Se los conoce como “cornezuelos del centeno”, aunque en Sahelices los llamamos como nos da la gana: corniches, corninches, corlinches,…Se trata de un hongo que crece en las espigas del centeno, como un palito negro de entre 1 y 3 cm. de longitud, de color negro o morado, aunque el interior es blanco. Es rico en sustancias químicas, sobre todo alcaloides, por lo que es (o ha sido) apreciado por sus aplicaciones farmacéuticas. De hecho, hasta los años sesenta pagaban más por un Kg. de corniches que por un saco de centeno de 60 Kg.. Así que, sobre todo los chavales, los recogíamos para vendérselos a los chatarreros que pasaban por el pueblo, para hacer algún “capital”.
Por esa misma época, estaba floreciendo la cultura “hippy”, de tanta influencia durante una década y secuelas en las siguientes, aquella de “haz el amor y no la guerra”, “if you go to San Francisco put some flowers on your head”, la psicodelia y otras evasiones. Y se colocaban con marihuana y LSD (siglas de Dietilamina del Ácido Lisérgico). Esta última es una droga alucinógena, cuyos efectos son evidentes tanto en la música como en la moda y el arte de entonces. ¿Y quién nos iba a decir a nosostros, ignorantes tercermundistas, que la materia prima del LSD procedía de los corniches?. Mientras nosotros chupabamos sol y tragábamos polvo entre los centenos, en otros lugares alucinaban en colorines gracias a nuestros afanes.
Por cierto, abstenerse de fumarlos o consumirlos como sea: son muy tóxicos.