Riego de la Vega - Leon

Mucho se ha hablado estos últimos días sobre el resultado habido en las elecciones de la república italiana en la que se han producido dos noticias relevantes y, a la vez, que mueven al optimismo y que no se deben dejar pasar. Una ha sido la victoria de la izquierda italiana, con Bersani a su frente, y la otra el buen resultado, magnifico diríamos, que ha obtenido el Movimiento cívico llamado Cinco Estrellas.

Por el contrario, la coalición liderada por el ínclito, y delincuente in pectore, Berlusconi ha obtenido un resultado, sobre todo en el Senado, que por la peculiar naturaleza del sistema político italiano permitirá a este malandrín torpedear buena parte del gobierno que presumiblemente se forme en la bota mediterránea.
El otro postulante en la contienda electoral, el tecnócrata Monti, ha obtenido un magro resultado que evidencia que la mayoría social italiana, políticamente, no acepta los trágalas infumables de las leoninas medidas impuestas desde Berlín y Bruselas e implantadas “manu militari” por el derrotado profesor.

El escenario obtenido ha sido analizado, en principio, como nefasto y destinado hacia una ingobernabilidad que obligará necesariamente a la celebración y repetición de unas nuevas elecciones. Pero a medida que pasan los días y extrayendo conclusiones de las declaraciones de intenciones de unos y de otros, quitando algunos inoportunos exabruptos lanzados equivocadamente y algunos errores de novatos, podemos determinar que en Italia se puede conformar un gobierno de progreso liderado por Bersani y apoyado por la coalición de izquierdas ganadora y, medida a medida, por la gran coalición cívica de Giuseppe Grillo que va a añadir al panorama europeo y, porque no decirlo, al mundial una pieza más en el conjunto de las fuerzas de avance y progreso que permitirá que las políticas de corte neoliberal de ajustes y recortes fruto de una malentendida austeridad queden arrumbadas en un desván, poco a poco y paso a paso.

Pueden tacharnos de optimistas cuando nos adelantamos a descifrar lo que puede parecer imposible, pero, si somos todos razonables, como debemos serlo por el propio interés general, la ocasión que en el país de Garibaldi se presenta es magnífica a la hora de que en un país grande y representativo de una economía y una sociedad moderna, como lo es Italia, se den los primeros pasos para que entre fuerzas políticas clásicas de izquierdas en unión de fuerzas sociales de nuevo cuño, que están cansadas de las viejas recetas, se acometa una especie de revolución tranquila que dote a los países occidentales de nuevas formas políticas de gobierno que desemboquen en avances y progresos generales para el conjunto de la ciudadanía de sus naciones.

Si nos paramos un momento en analizar el papel de estas nuevas fuerzas cívicas contestarías que surgen del hartazgo de ver como la política clásica de después de la II Guerra Mundial es incapaz de dar una solución satisfactoria a los problemas que han surgido de este nuevo mundo en el que nos movemos que viene determinado por la caída del muro de Berlín, la consecuente desaparición de los bloques antagónicos que formaban los países capitalistas frente a los países comunistas, el desarrollo de un fenómeno tecnológico como el mundo no ha conocido en su historia y la traslación de la producción industrial tradicional a una serie de grandes países llamados emergentes, lo primero que nos viene a la mente es que, como reza el título de esta colaboración, los integrantes de estos movimientos, como el Cinco Estrellas, son gentes de izquierdas. A ellos no les gusta que se les clasifique así, y lo comprendemos, pero en su ánimo y su voluntad está, indudablemente, una de las principales virtudes y características de las gentes de izquierda que es la de negarse a dar por bueno que las cosas son como son y no se pueden cambiar, y, eso, estas personas lo predican con toda rotundidad. No están de acuerdo con las soluciones de toda la vida y desean más que nada en el mundo que las cosas se transformen, que cambien, que mejoren, que se hagan pensando en el conjunto de la ciudadanía, que mejoren la calidad de vida, que den trabajo a todo el mundo, que nadie se quede sin educar, que no le falte a ningún enfermo la debida atención sanitaria que le es vital, que ningún anciano se encuentre en una situación de depauperación por su edad y carencia de fuerzas para trabajar, que a los dependientes no les falte amparo y protección, que el medio ambiente se cuide y proteja de la depravación de ciertos seres humanos que por pura ambición particular son capaces de acabar con la única tierra que tenemos,…..en fin si lo van observando todo eso coincide palmo a palmo con un genuino y puro programa de izquierdas y eso es lo que les convierte en gentes de izquierda y de progreso. No se quieren posicionar en ese lugar y no votan a las candidaturas de izquierda porque estas, desgraciadamente, no han sabido responder en los últimos años a los desafíos que se les han presentado ante sí, sobre todo a raíz de la caída del muro de Berlín, y han abandonado muchos de los principios que la caracterizaban y formaban parte de su acerbo haciéndolas netamente atractivas como formación política a grandes conjuntos de la población de los países de occidente. Los ciudadanos que integran estos movimientos que en algunos países, como el nuestro, se denominan indignados con lo que ven y lo que escuchan, no quieren ya que haya privilegios y distingos para nadie, desean que se actúe con limpieza y honradez en la cosa pública, que se sepan las cosas que necesariamente se deben saber por pura transparencia y voluntad de información y general conocimiento hacia una población que no es menor de edad, que en su conjunto está bien formada y que por su condición de ciudadano se merece todo el respeto y toda la información que sea precisa.

En fin, muchas más cosas se pueden decir de estas situaciones y de estos movimientos que estamos viendo y que comprobamos como día a día se van extendiendo por diversas partes del mundo. Eso más que prevención, a aquellos de nosotros que por edad podemos ser más conservadores aunque formemos parte del conjunto del progreso, lo que nos debe producir es ver como el alma y la voluntad de la ciudadanía no permanece dormida y está dispuesta a emprender y a exigir nuevos caminos de la forma de hacer política con los que no podemos más que estar plenamente de acuerdo. Y a ese reto le debemos dar satisfacción y esta no debe ser otra que tender toda la clase de puentes y cables que nos enlacen y nos ayuden a todos a formar grandes conjuntos de ciudadanos que, de consuno, logren el avance y la mejoría de toda la sociedad, sin dejar a nadie abandonado a su suerte.

Preparemosnos para eso porque al lado nuestro, no en frente, lo que tenemos en estas colectividades de inconformistas no es más que gentes potenciales de izquierda que quieren un nuevo método de hacer y actuar y que, por supuesto, no tienen más grado de equivocación que nosotros, como máximo el mismo, y que con su esfuerzo y ayuda se puede conseguir lo mejor.

Una conclusión final: la gran virtud del Movimiento Cinco Estrellas italiano ha sido la de presentarse valientemente a las elecciones a cuerpo limpio y con toda dignidad. Se han medido electoralmente y ellos, y el resto, ya saben cuál es su nivel de representación política. Eso siempre antes que quedarse en casa y permitir, con la desgana y la abulia, que los poderosos de siempre sigan dominando la situación, pero no porque ganen en buena lid, sino por falta de comparecencia del adversario, que somos nosotros, los de izquierdas y los de los movimientos inconformistas. Salud a todos y a trabajar y a entenderse que nos hace falta a todos.