Riego de la Vega - Leon

La supuesta democracia de esta cosa llamada España tiene que emprender, antes de que sea demasiado tarde, una tarea ciclópea aplazada temerariamente durante décadas por el temor a que la violenta banda de criminales y ladrones que se arracimaba en torno a aquel asesino de masas que agonizó en el 75, reaccionara como lo que era: una caterva de esbirros de la peor calaña. Tiene que expulsar, pues, a un sinfín de maleantes y fascistas del Ejército, y de la Guardia Civil, y de las diversas policías estatales, y de la carrera judicial, y de la alta, la media y la baja Administración del Estado, porque todas esas áreas están colmadas de sanguijuelas, prevaricadores y golpistas en potencia. Mientras no se consume ese esfuerzo titánico, seguiremos siendo un extraño rebaño de animales amedrentados por los lobos. Ah, y el deber primero y principal: la convocatoria urgente de un referéndum sobre la forma de sistema político que queremos: la supervivencia de la Monarquía actual, heredera y perpetuadora de las estructuras de poder del fascismo, o la recuperación de la República que aquellas hordas salvajes insurrectas nos robaron en el 36, condenándonos, desde entonces, a la minoría de edad social. A lo mejor preferimos ser ya adultos.

Cartilla del Guardia Civil. (Aprobada por S.M. en Real Orden de 20 de diciembre de 1845). Artículo 1º.- El honor es la principal divisa del guardia civil, debe por consiguiente (esto último me recuerda a alguien) conservarlo sin mancha. Una vez perdido no se recobra jamás. No sé si este artículo seguirá en vigor, dado el tiempo en que se promulgó (1.845), si acaso estuviera vigente, parece claro que este artículo algunos no lo han leído, o les importa muy poco perder su honor (si alguna vez lo tuvieron). Lo que si parece claro es que algunos no tienen ni honor, ni dignidad ni conciencia de lo que en teoría deberían representar en la sociedad, dado el poder que les otorga su condición de autoridad. No es admisible que aquellos a quienes la Ley les encarga velar por su cumplimiento la infrinjan con ese descaro amparados en su uniforme y lo que representa. Además de perseguir sus actos a nivel judicial, si cometieran delito, debieran actuar sus jefes para depurar las responsabilidades en el estamento y expulsarlos del cuerpo al que pertenecen. Su credibilidad en la sociedad sería distinta, pero no parece que sus mandos estén en esa línea de actuación, y el artículo referido solo se aplique a los guardias civiles rasos.