Este callejón, en lenguaje del lugar "caleyo" tiene su entrada por la "plazuela" entre las casas de Inocencio y Gumersindo; desemboca en la calle de la canal o calle de arriba. Frente a su final en la calle de arriba había una casa y en la casa una ventana. La ventana daba luz a una habitación reconvertida en aula de estudios. Desde esa habitación la veía subir y desde la ventana daba alas a la fantasía. !Cuánta fantasía puede haber en un niño de 14 años! Enseñanzas de latín y miradas como agujas se entremezclaban en lentos atardeceres. La veía subir un día y otro día y cuando el verano acabó, con el latín aprendido, se hizo fuego lo que era llama y ya nunca más se apagó.