Diario de Leon - 16 de agosto de 1994
Diario de León
Martes, 16 de agosto de 1994
Robledo de Woodstock
Cuando muchos yuppis maduritos de todo el mundo se daban cita este fin de semana en las inmediaciones de Nueva York para reverdecer viejos espíritus modas y músicas —algunos de esos yuppis se enteraron años más tarde de lo que de verdad había representado el primer Woodstock—, aquí en León, basta una pradera y una buena organización para atraer a varios miles de jóvenes del norte de León, de Palencia, de Valladolid y hasta de Cantabria para celebrar la ya tradicional fiesta de Robledo de la Guzpeña.
Basta una discoteca móvil, 60 barriles a presión de buena cerveza otros tantos de calimocho y un «pincha discos» bien puesto al día, para que toda una romería de miles de jóvenes decidan pasarse la noche de un sábado de agostó —concretamente el día 13— bailando, charlando, bebiendo y lo que el cuerpo pida en cada momento, La organización es también básica:
Guardias jurados para poner orden en el aparcamiento, para vigilar y para que nadie se desmadre; varias parejas de la Guardia Civil; tres o cuatro barras de bar, bien atendidas por camareros uniformados y profesionales; y todo ello aliñado por una alta dosis de buena imaginación.
Dicen los jóvenes que han acudido este año a esta gran fiesta de la montaña leonesa que los fuegos artificiales han sido los mejores que se recuerdan en muchos años en toda la provincia. Ni los de la capital leonesa.
La fiesta de verano de Robledo de la Guzpeña —la fiesta de toda la vida se celebra en junio en este pequeño pueblo ganadero y minero— está consolidada ya y no necesita medidas extraordinarias para darse a conocer como en años anteriores, en los que Incluso se llegó a alquilar un helicóptero para bombardear de octavillas toda la montaña del norte de León y de Palencia. Este año ha bastado el buen sabor de boca de ediciones pasadas y la siempre segura propaganda de los que ya han disfrutado de la fiesta.
Los organizadores —todos ellos hijos del pueblo afincados ahora en Cataluña o el País Vasco— terminan la fiesta con una gran comida de hermandad para todos los vecinos de Robledo.
El gallo
Juan Peñacorada
Martes, 16 de agosto de 1994
Robledo de Woodstock
Cuando muchos yuppis maduritos de todo el mundo se daban cita este fin de semana en las inmediaciones de Nueva York para reverdecer viejos espíritus modas y músicas —algunos de esos yuppis se enteraron años más tarde de lo que de verdad había representado el primer Woodstock—, aquí en León, basta una pradera y una buena organización para atraer a varios miles de jóvenes del norte de León, de Palencia, de Valladolid y hasta de Cantabria para celebrar la ya tradicional fiesta de Robledo de la Guzpeña.
Basta una discoteca móvil, 60 barriles a presión de buena cerveza otros tantos de calimocho y un «pincha discos» bien puesto al día, para que toda una romería de miles de jóvenes decidan pasarse la noche de un sábado de agostó —concretamente el día 13— bailando, charlando, bebiendo y lo que el cuerpo pida en cada momento, La organización es también básica:
Guardias jurados para poner orden en el aparcamiento, para vigilar y para que nadie se desmadre; varias parejas de la Guardia Civil; tres o cuatro barras de bar, bien atendidas por camareros uniformados y profesionales; y todo ello aliñado por una alta dosis de buena imaginación.
Dicen los jóvenes que han acudido este año a esta gran fiesta de la montaña leonesa que los fuegos artificiales han sido los mejores que se recuerdan en muchos años en toda la provincia. Ni los de la capital leonesa.
La fiesta de verano de Robledo de la Guzpeña —la fiesta de toda la vida se celebra en junio en este pequeño pueblo ganadero y minero— está consolidada ya y no necesita medidas extraordinarias para darse a conocer como en años anteriores, en los que Incluso se llegó a alquilar un helicóptero para bombardear de octavillas toda la montaña del norte de León y de Palencia. Este año ha bastado el buen sabor de boca de ediciones pasadas y la siempre segura propaganda de los que ya han disfrutado de la fiesta.
Los organizadores —todos ellos hijos del pueblo afincados ahora en Cataluña o el País Vasco— terminan la fiesta con una gran comida de hermandad para todos los vecinos de Robledo.
El gallo
Juan Peñacorada
Enviado por: Jeromo | Ultima modificacion:18-09-2009 11:42
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