Santa Colomba de Somoza - Leon

A pesar de que ya en el año 939, el obispo de Astorga, Salomón, cita el nombre de Santa Colomba en un documento de adscripción al monasterio de Santiago de Peñalba, hasta el año 1819 no aparece escrito con el actual nombre de Santa Colomba de Somoza. Es curioso que este pueblo aparezca reiteradamente en la Edad Media y Moderna con el apellido «de Turienzo», y hasta en el año 1760 se graba su nombre en la lámpara de plata del santuario con la leyenda: -˜Santa Colomba de Maragatos-™.

Por lo que hemos podido averiguar, no es extraño que el pueblo de Santa Colomba haya estado vinculado al de Turienzo de los Caballeros en inferior jerarquía administrativa. Todavía hoy, en el último nomenclátor editado por el Instituto Nacional de Estadística, aunque poco coherente con la situación actual, Santa Colomba obtiene la calificación de -˜lugar-™, mientras que su vecino y anexo de Turienzo mantiene la de -˜villa-™ debido a su mayor rango en la Edad Media, ya que fue «Cabeza Concejil con Jurisdicción sobre ciertos pueblos, con Escribano y Notario, morada señorial del Conde Trastámara, Altamira y Marqueses de Astorga, así como de los Caballeros del Temple», grandezas que han quedado reducidas a las ruinas, restauradas, de un torreón fortificado.

Pero ya en el siglo pasado, a raíz de la reforma territorial emprendida por el gobierno de Isabel II, Santa Colomba aparece en el diccionario Madoz (1845/50) como capital del municipio de su nombre, al que se hallan adscritos los pueblos de: Murias de Pedredo, Pedredo, San Martín del Agostedo, Santa Marina, Tabladillo, Turienzo de los Caballeros, Valdemanzanas y Villar de Ciervos. Después en épocas recientes, la reagrupación de municipios, aconsejada por lo antieconómico del mantenimiento de unidades administrativas dispersas, propició la anexión del antiguo municipio de Rabanal del Camino, que contaba con diez pueblos, dos de los cuales: Labor del Rey y Manjarín habían sido eliminados del censo por su despoblación total.


Esencias maragatas. Aunque no nos parezca oportuno establecer un baremo para distinguir las esencias maragatas de que presumen los 44 pueblos que integran los ocho municipios de la Maragatería, creemos con fundamento que Santa Colomba de Somoza encarna el más puro estilo de las tradicionales virtudes que adornan esta raza. Por eso se les puede aplicar, con toda garantía, las acertadas observaciones que un comentarista del siglo XIX hacía sobre esta tierra:

«Su terreno tiene cuatro leguas de largo y otras tantas de ancho, y aunque en algunas partes no deje de ser fértil, en lo general es sumamente áspero, por eso dejando el cultivo de los campos al cuidado de las mujeres, han buscado los maragatos en la arriería el sustento que les negara Naturaleza. Son de los que más conservan los usos de sus antepasados. Así, su carácter, como sus trajes, son raros y extraordinarios, pero no por eso menos apreciables. Manejan grandes caudales suyos y ajenos y pueden presentarse como tipo de laboriosidad, honradez y buena fe. Las mujeres por lo regular no se casan sino con los de su país y miran con desprecio a quienes se apartan de esta costumbre. Gustan mucho del baile pero sus ademanes son sencillos, graves y monótonos. Durante el día de la boda cubren su rostro con un velo, y se lo quitan al siguiente para poder servir en la mesa de los convidados».

La sensibilidad cultural de los hijos de Santa Colomba puede ser muy bien apreciada por el abundante número de títulos académicos el mayor de España en proporción- que vienen ostentando desde el pasado siglo. Médicos, abogados, militares, sacerdotes, maestros... han formado un nutrido grupo de intelectuales apiñados en torno al cariño común que les une a su pueblo. Una de las muestras de este sentimiento, queda reflejada en el hermoso edificio conocido por «Grupo Escolar» -“sede actual del ayuntamiento- inaugurado en el año 1912 siendo maestro el señor Morán, y gracias a los buenos oficios y gestiones del alcalde, Pedro Crespo, el médico, Santiago Pérez y el secretario, Miguel Pardo, apoyados incondicionalmente por las prestaciones unánimes de los vecinos.

1397124194 Fenicios y romanos. Al norte de Santa Colomba, no lejos del pueblo, hay una extensión de terreno secano labrantío, trabajado siempre por su fecundidad, con el enigmático topónimo de -˜Soldán-™, que según los diccionarios etimológicos consultados, es «un título que se daba a algunos príncipes mahometanos». La cuestión es que en dicho lugar, y gracias a la tenacidad e ilusión del doctor Julio Carro y su esposa, Pura Agosti, se llevaron a cabo unos trascendentales descubrimientos arqueológicos que debían haber revolucionado muchas de las teorías que se mantienen acerca del origen y costumbres de los maragatos. Se descubrieron los cimientos de una -˜Villa Factoría-™ romana con más de cuarenta compartimentos, entre los que figuraban un -˜Columbario-™ o cementerio privado donde se guardaban las cenizas de los antepasados, además de una piscina, caldarium. Frigidarium y un hipocastum con veinte pilares.

Pero lo que más sorprendió a los estudiosos y arqueólogos de los años treinta-cuarenta, del pasado siglo, fue el hallazgo con que el doctor Carro se encontró debajo de la Villa Factoría. Nada menos que una necrópolis fenicia debidamente contrastada, y avalada por la presencia de tres estatuillas del dios fenicio Baal, semejantes a las encontradas en los enterramientos púnicos de la isla de Ibiza. Todo ello en una zona removida desde las más antiguas culturas para la extracción del oro.