Riego de la Vega - Leon

Nos seguimos moviendo en un mar de dudas. El Gobierno del Sr. Rajoy ha intentado, sin conseguirlo, convencernos de que su gestión ha sido un éxito y que hemos dejado la crisis atrás. Sin embargo, el mismo se contradice - para no variar - cuando afirma en todas sus apariciones que está muy preocupado.

Preocupación y éxito no parece que conjuguen bien. Lo uno o lo otro. O ni lo uno ni lo otro.

No sentimos simplemente preocupación acerca de nuestro futuro inmediato en términos de bienestar y sostenibilidad económica y social sino un gran temor, una incertidumbre tan grande que no vemos la luz.

No hay ningún tramo de edad que pueda respirar tranquilo. La infancia no está ni más ni mejor protegida, la educación primaria y secundaria es el experimento personal de un Gobierno que no entiende la educación como un derecho universal, gratuito y de calidad para garantizar la igualdad de oportunidades y la no discriminación, los jóvenes están aparcados - en un porcentaje que asusta - en la cuneta del paro, los mayores asisten asombrados a un retroceso de los logros sociales por los que han luchado toda su vida.

Son las personas mayores las que merecen una atención especial. Los muy mayores vivieron la guerra y los demás la postguerra, la llegada de la democracia, el renacer de la libertad y la posibilidad de acceder a mejores trabajos gracias a la educación y a unos condicionantes sociales que eran proclives a la igualdad y a una mayor justicia social.

En 2008 todo empezó a resquebrajarse ante la “desaceleración económica” expresión tan desafortunada que casi echó por tierra la labor del anterior Presidente de Gobierno, el Sr. Rodriguez Zapatero.

Las elecciones municipales están a ocho meses vista, toca hacer propaganda y proponer lo imposible, aún a sabiendas de que no va a cumplirse lo que se promete. El Partido Popular está demostrando lo fácil que es incumplir los compromisos electorales.

Fuera de tanta política, lo que nos interesa a la gran mayoría de ciudadanos es el trabajo, la educación, la sanidad, las pensiones y un enfoque integral de lo público para ir creando un círculo virtuoso que vaya haciéndose más grande y no más pequeño. Que el número de personas que vivan bien sea muchísimo mayor que el de los que viven mal. Para este grupo de personas vulnerables tendrá que hacerse lo imposible para proporcionarles lo que sea necesario para que puedan llevar una vida digna y reengancharse a la sociedad con sus propios recursos y méritos. La vulnerabilidad tiene que entenderse como una situación puntual de la que se puede y se debe salir.

Todos jugamos con las palabras. Todos somos capaces de vestir santos desvistiendo a otros. Y así nos va.

Entramos en un otoño caliente. A ver quién está a la altura de las circunstancias.