacidad para descubrir lo que la verdad esconde. Fue hace algo más de un año cuando, después de cumplir con mi paseo matutino y darme mi ducha diaria, me senté en la mesa del jardín de mi casa para desayunar y echar un vistazo al correo. Recibo numerosas revistas especializadas y algunos colegas me escriben para comentarme o pedirme opinión sobre sus últimos trabajos. Estaba tomando mi té mientras ojeaba un artículo publicado en la revista Forbes sobre el fabuloso material lítico encontrado en su yacimiento del Mingacho, cuando el corazón me dio un vuelco y se me aceleró. En una fotografía aparecían piedras talladas con una técnica extraña, similar a la que utilizaban los lakotas, y había un trozo de un raro artilugio alargado que los expertos españoles no conseguían identificar. Para mí fue fácil. Era un Calumet o Pipa Sagrada de los Sioux. Estupefacto por el hallazgo, mis ojos no podían creer lo que veían. ¿Qué hacia todo aquel material en el corazón de un pequeño país de Europa? ¿Cómo era aquello posible? Rápidamente llamé a mis colaboradores y antiguos alumnos de la Universidad de Omaha y les comenté el asunto. Solo el respeto y consideración con que me obsequian les impidió reírse ante mi cara. Pero cuando vieron las fotografías y revisaron los hallazgos por Internet mostraron la misma estupefacción y sorpresa que yo. No había ninguna duda: aquel material solo podía haber pertenecido a algunas tribus de las Grandes Llanuras. A los dos días estaba dentro de un avión con destino a Madrid. Don Germán Delibes de Castro y don Malpique Troncoso me esperaban en el aeropuerto. (El ponente calla de nuevo y se detiene. Recuerda aquel primer viaje a España como uno de los momentos más emocionantes de su vida)

Hasta para vacilar, hay que ser un maestro.
Y tu, Malpique, nos vacilas a todos con una elegancia y un saber hacer, para los que me temo, que troncos como nosotros,no estamos preparados.
Pero aún así, te imploro que sigas escribiendo como lo haces.

Abrazo fuerte y beso con saliva.


malamujer.

Te vacilara a ti,no te jo*e!!y eso porque eres tan torpe,como mala.

Gracias malamujer por tus palabras. No soy consciente de vacilar a nadie. Yo si me creo lo que nos cuenta el profesor americano y, de haber estado en Valderas aquel día, hubiera ido a escucharle con el mismo interés con el que leo tus mensajes. Alguno es tan bueno que me gustaria haberlo escrito yo. Te deseo un feliz año 2012. Un beso.



Los días siguientes fueron de un trabajo frenético. Estaba totalmente entusiasmado y expectante por conocer lo que las entrañas y la historia de su querida tierra me tenían vedado. Como se podrán imaginar, en ningún momento comenté a mis colegas españoles el verdadero objetivo de mi viaje: conocer Valderas, saber de ustedes,demostrar que sus orígenes remotos, que se pierden en los tiempos, y de los que los historiadores locales no se atrevían a hablar, se encontraban en los emplumados, orgullosos y pacientes guerreros lakotas que durante kilómetros, cabalgaban a lomos de los “tatankas” hasta conseguir clavarles
un puñal en el corazón. Pero, ¿y si estaba equivocado y todo era producto de mi mente alucinada y agotada por una interminable secuencia de fracasos? Tampoco podía descartar que también en Europa hubiera habido pueblos con costumbres similares a las de los pueblos de Norteamérica. Por tanto, dije a mis amables colegas españoles que tenia mucho interés en conocer la cultura y costumbres de los pueblos prerromanos de la Meseta Norte para encontrar similitudes con las de los pueblos de las Grandes Llanuras Norteamericanas.
En mis habituales encuentros y comidas con don Germán Delibes, le desbordaba con una marea de desconcertantes preguntas: ¿Fumaban los Vacceos? ¿Cuáles eran sus dioses? ¿Había bisontes en la Meseta hace tres mil años? ¿Utilizaban los Vacceos, o los Astures, o los Arévacos, la amanita muscaria o los psilocibes para elaborar sus pócimas mágicas?¿Se drogaban con mescalina y danzaban cada mañana en círculos hasta caer rendidos? ¿Cuáles eran las características de la Cultura de Hallstatt? ¿Quién habitó Valderas antes de los Vacceos?… Preguntas y más preguntas que, a menudo, no encontraban respuesta. El no entendía mi sorprendente interés por Valderas.Siempre salía su pueblo en nuestras conversaciones y en mis largas noches de insomnio me imaginaba a un grupo de sonshones tomando unos vinos y una tapita de queso en el Royal; a una avanzadilla de pintarrajeados apaches danzando en el Camelot; a unos exploradores navajos mirando, durante horas, a las moscas del techo del Gato, a los arapahoes contándose mentiras
tendidos al sol de la terraza de el Canario, a los formidables e
indestructibles guerreros chiricahua comiéndose unos torreznos en el Andre… Tenía claro que para poder transformar mis intuiciones en
certidumbres necesitaba conocer su pueblo, estudiar profundamente su
historia, observarles con calma en su deambular diario y, sobre todo,
analizar aquel pequeño trozo carbonizado de calumet que se encontraba
perdido en los sótanos del Museo Arqueológico de Madrid. Fue una espléndida mañana de junio del año pasado cuando tuve frente a mí todo el material lítico de la colección de don Eugenio Merino y mis manos, temblorosas por la emoción, iban tocando y analizando con frenesí cada pieza, como joyas de un verdadero tesoro. Aquello era un diabólico puzzle semidestruido donde aparecían piezas vacceas, romanas, árabes, medievales y hasta modernas, pero tras un minucioso análisis visual pude, por fin, hallar un pequeño trozo de tomajaus omaha, la punta de una flecha wichita, un mínimo pedazo de empuñadura crow…y, por fin, la joya de la corona, un diminuto trozo de calumet sioux, elaborado con cornamenta de cérvido, sobre el que en algún tiempo se posaron los labios de los grandes jefes dakotas: Pluma que Vuela, Rebeco que Salta, Canario Amarillo, Gato que por las Noches se vuelve Rojo, Azada que Cava sobre la Tierra Mojada, Líder en la Sombra del Amanecer, Pinta que Cae sobre las Cabezas de los Bisontes…Ya no necesitaba realizar la prueba del Potasio- argón, ni la del Radiocarbono, ni la datación por termo luminiscencia. Para mí ya todo estaba muy claro. Sabía que mis conclusiones resultaban insólitas e increíbles pero la realidad es la que es, aunque, a menudo, no nos guste: Valderas fue tierra de frontera y cruento campo de batalla entre tribus indias y aún hoy, en cierto modo, lo seguía siendo. Para dar por terminado mi estudio ya solo faltaba la prueba definitiva. Visitarles y convivir con ustedes, indagar en su cosmovisión egocéntrica, estudiar a fondo si en algún rincón perdido de sus cromosomas aún quedaba una brizna del legendario espíritu sioux.

Interesantísimo. Ardo en deseos... Los confesables, son conocer el final de la historia. Animo y adelante! Y oídos sordos a las críticas negativas. Sigo atent@ a sus palabras, Mr. Malpique

Dicen por aquí que un hombre sin una mujer es como un perro sin amo. Y así, como un viejo perro desvalido, me encuentro desde que, hace ya diez años, falleció mi pobre Betty. Un álbum de fotografías, una mañana con niebla, una estrecha carretera cerca de Montana, una mancha de aceite sobre el asfalto…, son imágenes con las que la memoria me martiriza a diario. Hasta hoy. Intento mirar de reojo su imponente escote sin que ella note que la miro. Sentada frente a mí en la terraza de El Moderno, pincha con un palillo la rodaja de limón del bíter y se lo lleva a la boca.
- Vengo de comprar una merluza y unos chipirones en la pescadería de Raúl. Si lo desea puede venir a cenar a casa esta noche – me dijo esta mañana cuando nos encontramos en la plaza- También le quiero presentar a mi amigo Macarefe. El le podrá contar todos los secretos de Valderas.

Aquí ya no quedan sioux- pensé un día, decidido a marcharme, justo un momento antes de verla entrar en el Lupa y caer en la cuenta de mi error. La seguí para comprar una loción alter save que no necesitaba y la vi cogiendo unos cartones de leche. Llevaba un pantalón vaquero y una blusa azul sobre la que descendía una tupida coleta azabache abrazada por un broche dorado. Hasta ese momento ninguna mujer me había llamado la atención en Valderas. Me detuve cerca de ella mirando comida para gatos hasta que se dirigió hacia la carnicería. Su forma natural de andar, el fascinante contoneo de las caderas y sus poderosos glúteos, el aura que emanaba de todo su cuerpo, me hacia recordar a las bellas princesas Omaha que, hacia treinta años, había podido fotografiar en las reservas de Dakota.

- Si quiere comprar carne tiene que coger un número- me dijo cuando se apercibió de que me había colocado junto a ella como un pánfilo.
- OK. No es necesario. Solo vengo a mirar- le contesté en mi torpe castellano.
- ¿Usted no es de aquí, verdad? – me dijo mientras me miraba con cierto asombro.
- No. Creo que nadie es de aquí. He venido de muy lejos para conocerles.- Solo quería llamar su atención, avivar la natural curiosidad de las mujeres-.

Ya entonces, a pesar del penetrante olor de la carne y del pescado que me rodeaban, pude captar el hipnótico perfume de su pelo, las sutiles fragancias que emanaban de su cuerpo y que embriagaban todos mis sentidos y me enamoraban: ella era como la hierba fresca que bailaba con el viento en las infinitas llanuras al norte del Mississippi.

Hay momentos en los que Valderas me vuelve a recordar el cementerio indio que fue. Observas algunas casas abiertas y sospechas que hay vida, pero al pasear por sus calles, rodeado de tanta quietud, escuchas un silencio mortal y te inquieta la certidumbre de estar caminando entre panteones.


Desanimado y solo, herido con saña por golpes de amargura, pensaba que ya tenía seco el corazón y que el tiempo del amor apasionado había pasado para mí. Me equivocaba. A mis sesenta y ocho años siento que la hoguera del amor ilumina, de nuevo, mi espíritu y me da fuerzas para hacer la última pirueta y un doble salto mortal en este maravilloso y doliente circo de la vida.


Todo lo olvidaré salvo el color de sus ojos. Llevo tres días enloquecido buscándola por Valderas y en cada esquina me detengo, como un lagarto al sol, esperando contemplar de nuevo la maravillosa flor de su sonrisa. Entro y salgo de las tiendas, subo y bajo por los Paseos, y el corazón se me acelera cuando, a lo lejos, veo que alguien se aproxima y mis torpes ojos,ávidos de admirar belleza, me engañan como a un niño y me hacen soñar que es usted la que hacia mí viene.


Llegué al aeropuerto de León algo antes de las seis y en un coche de alquiler me dirigí hacia Valderas. En Valencia de don Juan el coche se detuvo y ya quiso arrancar. Cogí la diligencia de las ocho y corrí en el atardecer sobre un camino de polvo y barro. Desde Costana pude contemplar la cuesta de Malpique sobre la que fueron degollados miles de niños y hombres derrotados y heridos, antes de ser arrojados al vacío. Valderas, tierra de dolor y llanto. En el centro de la noche, una inmensa pira funeraria brillaba sobre la Altafría y lanzaba al cielo las cenizas de los valerosos guerreros caídos en la batalla. “Lo siento, señor, los animales ya no quieren seguir. Tendrá que llegar al pueblo a pie”- me dijo el cochero. Caminé unos kilómetros de noche cerrada y atravesé el río a nado y desnudo. Quería entrar en Valderas sin dejar nada atrás. Croaban desesperados los ranos en la inmensa laguna y, al oírme, los conejos daban un saltito y se escondían asustados. Solo había eso: una loma que se derrumbaba despacio hacía el llano. Entonces comprendí que había llegado a Valderas antes que ustedes y me dispuse a pasar la noche y esperarles.

Malpique: ¡Te adoro!

Yo también te adoro a tí y te doy las gracias por tu apoyo, que me anima a seguir escribiendo en este lugar. Un beso.

Hace años que no veo a nadie y ya voy echando de menos un poco de conversación. Antes siempre venían los indios por primavera y pasábamos unos días juntos, pero un año, no sé por qué, dejaron de venir y no les he vuelto a ver. Era impresionante observarles llegar desde todas las partes: Los Santee por el Hoyo Fusique, los Yankonai por Descuernacabras, los Lakota por Carrobarrero... Todas las tribus de la Gran Nación Sioux se reunían en la vega de Rastrapajas y después de los efusivos saludos e intercambios de regalos, se iban a montar los tipis en El Molino. En la alameda se asaban formidables chuletones de bisonte, bajábamos con los niños sobre troncos por el río y bailábamos en círculos alrededor de los tótems sagrados, después de esnifar mescalina. En los atardeceres, cuando el día ya quería acostarse tras las lejanas montañas, todos nos sentábamos en las cuestas de Los Villares y en un silencio solemne mirábamos fijamente hacia el horizonte, deseando contemplar de nuevo a aquellos extraños pájaros dorados; pero eso, que yo sepa, nunca ocurrió. La tarde del último día, todos subíamos bailando en procesión hasta la cumbre sagrada de la Altafria y con el Gran Chamán, rogábamos al Gran Espíritu Wakan Tanka, una buena y abundante paridera de los búfalos y una buena vida en el Más Allá para todos nuestros héroes muertos en aquellas jornadas, ya lejanas, de furia y sangre junto a las aguas del pequeño río, que siempre se cubrían de oro con el desfallecer de cada día.
Si, lo confieso, hace años que no vienen los indios y les echo de menos y, aunque soy de poco hablar, ya voy teniendo ganas de encontrarme con alguien y tener un poco de conversación.


¿T´as fijao en ese elemento? Si, ese carabobo que se pasa el día cogiendo cantos por las tierras. ¡Ya hay que estar trastornao! Ja, ja, ja. Esta mañana estaba sacando fotos a los viejos del Paseo Nuevo y por la tarde le vi detrás de la tipa esa que es tan chula que parece que come los palos de las escobas. ¡Ja, ja, ja! A lo mejor se la quiere cepillar el viejales este. Pues lo tiene claro. Ja, ja, ja. Mucho arró pa tan poco pollo. A este ya no se le sube el nabo ni con andamios. ¡ Ja, ja, ja, ! Le van a hacer falta maromas y pastillas pa los mareos pa poderla escalar ¡Ja, ja, ja! ¡Tú, atontao!, quita d´ahí que m´estás tapando el sol y como me levante te voy a allanar la cara de dos carrilladas que tengo de oferta.


No sé lo que usted pretende ni lo que ha venido a buscar aquí, pero no espere de mí que le dibuje un retrato amable y folclórico de Valderas. Para eso hable con otros. Para bien o para mal Valderas somos su gente. Mézclese con nosotros, obsérvenos, escúchenos,… y saque sus propias conclusiones. Me han pedido que le ayude y le voy a prestar varios libros y una selección de artículos sobre Valderas. Le recomiendo que comience con este artículo de don Ernesto Escapa y este otro de don Ricardo Tirados. Están muy bien escritos y pueden serle de ayuda para entendernos mejor - me dirá un día Macarefe mientras paseamos por una carretera.-

Si, Malpique, es para mi un placer poder ayudarle y dar sentido a eso que llamamos hospitalidad valderense, de la que tanto nos gusta presumir aunque a menudo la realidad quede muy por debajo de la fama. Aparte de esos dos interesantes trabajos, también le recomiendo que revise la estupenda página de don Carlos Cabo y que lea un artículo escrito por don Francisco A. Trancón y publicado, creo que en el Diario de León, el día 20 de mayo de 1982, en el que trata sobre el posible origen del nombre de Valderas. En este artículo, el autor defiende, con argumentos que me parecen convincentes, la hipotesis de que la palabra "era, que da nombre al valle, es una evolución fonética del vocablo mozárabe aira,tablar de huerta". Por tanto, Valderas no seria una simplificación de "Valle de Eras", sino de "Val de airas o valle de Huertas, distinto de otro,situado en la margen derecha,llamado Valduro."

Le deseo que vuelva a ver a esa valderense que tanto le ha impresionado. No desespere y siga buscando. En asuntos de mujeres la constancia, los pequeños detalles y la paciencia casi siempre dan resultado.

No sé si en las próximas fiestas seguirá usted en Valderas, o se habrá ido a Nebraska con esa estupenda mujer, o le habrán raptado los Cherokees o los del Séptimo de Caballeria, pero quiero decirle que en un atardecer muy lejano, cuando yo apenas era un niño, también vi salir del rio a unos extraños pájaros dorados que se perdieron en el sol. Mi padre me dijo que eran patos, una rara especie de patos que nunca volví a ver.

Afectuosamente.

Navegar desde Seattle a San Diego.
Viajar por Australia y Nueva Zelanda.
Finalizar mis investigaciones y publicarlas.
Encontrarme con algunos exalumnos y que me saluden con cariño.
Promover políticas de protección de las culturas y pueblos indios.
Una muerte rápida y sin dolor.

Encuentro un papel arrugado en el bolsillo del pantalón con anotaciones escritas hace años sobre lo que me gustaría hacer antes de morir. Pero en esta noche de insomnio, sobre la cama de la suite Imperial de la Maravillosa, solo deseo seguir buscándola y abrazarle muy fuerte, recorrer de su mano estos atardeceres largos y con vencejos de Valderas y cuidar de usted.




Valderas en domingo: Misas y rondas de vinos. Paseos por la tarde y partidas en el bar.

Valderas, 08-07-2010

Hoy me levanté temprano y en La Maravillosa me obsequiaron con un desayuno inglés. Pasé la mañana explorando los Villares y haciendo fotos de la zona. En el Molino y por el camino de las Nieblinas estuve departiendo con algunos indígenas. Me sorprendió el desconocimiento que me demostraron de la Historia de su pueblo y el poco interés que tienen por su tierra. La tarde la dediqué a descansar y a leer. Me resulta curioso que lo más interesante que, hasta el momento, he leido sobre Valderas se encuentre en los dos volúmenes de la Historia de la Villa de Gordoncillo, magnífico y esforzado trabajo de don Alberto Prieto López. Creo que en tres dias habré finalizado mi estudio y volveré a Madrid.


Valderas, 12-08-10

Hoy, por fin, la volví a ver. Escogia una sandia en el Lupa y, de nuevo, me deslumbró con su aura de Diosa. ¿Cómo es posible que los demás no se inclinen a su paso y no corran a besarle la mano y adorarla? Tuve que apoyarme en el arcón de los congelados para no desfallecer y, simulando que buscaba unos helados, metí la cabeza en el frio hasta que sentí que me volvía la cordura. Ella no andaba entre los estantes ni apoyaba los pies en el suelo. Levitaba en mi imaginación sobre las acelgas, las patatas y las barras de pan. A dos pasos estuve de ella y cuando quise hablarle, vi que no sabia qué decirle y sali huyendo.


Valderas, 16-07-10

Hoy he dedicado la mañana a leer nombres de calles: Plaza del Generalísimo, Plaza de Jose Antonio, Plaza de Onésimo Redondo, Calle de Calvo Sotelo... ¡Dios mio, pero a qué lugar he venido a parar!


Valderas, 13-07-2010

Hoy me han dicho que hubo ferrocarril en Valderas y que durante décadas fue el principal medio de comercio y comunicación del pueblo. Me dicen que había una bella estación de principios del siglo XX, con dos edificios de ladrillos naranjas y unas acacias en el medio, y que lo dejaron abandonado y a su suerte durante años, al arbitrio del mejor postor y mangante, ante la indiferencia de todos, hasta que, por fin, lograron destruirla y hacerla desaparecer para hacer un polígono industrial o algo así, y borrar de la faz del pueblo un trozo importante de su pasado. ¡Barbaros! Ni los Chiricagüas de las Rocosas, trastornados por la endogamia, se hubieran atrevido a tanto.

Interesante como siempre leerle, Malpique.

Espero nuevas entregas.

Asi no podemos seguir- le digo a Macarefe antes de apagar la luz-. Mañana vamos a hablar con ella y que se decida de una vez.

Ayer abandoné la loma y me adentré en el llano. Escondida entre la maleza y rodeada de encinas centenarias, descubrí la gruta del Mingacho. Las paredes aparecian decoradas por bellas y sorprendentes pinturas rupestres: raciones de pulpo a la gallega y de langostinos a la plancha, de gambas al ajillo y chuletones de buey. Todo parecia tan real que no pude evitar cerrar los ojos y pasar la lengua por cada obra maestra intentanto captar el añejo y sabroso sabor de los condimentos. No me cabe duda de que aquí habitó una avanzada civilización de esas que siempre viven y piensan un piso por encima de los demás.

Venga conmigo, se lo ruego, venga conmigo a Omaha- Eduard se arrodilla y la abraza por la cintura - Ya no sé vivir sin usted. Venga conmigo, por favor, déjeme amarla y cubrirla de besos cada día. Abandone todo y venga conmigo mañana- parece que el viejo llora y apoya la cabeza en su vientre- Este pueblo está endemoniado. Sálvese conmigo. Déjeme librarla de los malos espiritus de los guerreros crows que vagan desconsolados por las calles, esperando el momento oportuno de introducirse por el ano de los valderenses y convertirlos en monstruos.



¡Ay, Dios mio, que me van a matar al hijo, que me lo van a matar!
¡ Que no, tonta, que no! ¡Cómo te van a matar al hijo!
¡Que si, que si, que me lo van a matar, que mañana me lo van a matar!



Ayer apareció por aquí Almanzor y tuvimos cuatro palabras. El tipo subió hasta la Altafria en su caballo y no se podía creer lo que veía.
Aún humeaban los últimos maderos del ayuntamiento y el olor a chamusquina inundaba el valle y llegaba hasta la senda del Granujillo.
- ¿Por qué habéis quemado el pueblo sin esperarme?- preguntó el muy tonto.
Nos mondábamos de la risa viendo el estupor y la cara estreñida de los bereberes.
- Tú no nos conoces bien- le dijo por fin, el herrador- A los de Valderas no nos quema el pueblo nadie, ja, ja, ja.
Nos violaron a todos y unos cien perdimos las orejas y el rabo pero en ningún momento se nos fue de la cara la sonrisa y la satisfacción del trabajo bien hecho.
Ahora, cientos de años después, paseo por la orilla de Cea y aún puedo captar ese permanente olor a chamusquina que rodea a todo el pueblo, como si éste se estuviera esturando y atufando continuamente y de detrás de cada uno de sus habitantes saliera siempre un incesante hilillo de humo ancestral que anunciase, a todos los visitantes, que los de Valderas disfrutan quemando su pueblo y abrasarse dentro de él.

Leo como siempre con interés sus relatos, Malpique.

Mucho han cambiado las cosas desde nuestra cita en "El Moderno" y nuestros paseos por el Altafría. Muchas, casi todas, para bien.

Los acontecimientos se desarrollan caóticos ante mis ojos de espectador en lontananza. También yo lamería las pinturas murales, rogaría y cubriría de besos a la indígena de negros cabellos, temería por la suerte de mi hijo... A Almanzor, mejor dejarle en el Campo de la Sangre.

Le animo a seguir con sus escritos, atractivos por su doble ( o triple) lectura. Ha sido un placer...

Vivo con los conejos y de ellos me alimento; y ellos me alertan de los peligros diarios con sus huidas apresuradas. Hace dias que no pastan tranquilos por la loma porque, a menudo, aparece algún reducido grupo de unos nuevos y amenazadores animales que parecen hombres. A lo lejos les vemos pasar caminando con sus enhiestos palos en dirección a la dehesa y, algunas noches, se detienen y prenden una hoguera y duermen por Trasderrey o los Villares. Algún día, alguno de ellos decidirá hacer su cabaña por aquí y tendremos que aprender a convivir con vecinos.




Des Moines, 03 de agosto de 2012

My darling,

Es usted como una de aquellas noches estrelladas en la Altafria. ¿Recuerda? Me sumerge por un tiempo en las negruras de su olvido y, cuando menos me lo espero, recibo una de sus cartas que, como una fugaz estrella, ilumina un trocito de mi pobre existencia con su lectura. Gracias una vez más. No sabe bien lo que para mí significa saber de Valderas y de usted. Ya no encuentro palabras para decirle cuánto la quiero.

También he recibido ese estupendo libro de relatos que me envía y lo he devorado en una tarde. A pesar de su luminoso nombre, Sol, la autora nos lleva, con su hábil y sensible mano, por las tinieblas de la memoria y como con la liviana luz de una vela nos muestra, aqui y allá, unos breves y dolorosos momentos de la vida de unos personajes que siempre aparecen dignos en la derrota. Déle mi enhorabuena si usted la conoce. Nunca pensé que en Valderas hubiera alguien que escribiera tan bien.

Sé que corren tiempos muy duros en su querida tierra y es lógico dejarse llevar por el pesimismo. Sin embargo, permítame enviarle desde aquí un mensaje de ánimo y de esperanza. Que los jóvenes de Valderas nunca dejen de formarse y de estudiar porque, a pesar de los pesares, es lo más inteligente que pueden hacer y el conocimiento lo tendrán siempre, y siempre les será muy útil en cualquier momento y lugar. ¿Cómo han ido sus clases? ¿Ha sido muy dura con sus alumnos?

Sigo dándole vueltas a mi idea de organizar una VAL-INDIADA para las próximas fiestas del Socorro con el fin de dar un poco de vidilla al pueblo. En dos dias puedo fletar unos aviones y lleno Valderas con cinco mil indios de los más diversos pelajes. Podrian rememorar la famosa batalla y confraternizar con los descendientes valderenses de sus comunes ancestros. Solo necesito algo de logística y de participación de las gentes del pueblo. De lo demás ya me encargaría yo. ¿Qué le parece? Escríbame pronto y no me olvide nunca. Siempre suyo.

Eduard

ÚLTIMAS EXISTENCIAS. GRAN OPORTUNIDAD.

Tres plumas timoneras de avutarda macho: 1 euro.
Media docena de plumas de cola de gallo campero: 1,30 euros
Docena de plumilla de lechuza: 3 euros
Docena de plumón de ala de Milano Real: 5 euros
Traje completo de doncella Cochise: 250 euros
Corona completa de Gran Jefe: 85 euros.(Oferta: tres coronas por 150 euros).
Collar con dientes de coyote y piedrecitas del Cea: 25 Euros.

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Valderas se prepara para la fiesta y las calles se engalanan con banderitas de papel. Un enorme tótem ha sido instalado en el Paseo Nuevo y los restaurantes retocan sus nuevos menús:
Sopa de serpiente de cascabel: 8 euros
Ensalada de las Grandes Llanuras: 12 euros
Churrasco de tierna cria de búfalo: 18 euros
Bacalao del Mississippi: 30 euros (para dos personas)

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DIARIO DE LEÓN 09/07/2014

Una delegación representativa de los diversos distritos de Sioux Falls llegará mañana a la villa de Valderas para, en un solemne acto en el Ayuntamiento, proceder al hermanamiento de ambos municipios...

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¿Cómo me ves? Te veo preciosa, como siempre. ¿ Y las coletas? Te hacen aún más joven. No se si llevar puestas las bragas; me han dicho que las princesas indias nunca llevaban bragas. No sé, tú misma, tampoco se trata de que vayas incómoda o que te pillen en una foto. Siéntate que te voy a leer el discurso. ¿Otra vez? Sí, otra vez, tenemos que recibir a nuestros indios con los brazos abiertos. Nunca he visto al pueblo con tanta ilusión desde que abrieron el instituto y la Long Play.